Severus pasa los días de forma monótona, levantarse, llorar, asearse, llorar, ordenar la casa, llorar un poco más, trabajar en el jardín, llorar, tomar sus alimentos, llorar y dormirse, esa es la rutina que se repite día a día, sabe que tiene que ir a San Mungo para hacer un chequeo del bebé, Madame Pomfrey se lo dijo, pero no tiene ánimos de salir de la casa, las náuseas matutinas se han vuelto insoportables, al igual que el reflujo, pero por lo demás se encuentra relativamente bien.
Lucius y Regulus han estado escribiendo cartas, ahora ambos chicos vendrán de visita, prepara comida y unas cuantas galletas de postre, la casa está reluciente como siempre. Son alrededor de las 11 a.m. Cuando llegan por flu, se alegra de verlos, se ponen al corriente con todo, ambos le preguntan cómo está con toda la situación con Harrison, Severus contesta que se encuentra bien, es bueno para ocultar sus sentimientos aunque sabe que sus amigos lo conocen mejor y pueden ver un poco a través de él, no les menciona sobre su embarazo aún no está listo para contarle a nadie, es su pequeño secreto.
- Bien, quería reunirme con ambos para entregarles algo personalmente - dice el rubio emocionado.
- Nos trajiste regalos - pregunta Regulus ilusionado.
- sí, pero es algo más que quiero darles - sonríe - cierren los ojos.
Severus y Regulus cierran los ojos y Lucius coloca algo en sus regazos que no pesa nada.
- Ahora pueden abrirlos.
Severus abre sus ojos y en su regazo está un pequeño sobre color marfil con detalles muy finos, su nombre se puede leer, una cuchilla llega hasta su mano, con cuidado quita el sello, cuando saca la carta del interior se asombra y deja escapar una exclamación.
- ¿Es enserio? - observa al rubio con detenimiento.
- Si, muy enserio.
- felicidades - grita emocionado- ya quiero que sea el día.
- No puedo creer que te vas a casar - dice Regulus- Pero estoy muy feliz por ti.
- Se los agradezco, los espero a ambos el 7 de julio.
- Ahí estaremos.
Siguieron charlando, llegó la hora del almuerzo y disfrutaron de la deliciosa comida que preparo Severus, luego comieron unas cuantas galletas. Estaban sentados cerca del río disfrutando de la tarde, cuando Lucius habla.
- Severus... Con Regulus hemos hablado por un tiempo y queremos unirnos al Señor tenebroso.
- ¿A Voldemort? - pregunta confundido- ¿Por qué?
- Todos los de Slytherin entran, es un honor estar al servicio de el - dice Regulus- Mi familia le sirve fielmente, claro, todos menos Sirius.
- No creo simpatizar con sus métodos - murmura.
- Vamos Severus, tendrás poder, riqueza, gloria y nadie volverá a tratarte mal.
- Estoy bien como me encuentro.
Además se acuerda que Harry siempre le decía que tenía que ser un buen chico y que no tenía por qué servir a alguien, y no era de extrañar el nombre de Voldemort era popular en todo el mundo mágico y como este reclutaba a personas y sobre todo adolescentes para que se unieran a sus filas, le prometió que nunca se alejaría del lado de la luz.
- Nosotros no te obligaremos Severus, respetamos tu decisión... Pero tomaremos la marca la siguiente semana.
- ¿Están seguros de esto?
- Completamente - contestan al mismo tiempo.
- Saben que nuestra amistad no cambiara por nada del mundo.
- Siempre estaremos el uno para el otro - sonríe Lucius.
Cuando comienza a caer la tarde los chicos regresan a sus casas y Severus se queda solo, al tener la compañía todo el día su mente estuvo despejada, ahora que el silencio reina por toda la casa, los pensamientos atacan con fuerzas, decide ordenar todo hasta mañana, se arrastra hasta su cama y llora hasta quedarse dormido.
El día de la boda de Lucius y Narcissa llega, Severus se alista con un traje de gala completamente negro, peina su cabello en una coleta y está listo. La celebración es muy hermosa, todos están felices por los novios, el ambiente es muy ameno, trata de poner su mejor cara de alegría pero siente cólicos y calambres en su vientre y espalda, desde hace unos días que los ha estado sintiendo, logra calmarse y puede seguir disfrutando de la noche, aunque la nostalgia de que pudo haber tenido esto con Harry lo invade.
Desde el día que regreso a casa no deja de pensar como hará, tiene tanto miedo por el nacimiento del bebé, claro que lo ama y está emocionado por tenerlo en sus brazos, pero está solo, y eso lo aterra, quien lo guiará y ayudará a cuidarlo, se supone que esto tendría que superarlo con Harry a su lado, ambos serían padres primerizos pero se tendrían el uno al otro y ahora está solo, todos estos pensamientos lo llenan de pánico, ansiedad y tristeza.
Toda la siguiente semana después de la boda la pasa en cama, no se ha sentido para nada bien, los cólicos y calambres son cada vez más fuertes, ha tenido fiebre y vómito, es poco lo que ha estado comiendo, la mayoría de las comidas la sustituye con pociones nutritivas. Su estado de salud física empeora su estado emocional, no deja de llorar pidiendo por Harry hasta en los sueños. Es en la tarde cuando el dolor lo despierta, siente sus piernas húmedas, aparta las sábanas y entra en pánico, una mancha enorme de sangre cubre sus pantalones de pijama y la cama, el calambre en su vientre es insoportable, como pude se arrastra hasta la red flu y llama a Lucius, al escuchar la urgencia de Severus llega rápido, se queda asombrado ante la escena.
- ¿Qué ha pasado? - dice exhalado.
- Mi... Bebé - murmura con lágrimas saliendo de sus ojos.
- ¿Bebé? - pregunta confundido.
Severus coloca sus manos en su vientre es lo único que logra hacer cuando se desmaya. Lucius se apresura a levantarlo del suelo y lo lleva a San Mungo, lo atienden y no recibe noticias por tres largas horas, se encuentra muy preocupado por su amigo, cuando por fin se acerca un Medimago preguntando por los familiares de Severus Snape. Le explica lo sucedido, la intervención que le hicieron y que se encuentra estable en esos momentos, que puede ingresar a verlo.
Cuando entra a la habitación el rostro de Severus luce más pálido de lo normal y ojeras adornan su rostro, le duele ver a su amigo en ese estado y no sabe cómo darle está noticia, se siente en la silla que está a la par, lee unas cuantas revistas que están en una mesita al lado, hasta que da señales de estar despierto.
- Severus - dice acercándose a la camilla.
- Lucius... - su voz se escucha ronca- agua.
- Aquí tienes - dice mientras toma un vaso que estaba en la mesa al lado de la camilla, le ayuda a beber, hasta que está satisfecho.
- ¿Cómo está mi bebé? - dice mientras siente dolor en su bajo vientre.
- ¿Por qué no me contaste?
- No me sentía preparado - dice mientras observa sus manos- ¿Te han dicho algo los medimagos?
- Si - dice mientras aparta la mirada- quiero que seas fuerte Severus, pero... Sufriste un aborto involuntario retenido, tuvieron que hacerte una cesárea para sacar... Tú entiendes.
- Vamos Lucius no juegues con eso, mi bebé está perfectamente.
Dice mientras lleva su mano hasta su vientre, puede sentir un vendaje, baja un poco más cuando presiona un poco siente dolor, retira la sábana deprisa, levanta la bata y ve el vendaje, comienza a quitarlo frenéticamente, duele cada movimiento, puede escuchar a Lucius diciendo que se detenga, que se está haciendo daño, puede ver manchas de sangre a través de lo que va quedando del vendaje, siente las lágrimas rodar por sus mejillas, solo puede pensar que todo es mentira, que si bebé aún está en el, que Lucius solo lo está engañando por no haberle contado, cuando ha retirado el vendaje y la gaza ve la herida, los puntos maltratados y sangrando.
Enfermeras y un medimago entran, Lucius los llamo, alguien le inyecta un calmante a Severus, quien se ha quedado mirando su vientre y llorando, poco a poco comienza a adormecerse, una enfermera lo acuesta y este cae inconsciente.