CAPÍTULO XIII: UN NUEVO CASO

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Lou esperaba el momento en el que anunciaran, que era momento de abordar el avión que lo regresaría hasta Hawái. Él y su esposa, habían estado un par de días en Chicago, visitando a su adorada hija Samantha, y al resto de su familia.

Al capitán casi le dio un colapso, cuando su niña se presentó a la cena con un hombre dos años mayor, con el que estaba saliendo. Renne tuvo que intervenir para su marido no sacara sus esposas o su arma y se pusiera a interrogarlo. Afortunadamente, el chico no se negó a contestar las preguntas de sus casi suegros.

Aun así, Grover no había dormido en toda la noche, pensando en la pareja. Sin embargo, le alegraba verla feliz. Después de lo Ian, a Samantha no sólo le había costado caminar por las calles sin sentir temor, sino también, relacionarse con muchachos.

— Créame que lo entiendo, señor Grover. Sam me contó sobre su secuestro y no lo culpo por desconfiar; pero puedo prometerle que voy a cuidarla siempre. Y si le tranquiliza saber, yo conozco el internet y las redes sociales. Puedo descargar música y videos; pero no soy un hacker.

— Está bien, papi, él es bueno. Me hace feliz.

La sonrisa de su hija, terminó por desarmarlo, y tratando de mantener la mente abierta, se dedicó a conocerlo.

Renne se quedaría unos días más con sus suegros. El capitán, aun con preocupación, le había pedido que hablara con su hija, a fin de obtener más datos del joven. Ella también sentía temor; lo suficiente para permitirle a su marido investigar y si no había nada de qué preocuparse, Lou debía dejar esa cara de bulldog, cuando volviera a hablar con el chico.

Por otra parte, el ex jefe del SWAT no había querido visitar aquellos lugares que alguna vez fueron su refugio, ya que, todavía había quienes lo consideraban persona no grata y eso siempre le causaría conflictos internos.

El frío se hacía sentir, así que acomodó su abrigo.

— Hola, Lou.

— ¡No puede ser! ¿Acaso estoy soñando?

— ¿Cómo estás, amigo?, ha pasado tiempo

— Y que lo digas. ¿Qué haces en Chicago? —cuestionó estrechándole la mano.

— Sólo estoy de paso. ¿Cómo están todos?

— ... Ocupados, como siempre —respondió luego de un breve silencio.

— ¿Ha pasado algo? ¿Él está bien?

— Sí, sí, está bien. Todos están bien.

— Has estado evadiendo mis llamadas, amigo; tuve que preguntarle a Samantha, cuando estarías por aquí.

— ¿Qué yo he estado evadiendo tus llamadas? ¡Eso no es cierto! Eres tú quien llama en momentos inoportunos. Cuando tienes la decencia de hacerlo, claro.

— ¿Inoportunos dices? ¿Qué se supone que haces a las 6:00 de la mañana?

— Dormir. ¿Ya no recuerdas que los operativos no tienen un horario fijo? Hay que descansar cuando se pueda.

— Bien, de acuerdo; pero, ¿le has dicho a Danny que hace tiempo que he intentado comunicarme con él y no puedo?

— Sí, claro.

— ¿Y le dijiste que estaba en Montana? Esperaba que, al saberlo, él iría a verme. Y no digas que estabas dormido, era más de mediodía en Hawái cuando llamé.

— Igualmente fue un momento inoportuno. Cuando llamaste, él estaba en la isla grande. Iba a hacerlo; pero..., lo siento. Danny prefiere... Si te soy sincero, no creo que hubiera aceptado ir a verte.

Corazón FragmentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora