CAPÍTULO XXIX. UN NUEVO ADIÓS

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Danny se había quedado dormido en el sillón, al lado de la cama de Steve, quien también dormía profundamente, en su caso, por todas las sustancias que todavía estaban en su sistema; además del debilitamiento por la pérdida de sangre.

Cuando el de Jersey despertó, no reconoció el lugar. Por unos instantes, su mente se olvidó de dónde estaba, el motivo por el cual había regresado y que había pasado la noche acompañando al malherido hombre, que estaba sobre aquella cama.

Verificó las heridas de Steve y, visiblemente, los vendajes habían sido cambiados. Se dijo a sí mismo, que estaba tan agotado, que ni se enteró del momento en el que alguien había entrado y atendido al moreno. Se había quedado despierto hasta tarde, en absoluto silencio, con su mano sujetando la de su ex compañero. Una de las cosas que siempre le había gustado de Steve, eran sus manos grandes y varoniles. Ásperas y algunas callosidades por el uso de armas y seguramente una variedad de explosivos durante tantos años, más otros trabajos manuales.

En una pequeña mesita instalada, había una jarra de jugo y una variedad de frutas. Según la hora de su celular, era más de media mañana. Salió de allí y en la pequeña terraza, encontró a Chin.

— ¿Por qué no has entrado? —cuestionó el rubio.

— La vista desde aquí es hermosa y Steve estaba en muy buena compañía.

— ¿Por qué insistes en dejarnos solos? Lo has hecho hasta cuando estábamos en tu habitación en el hotel, bajo el pretexto de hablar con Abby. Al isleño no le sorprendió haber sido descubierto por el detective.

Varios papeles estaban regados sobre la pequeña mesa y sobre la cama, todos sobre la investigación. Había fotografías de las escenas y todo lo que consiguieron de la CIA.

Steve estaba sentado sobre la cama leyendo algunos informes. Danny había preferido usar una de las dos sillas al lado de la ventana, revisando una y otra vez las fotografías y otros informes.

Chin también hacía lo propio, aunque siendo sinceros, no había mucho más por hacer ya que todo lo que tenían había sido revisado de pies a cabeza, al derecho y al revés.

Pero lo que no soportaba, era ver esa marcada distancia que había entre sus dos amigos, no cuando él recordaba, era cuan inseparables eran esos dos y ahora sólo se ignoraban. Y lamentaba mucho lo que había sucedido, deseaba poder ayudarlos de alguna manera a que al menos hablaran y trataran de ser amigos nuevamente; pero esos dos eran necios, bien lo sabía. Chin no podía decir algo sin que sus tímpanos sufrieran algún tipo de daño, porque seguramente, ellos se pondrían a discutir y hasta gritarle, si siquiera se atrevía a sugerir que deberían conversar.

Debo hablar con Abby —avisó, mientras salía bajo la mirada no tan extrañada de Danny y Steve. Y cuando la puerta se cerró, el ambiente cambió radicalmente.

¿Encontraste algo? —preguntó Steve, sin levantar la vista de los papeles que tenía en la mano.

Nada nuevo —contestó el otro, también sin mirarlo. Y el silencio se hizo presente por algunos segundos— ¿Y tú?

No —y sí, de nuevo hubo el maldito silencio, hasta que el moreno finalmente levantó la vista y puso atención a los gestos del otro. Gestos cuyo significado recordaba bien.

¿En qué piensas?

En nada.

Tienes alguna teoría o al menos un pensamiento, dímelo.

Sólo pensaba en que este tipo, Aaron, está completamente loco.

Como la mayoría de los tipos que hemos enfrentado.

Corazón FragmentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora