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08/10/2020 — Sempiterno

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08/10/2020 — Sempiterno

Mis piernas estaban entumecidas debido a la gran cantidad de horas que había permanecido sentado en esa incómoda silla de hospital. Había perdido ya la noción del tiempo, aunque el calendario que adornaba una de las paredes blanquecinas me indicaba que era 15 de junio; había pasado cinco días y medio sin moverme de aquel lugar. Bueno, evidentemente sí me movía de vez en cuando: para irme a duchar o para comprar algo de comer, pero después no encontraba una razón válida para no permanecer en esas cuatro paredes. Posé mis ojos en el ramo de jazmines que reposaba en la mesa, los había traído el primer día, por lo que ya no les quedaba mucho tiempo de vida.

─Las flores están comenzando a marchitarse ─le dije, aunque sabía que no iba a responderme─. Voy a pedirle a Ino que me alcance otro ramo en cuanto pueda.

─No es necesario que la cuides como un perro guardián, ya te di mi palabra de atenderla y llamarte si sucede algo ─Sakura entró por la puerta, justo a tiempo para el chequeo diario. La miré con ojos cansados, no es que desconfiara de ella, sino que mi cabeza no me dejaría en paz si la dejaba sola─. Además, ¿no tienes trabajo que hacer?

─Estoy en eso ─le respondí, señalando con mi cabeza hacia la gran pila de papeles y documentos acumulados a mi lado─. Sino Lady Tsunade no me hubiera permitido pasar todas las tardes aquí.

─Ni siquiera vas a dormir a tu casa, me lo dijeron las enfermeras del turno nocturno ─siguió recriminándome mientras procedía a revisar los reflejos de la mayor: pude ver en su rostro que todo estaba en orden, pero ella seguía sin despertar.

─Sabes perfectamente que puedo dormir en cualquier lado ─no me interesaba mantener otra de esas charlas sobre mi “exagerada reacción” con Sakura; mi madre e Ino ya me habían regañado lo suficiente estos días. No estaba enojado con ninguna, de hecho podía llegar a entender el porqué de sus puntos de vista, pero ellas jamás podrían comprender el mío.

─Shikamaru, Temari no va a irse a ningún lado. Ve a descansar, o voy a terminar cuidándote a ti también ─escuchar su nombre me hizo dirigir mi vista a ella. Su cuerpo reposaba sobre la camilla, la expresión de enojo contaste que portaba su rostro se había cambiado por una de paz total, su respiración era suave y mantenía un ritmo constante. Por unos instantes todo parecía estar bien, pero luego bajaba la vista por su cuerpo, el cual se encontraba repleto de heridas en proceso de sanación y cortes que en algún momento estuvieron llenos de sangre.

─Gracias por preocuparte, pero no puedo irme. Soy su escolta mientras esté aquí en la aldea ─Ella no me creyó, los dos sabíamos que había algo más que me motivaba a quedarme velando por su salud día y noche. Agradecí que decidiera dejarme en paz, me había dejado ganar solo por esta vez─. Si la ves a Ino dile que me traiga otro ramo de jazmines, por favor ─le pedí cuando la vi retirarse.

Otra vez estábamos solos, otra vez mi mente comenzaba a revivir una y otra vez los momentos que acontecieron aquel día. Las imágenes se repetían en cámara lenta cuando cerraba los ojos: Temari viniendo a Konoha para cumplir su labor como embajadora de Suna; uno de los miembros de Akatsuki apareciéndose frente a ella; un ANBU encontrándola luego de haber sido alcanzada por una de los explosivos de Deidara; yo de pie en la entrada de la aldea, ajeno a todo lo que le había pasado; mi desesperación al verla llegar cargada por el ANBU que la encontró; mi sentimiento de impotencia mientras esperaba a que Shizune terminara con su tratamiento. Sí, Temari se había enfrentado sola a Deidara y, aunque no salió victoriosa del encuentro, estaba con vida, y eso era lo que me importaba.

Durante esos días en los que dormir me fue prácticamente imposible, no podía detener esos pensamientos de culpabilidad que me invadían. Ella había estado para mí desde que tengo uso de razón: me salvó la vida; me acompañó tras la muerte de mi maestro; me motivo, con su manera tan directa de ser, a volverme un mejor shinobi. ¿Y yo que había hecho por ella? Solo le había causado malestar y dolor. ¿Se habría sentido sola? ¿Estaría esperando a que vaya a rescatarla? Ahora no tenía forma de saberlo, lo que sí era seguro es que le había fallado.

Corrí mi asiento unos cuantos centímetros para poder estar más cerca a ella. Estiré uno de mis brazos para poder tocar sus cabellos, estos estaban libres de su peculiar pero encantadora forma de peinarse. La apacibilidad del contacto me estremeció, la última vez que me había atrevido a estar tan cerca de ella nuestras bocas se habían fundido, vuelto una misma, en un beso que me había robado el aliento.

Casi caigo al suelo cuando vi que sus orbes aguamarina hacían fuerza por abrirse. ¡Cómo había extrañado la intensidad de su mirada! Antes de que me pudiera decir algo, y al observar como hacía fuerza por incorporarse, me levanté para ayudarla. Una vez que se sentó en la camilla me agaché para estar a su altura.

─Al fin despiertas, me tenías preocupado, problemática ─una sonrisa ligera se apoderó de mis labios, fue una acción completamente involuntaria. La expresión de confusión que llevaba en el rostro fue todo un poema, era evidente que estaba desorientada.

─Shikamaru, ¿qué haces aquí? Lo último que recuerdo es recibir un ataque de ese maldito idiota ─escupía rencor al hablar, era increíble que, pese a estar tan débil, se mostrara así de impotente.

─Uno de nuestros ANBU’s te encontró y te trajo al hospital. Temari, estuviste inconsciente por cinco días ─Al principio creyó que estaba intentando engañarla, sin embargo, luego de que corroboró la fecha en el calendario, terminó creyéndome. Vi su mirada detenerse sobre los jazmines, fue ahí que permitió que su semblante se dulcificara.

─Sigues sin responderme, ¿qué haces aquí? ─No supe qué decirle, las palabras se atoraron en mi garganta formando un nudo que me asfixiaba. No pude contenerlo más, me abalancé sobre ella, abrazándola con cuidado pero haciendo que nuestros pechos se toquen. La presión que sentía dentro se evaporó con ese abrazo, así como también mi formalidad que me caracterizaba al ser un ninja de alto rango.

─Pensé que te perdería ─susurré en su oído, sintiendo como se estremecía con el roce de mi voz. Poco me importaba ya si después me mandaba a volar con su abanico, solo necesitaba sentirla cerca, saber que estaba ahí, que no me había abandonado─. Perdón por no ir a salvarte, soy un tarado.

─Está bien, soy la kunoichi más cruel, ¿recuerdas? Puedo cuidarme sola ─A pesar de sus palabras mordaces, sentí que acariciaba mi espalda con una de sus manos. Comprendí que quizás no había medido mis acciones, así que la solté, permaneciendo sentado frente a ella.

─No lo entiendes, ¿verdad? ¿Tienes idea de lo que sería de mí si te pierdo? ─la desesperación salió de mi ser, debía eliminar toda la frustración que había acumulado  hasta ese momento─. Te quiero Temari, te volviste una persona muy importante para mí. Te pido perdón si te molesta, pero voy a seguir preocupándome por ti hasta el día en que me muera.

La suavidad del beso que posó en mi mejilla me dejó una sensación cálida en todo el cuerpo. Debo reconocer que me tomó desprevenido, la rubia era muy poco afectuosa─. También eres importante para mí, pero no hay que olvidar que somos ninjas, podemos morir en cualquier momento.

─Yo entiendo eso, y lo acepto, pero mantengo lo que dije, aunque sepa que eres capaz de todo, voy a seguir preocupándome ─Vi que nuestra conversación comenzaba a tomar un rumbo que no me favorecía en lo absoluto, así que preferí darla por muerta. Para mi suerte, mi compañera no había recuperado las energías, así que no tuve que lidiar con sus insaciables ganas de discutir.

Me recosté a un lado de ella, después de pasar más de ciento veinte horas en esa incómoda silla hasta esa camilla de hospital se sentía como el paraíso. Temari se recostó a mi lado, permitiéndome abrazarla y disfrutar de estar juntos sin hacer algo productivo. Al fin pude estar en paz, en el fondo de mi ser sabía que lo nuestro sería sempiterno, que iba a durar por siempre; sabía que iba a amarla hasta que me tocara dar mi última exhalación.

Writetober ─ ShikatemaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora