CAPÍTULO III. LLAMADO DE ADVERTENCIA

491 31 72
                                    

— Detective Williams —contestó el celular, mientras iba terminando de abrocharse la camisa color lavanda.

¡Hola, socio!

— Hola, Steve.

¿Cómo va todo por allá?

— Va... bien, ya sabes. ¿Y tú? ¿Estás bien?

Sí.

— No te oyes bien, ¿puedes decirme dónde estás?

Lo siento, Danno; es clasificado.

— ¿En serio me vas a salir con eso? Estoy preocupado.

Lo aprecio; pero estoy bien, en serio.

— Siempre que te vas y estás solo no sueles estar bien. ¿O es que no estás solo?

¿Con quién podría estar?

— No lo sé, tú dime... Quizás... ¿Mary?

No estoy en Los Ángeles.

— ¿A no?

No, necesito algo de silencio para pensar.

— Sí —mutismo.

¿Y los muchachos? ¿Y Eddie?

— Están bien, ya sabes, extrañándote. Junior se lleva al cachorro a correr.

Qué bueno...

— Y el señor Pickles también está bien. Me refiero al gato que también dejaste, por si no lo recuerdas.

Aunque siempre intentaras ocultarlo, sé que él siempre se ha llevado muy bien contigo; así que supuse que lo estaba.

— ¿No hay nada que quieras decirme?

Dales mis saludos a todos. Cuídate, Danny.

— Tú también cuídate.

Sabía que tenía la mirada de los ya presentes sobre él, esperando que dijera algo, no se había dado cuenta que estaba observando todo demasiado callado, desde que se había presentado en la escena del crimen, posterior a la llamada de McGarrett y de haber escuchado su voz, luego de más de tres meses. Ignoró tales miradas y caminó hacia la forense para pedir el reporte preliminar, y sólo entonces, los demás también se movieron, aunque con una chispita de preocupación.

— Buenos días, detective, ¿cómo se encuentra?

— Estoy muy bien, gracias por preguntar. ¿Quién es?

— Alana Anderson, 19 años, estudiante de la universidad de Oregón.

— ¿Causa de muerte?

— No se ve heridas de ningún tipo a simple vista; pero pudo tener hemorragia interna debido a golpes. Como ve, tiene muchos moretones por todo el cuerpo, debo hacer estudios para confirmarlo. Sin embargo, hay unas marcas más notorias en algunas partes como en su cuello, en la cintura y piernas. Lleva como siete horas muerta.

— No fue un robo, su cartera con dinero y teléfono estaban con ella —dijo Lincoln, mostrando ambos objetos— Quizás estaba con alguien, las cosas se pusieron feas y ella terminó así.

— O probablemente la drogaron, por eso no tuvo oportunidad de defenderse, pues no hay marcas defensivas. Tiene arena y brillo en el pelo, parece que estuvo en la playa; quizás en una fiesta — dijo analizándola, luego vio el resto del contenido en la cartera— Pagoda Waikiki. Debe estar hospedándose ahí. ¿Testigos?

Corazón FragmentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora