CAPÍTULO XXVIII. FRENTE A FRENTE CON EL ENEMIGO

326 28 38
                                    

Aquellas voces parecían lejanas y no podía identificar el lugar exacto del que procedían, debido a su fuerte aturdimiento. Lo que sí empezó a sentir fue el dolor en su cuerpo y supuso que, cuando lo sacaron de su casa, seguramente no lo habían tratado con ningún tipo de consideración y menos delicadeza. Su espalda estaba muy adolorida y tenía síntomas de entumecimiento, debido a las fuertes ataduras en sus muñecas y en sus tobillos. La cara también le ardía, probablemente por culpa de algunos golpes recibidos o alguna herida.

— Así que, comandante McGarrett, finalmente tengo el placer de conocerlo.

— Asumo que es el hermano de Ana, Aaron Douglas.

— Así es.

— Si es por su muerte, no tuve nada que ver y tampoco alguno de mis compañeros. Fue el hombre que, en ese momento, era el abogado de los Noshimuri. Lo hizo por su cuenta.

— Sé perfectamente quien mató a mi hermana. De haber podido, lo hubiera matado yo mismo; pero gracias por ahorrarme el trabajo.

— ¿Entonces? ¿Cuál es la razón por la que me has estado buscando?

— ¿Es necesario preguntar? La creación de su unidad ha traído más de un dolor de cabeza para muchos amigos míos, comandante; amigos importantes, claro. Hubo mucha gente en el continente, que estuvo en desacuerdo con la gobernadora Jameson cuando informó de la creación de un grupo armado que contaría con total inmunidad. Sería todo un problema, ya que muchos negocios se verían perjudicados y después de poco, se dieron cuenta que hacer regalos para que los dejaran tranquilos, no resultaría con ustedes como lo hizo con la Policía. Resultaste igualito a tu padre, quien estaba empecinado a descubrir toda la corrupción que existía y terminar con ella.

— ¿Vas a decirme que no sabían que ella estaba aliada con el jefe de los Yakuza y con el mismo Wo Fat?

— No lo supimos hasta después de su muerte; esa mujer era realmente astuta. Gracias por eliminarla, ella también era un dolor de cabeza.

— No fui yo.

— Da igual.

— Todavía no me has dicho lo que quieres de mí.

— Lo lógico, comandante. Es hora de hacer desaparecer al tipo que causó tantos problemas y también al que fue su segundo al mando y créame, que me gustaría terminar también con sus otros amigos; pero no me están pagando lo suficiente, ya lo hará alguien más. Y aquí es donde debo confesar que, si bien será placentero acabar con usted, en realidad, el interés mío, es más por el hombre que mató a la persona más importante para mí. Alguien con quien tenía muy buenos tratos y obtenía buenos beneficios y le aseguro también, que era muy buena en muchas faenas.

— ¿De quién hablamos?

— Hablamos de Daiyu Mei, por supuesto —dijo como si la respuesta fuera obvia. Steve se agitó— Lo siento, Steve; pero desde el momento en el que convertiste a Williams en tu compañero, lo pusiste en la mira de tus enemigos y la verdad, yo esperaba que después de lo que has hecho, fueras tú mismo el que lo acabara matando; estrellando el auto, por ejemplo. Y te cuento otro secreto, sólo porque me gusta ese miedo que estás mostrando. Han estado tras él desde ya hace ya un par de meses, sólo que no han corrido con mucha suerte, apenas le causaron una que otra lesión.

— ¡Eres un maldito loco!

— ¿Loco? No, sólo estoy un poquito enojado. No te imaginas lo que significaba ser aliado de esa mujer, tener contactos en todo el mundo y conseguir lo que jamás creí tener y de forma tan sencilla. Desde que ella no está, muchos han hecho como que no me conocen y para seguir con la vida que tengo, necesito otros socios. Muchos están dispuestos a aliarse conmigo; pero con una condición. Si asesino al detective y a usted, comandante, todo volverá a ser como era para mí.

Corazón FragmentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora