Con la mayor parte de sus pendientes ya cumplidos y consciente de que ese era su último fin de semana en la isla, Daniel Williams decidió dar un recorrido por algunos lugares y luego ahogar sus penas en el bar del Hilton, antes de subir a la habitación donde ahora se quedaba. En la casa sólo quedaban cajas con sus cosas empacadas que luego serían enviadas a Los Ángeles.
Sentado en la barra, ya había consumido la primera cerveza demasiado rápido, pues no podía evitar la tristeza que suponía marcharse. Aunque rara vez lo reconociera y más rara vez lo hiciera frente a alguien, ese lugar había sido su hogar. Con todo los buenos y malos momentos. Por supuesto que recordaba perfectamente el día de su llegada y toda la incertidumbre que había sentido; pero que se había propuesto soportar todo por su pequeña, tal como lo hizo.
Tampoco se imaginó tener un hijo hawaiano; pero le gustaba. Charlie, su pequeño, era un niño al que también trató de darle todo como a Grace y claro que le costaría separarse de él por dos meses; pero para cuando el chiquillo y su madre lo alcanzaran, él se aseguraría de tener viviendas cercanas y así siempre estar al pendiente de él.
Por otro lado, sus compañeros le habían expresado su apoyo y cariño, además de hacerle saber que, de no sentirse a gusto en Los Ángeles, siempre sería bienvenido si quería regresar, y siempre habría un puesto para él en la unidad.
— ¿Mal día, detective? —preguntó el chico que atendía la barra, sirviéndole la segunda botella.
— No, sólo me estoy despidiendo.
— ¿Se va de la isla?
— ¿Ya era hora no? —dijo sintiéndose un extranjero cualquiera.
— No puedo creerlo... Es decir... Usted y su equipo han hecho mucho por Hawái.
— Ellos seguirán haciendo un buen trabajo.
— ¿Se va pronto?
— En cuanto termine un último asunto.
— Yo invito la tercera ronda.
— No tienes que hacerlo.
— Por favor, permítame.
— Gracias.
— Espero que cambie de opinión, detective. Mahalo por todo —dijo el chico, alejándose para atender a otros clientes. Danny caminó hasta los baños para refrescarse.
— ¿Han resuelto el caso? —cuestionó una voz a sus espaldas.
— Sabes que sí, Junior te mantiene al tanto.
— No habla conmigo como antes —el rubio frunció el ceño; pero no dijo nada más al respecto.
— ¿Y Eddie?
— A veces nada conmigo y otras se va con Junior. Suele quedarse frente a la puerta esperando, especialmente cuando salgo.
— Eso lo hace porque al llegar, yo le daba unas golosinas. Debes enseñarle nuevos trucos. Buenas noches, Steven —se levantó.
— Déjame invitarte una cerveza, Danny.
— Ya he bebido suficiente.
— Me respondiste al beso —Danny había esperado salir antes de que el otro tocara ese tema.
— ¿Y ahora quieres reclamarme? —contestó a la defensiva— No puedes, fue culpa de ambos.
— ¿Podríamos hablar en otro lado? Quiero...
— ¿Qué, Steven? ¿Qué es lo que quieres? —Danny notó que Steve estaba luchando para no decir o hacer algo indebido; pero las tres cervezas, porque es más fácil culparlas a ellas, le decían al rubio que jugara un poco con el SEAL— ¿Qué quieres Steven? —el espacio entre ellos era mínimo, Daniel estaba ahí, seductoramente desafiante, e intentando descubrir qué era lo que el otro pensaba, después de aquel encuentro en los almacenes. McGarrett en cambio, trataba de buscar una salida limpia; pero aquella parte que se negaba a hacerlo, estaba allí presente, dispuesto a enfrentar esa inusual actitud del de ojos azules que aún así tenía un brillo que podría catalogar como enfado.
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Corazón Fragmentado
FanfictionDaniel Williams debe seguir su vida luego de la partida de Steve. No será sencillo ya que la ausencia del SEAL representa un gran cambio en su vida y también en la del Five-O.