CAPÍTULO XIX. ATAQUE AL PALACIO IOLANI - PARTE II.

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Absolutamente todo era una confusión en la parte exterior del palacio. Las versiones variaban y el miedo aumentaba. Las autoridades, que ya habían sido llevadas a un lugar seguro, habían ordenado destinar todos los recursos para proteger la isla, capturar a los responsables y ayudar a las víctimas, así que la policía y las fuerzas militares estaban en alerta máxima, estudiando posibles blancos y resguardándolos en caso de haber nuevos atentados.

Pero hasta ahora, todo el caos se había producido únicamente en el Palacio Iolani.

Luego que el helicóptero atacara al edificio, revoloteó un poco por la zona, admirando todo el desastre, a la gente corriendo en busca de un refugio y a los varios autos incendiados, alrededor del palacio. Por supuesto, ayudaron a aumentar el daño. Dispararon con ametralladora y quizás hasta hubieran lanzado un segundo misil, de no ser porque la policía y el SWAT respondieron en defensa y el helicóptero cesó su ataque y se marchó, posiblemente enterados de que dos naves de la Policía estaban cerca.

Rescatistas y bomberos, revisaron los daños a sus equipos, encontrando que más de una bala había dado en las mangueras y era crucial que apagaran los autos incendiados, especialmente aquellos que estaban en el área de estacionamiento y retirarlos, puesto que estorbaban para que los carros bomberos ingresaran y así al menos, pudieran llegar con escalera hasta la planta alta. Sin embargo, el oscuro humo dificultaba la vista y la respiración, especialmente de aquellos que no contaban con protección.

La policía ya tenía rodeada la manzana, bloqueando la transitabilidad por las calles Mililani, St., King St., Queen St., y Punchbowls St. Los agentes también tenían que luchar con la insistencia de la prensa y gente que no dejaba de llegar para presenciar el hecho. Y arriesgar la vida en el proceso.

En cuanto fue posible, y como pudieron, evacuaron del lugar a los dos agentes que habían salido volando por una de las ventanas, ambos fuertemente resguardados. Ante el terrible panorama, muchos creyeron que más que una tarea de rescate, podría tratarse de una de recuperación.

El palacio no sólo tenía albergadas las oficinas del Five-O. En la parte posterior, aquella que daba a Mililani, estaban algunos de los Tribunales Judiciales, además de otras oficinas, por lo que era difícil saber realmente cuánta gente se encontraba al interior. El sargento Lukela daba órdenes a todo el mundo, mientras una y otra vez rogaba por sus amigos. A su lado, Púa, trataba de hacer lo necesario para apoyar al sargento.

No estaban seguros si el ataque había terminado con la huida del helicóptero. Probablemente, aún había algunas otras sorpresas, y algunos autos seguían produciendo explosiones, cuando el fuego se encontraba con más rastros de gasolina esparcida, por lo que era difícil apagarlos o no ponerse nerviosos.

Era crucial verificar la condición de los cimientos, para así saber si la estructura resistiría o de lo contrario, los rescatistas no podrían ni acercarse al edificio por el inminente riesgo. Ingresaron al amplio estacionamiento subterráneo por donde las patrullas metían a los sospechosos, para conducirlos a las salas de interrogación. Las gruesas columnas no tenían daños de consideración, por lo que parecía que el edificio no se vendría abajo. Eso hasta que vieron paquetes sospechosos fuertemente asegurados en varias de las columnas, así como en la puerta de acceso hacia las salas de interrogación.

El escuadrón antibombas fue avisado y empezó a hacer sus propias evaluaciones, ordenando a los rescatistas alejarse del edificio hasta nuevo aviso.

La camioneta llegó y frenó bruscamente, hasta el lugar donde el auto podía avanzar llegando por la calle King y tanto el conductor y su copiloto, corrieron el par de cuadras hasta estar a la altura del palacio, deteniéndose cerca de la estatua del rey Kamehameha, sin permitir que nadie los detuviera o alejara. Ambos con teléfonos en mano, tratando de comunicarse con alguno del equipo.

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