Siete años han pasado desde la derrota de Voldemort, nuestro chico de oro es ahora un auror. Luego de la batalla Harry regreso a cursar su último año en Hogwarts obteniendo excelentes calificaciones, gracias a ello logro entra al entrenamiento de auror, ahora tiene un trabajo estable y es completamente infeliz, no lo tomen a mal, ama su trabajo pero siente que su vida está incompleta, quiere formar una familia, pero no ha llegado la persona indicada.
Harry vive en la casa ancestral Black, luego de la guerra se dio la tarea de remodelarla por completo, lo único que permanece intacto es el cuarto de Sirius, extraña a su padrino pero ha aprendido a lidiar con su perdida al igual que con todas las de la guerra: Ginny, Dean, Neville, Ojo loco y tantas otras vidas. Claro que las personas que considera su familia han sido de mucho apoyo para sobrellevar todas las consecuencias que dejó esa devastadora batalla.
Los días de Harry consisten en ir al trabajo de lunes a viernes y el fin de semana tener un poco de contacto con sus amigos y familia. La señora Weasley parece entusiasmada en buscarle pareja, presentándole a muchachas hermosas y jóvenes apuestos de buenos sentimientos, pero, por más gentiles que sean, nadie parece encajar con Harry. Se siente frustrado, pues parece que en este mundo no hay nadie para él.
Jueves por la mañana Harry se prepara para ir a su trabajo, este día le han asignado una misión, algo sobre una venta ilegal de giratiempos. Cuando llega al sitio todo es extraño, cantidad de relojes digitales por todo el lugar, no es de extrañar que con el tiempo los magos adoptarán inventos muggles combinándolos a la magia, fue un proceso lento pero en el año 2003 el mundo mágico estaba rodeado de aparatos muggles.
Sus compañeros revisan todo con cuidado, su vista barre todo el lugar hasta que un pequeño reloj llama su atención, se acerca y lo toma en su mano, es pequeño dorado con incrustaciones de ónix, es hermoso, hay una hora 19:71 le parece algo extraño, pues una hora solo tiene 60 minutos, mira que abajo de la hora hay unas pequeñas letras formando la palabra Hilandera, lo observa con cuidado, hay un pequeño botón al lado, algo en el reloj parece llamarlo, le da curiosidad y presiona el botón, siente un tirón desagradable en su estómago, casi como el de una aparición, parece terminar y cae de rodillas en el suelo, mira a su alrededor, una fila de casas de ladrillos que parecen abandonadas, el hedor en el lugar es un poco asfixiante pero parece que luego de unos instantes es tolerable, puede ver farolas rotas y unas cuantas personas transitando en la calle, se para y se sacude el polvo de su pantalón, comienza a caminar explorando el lugar y tratando de adivinar a dónde lo trajo el traslador.
Camina un largo rato, la gente no parece muy amable por lo que no se atreve a preguntar dónde se encuentra, está concentrado en sus pensamientos cuando escucha unos pequeños sollozos, mira a su alrededor, el sonido proviene de un callejón, se acerca un poco y ve un bulto tembloroso en un rincón, se acerca despacio, con una mejor visión pude ver qué es una pequeña niña, su cabeza escondida entre sus piernas y su negro cabello cae sobre sus hombros, la pequeña se contrae más al parecer se ha dado cuenta de su presencia, se pone de cuclillas a unos dos metros de distancia.
- Hola - su voz se escucha suave- no pienso hacerte daño pequeña.
Los temblores se detienen al igual que los sollozos, la pequeña levanta lentamente su mira.
- No soy una niña - su voz es enojada, pero las lágrimas no paran de salir de sus ojitos color ónix.
- Lo siento, mi error - algo en este pequeño parece familiar- porque no te acercas, no te haré daño.
Se puede ver la desconfianza en sus ojos, se levanta, está vestido con unos shorts verdes que sobresalen bajo la gran camisa gris que lleva puesta, sus zapatos son extremadamente grandes, para los diminutos pies que seguro tiene, sacude el polvo de su ropa, parece un poco indeciso pero comienza a caminar hasta dónde está Harry, deteniéndose frente a él.
- ¿Cómo te llamas pequeño? - dice mientras extiende sus manos para tomar las ajenas que están heladas debido al clima-
- Severus Snape - susurra despacio- ¿El tuyo?
Esto tomo desprevenido a Harry, no puede ser que este sea su temido maestro de pociones, aún más no pensó que ese pequeño reloj fuera un gira tiempo, pues la sensación parecía ser la de un traslador, todo era muy confuso, decide salir de su asombro para contestarle.
- Me llamo Harrison- ¿Enserio Harry? Porque no se te ocurrió un nombre más original- ¿Que te sucedió? - dice mientras señala la bandita que está aún lado de sus labios.
- Mi padre se enojó conmigo y me golpeó - Harry puede sentir la ira crecer en su interior-
- ¿Por qué te golpeó?
- No puedo decirlo, es un secreto.
No es difícil adivinar cuál es el secreto.
- Y ese secreto... Tiene algo que ver con ¿Magia?
El pequeño Severus abre sus ojos grandemente, no puede creer que encontrará a otro como él, la única otra persona mágica con la que ha tenido contacto es su madre.
- ¿Eres un mago?
- Si, ahora, ¿me contarás porque te golpeó?
- Recibí mi carta de Hogwarts, mi padre odia la magia, es lo que mi madre llama un muggle.
- Tu padre es un completo idiota - el pequeño suelta una risa - pronto estarás mejor, en el castillo.
- ¿También fuiste a Hogwarts?
- Claro que sí, es la mejor escuela de magia
- Es fantástico - unas campanadas se escuchan por todas la calle- es tarde debo volver - dice con un poco de tristeza.
- Nos volveremos a ver - Una sonrisa cruza el rostro del mayor- te lo prometo.
- Bien - sus manos se separan y sale corriendo por la solitaria calle.
Harry piensa por un momento lo que hará a continuación, al final se decide por ir hasta Hogwarts, se aparece afuera de los terrenos, camina hasta que llega a las enormes puertas, estás se abren, al parecer el castillo lo reconoce, todo está desolado, camina sin un rumbo fijo, hasta que unas túnicas coloridas aparecen ante su vista.
- ¿Puedo ayudarlo en algo? - pregunta el director
- Necesito una charla con usted, profesor Dumbledore.
- Sígueme
Ambos hombres caminan en silencio, el recorrido a la oficina del director es el mismo, cuando llega Albus lo invita a tomar asiento.
- ¿En qué puedo ayudarlo?
- Bien, iré al grano director - dice algo nervioso- No pertenezco a esta época.
Los ojos del director parecen brillar por un momento demasiado corto, Harry le explica todo de cómo llegó hasta estas circunstancias y solo revelando algunas cosas como su verdadero nombre y su edad. Albus no habla en ningún momento dejando que el muchacho delante de él terminé de narrar su historia.
- Y eso es todo.
- Lo más conveniente, mi muchacho, es que nadie más sepa tu origen, sabes que pueden haber grandes daños si cosas del futuro son reveladas, es mejor que la historia siga su curso. Ahora bien, tendrás que quedarte en el castillo y debemos cambiar tu nombre Harry Potter.
-Me llamaré Harrison, mmm pero no sé que apellido podría usar
- Harrison Dumbledore -Harry mira al director asombrado- Con eso no abra muchas preguntas, serás un primo lejano que ha venido a enseñar en Hogwarts, eres auror, por lo que podrás dar las clases de defensa contra las artes oscuras.
- Bien director, gracias por ayudarme.
- Resolveremos esto y pronto regresarás a tu tiempo.
- Esos espero Señor - suelta un suspiro.