CAPÍTULO V. HALLOWEEN

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Aún llovía cuando llegaron a la escena. Noelani había tenido que moverse rápidamente para evitar que el agua se llevara toda la evidencia.

— Un cuerpo encontrado en un cementerio, creo que sólo eso nos faltaba.

— No tientes al destino, Lou —dijo Tani— Todavía podría sorprendernos.

— Sí, claro. Noelani, ¿quién es el pollo mojado?

— No trae identificación, ni billetera, tampoco celular y es difícil tomar sus huellas, mientras estén como pasa, así que me lo llevaré de inmediato y espero tener pronto la información.

— ¿Puedes decirnos algo sobre la causa de muerte? —fue el turno de Tani.

— Ataque de un vampiro.

— Es broma, ¿verdad?

— No, capitán. Tiene perforaciones en distintas partes del cuerpo, como de colmillos y apenas hay sangre en su cuerpo.

— Creo que esperaremos tu reporte completo, Noelani.

— ¿Qué hacemos mientras tanto? —preguntó Tani— No tenemos una dirección, ni sabemos quién es y la policía ya interrogó al personal y...

— Y como siempre, nadie vio nada.

— Sí, nadie vio nada; pero sí escucharon ruidos. Salieron a revisar, caminaron y...

— ¿Y...?

— Dicen que vieron sombras... No de personas vivas. Este es el primer cementerio público en Honolulu, lo fundaron en 1884. Se cuentan muchas historias —concluyó la morena con un aire misterioso.

— Y alguien tenía que morirse aquí, justo en Halloween. Más vale que el avión de Danny Williams ya esté aterrizando o que Quinn y Lincoln terminen con lo que sea que estén haciendo. Y no me quejaré si Junior y Adam ya están de regreso de ese campamento al que se les ocurrió ir.

El detective había recibido el informe vía teléfono, aunque cuando le mencionaron a un ser sobrenatural, tuvo que pedir que le repitieran los datos. Sin querer pensar en lo improbable que debía ser aquello, había dicho que iría a ver a la forense lo antes posible. Su pequeño Charlie pasaría esta fecha con su madre, con quien iría a pedir dulces y le prometió llevarle parte de los caramelos que recolectara. Danny hubiera querido estar con él y juntos llevar algunos dulces al hospital donde anteriormente habían tratado a al pequeño rubio. A Danny jamás se le iba olvidar el ver a tantos niños en estado más grave que el que su hijo había estado y que se alegraran tanto por recibir una golosina.

Estaba a punto de abordar el Camaro, cuando su teléfono sonó de nuevo. Al revisar, era un número privado y sólo había alguien que ocultaba su número para contactarlo.

— Llamas cuando quieres y esperas que responda; pero te niegas a contestar cuando yo lo hago. Al menos esta vez, sólo ha pasado un par de meses desde tu última comunicación —protestó y el teléfono volvió a sonar— ¿Hola?

¡Hey, Danny!

— Steve, ¿todo está bien?

Bien, estoy en casa... Está lloviendo.

— ¿Dijiste casa?

Casa provisional.

— Por supuesto. Supongo que es porque está lloviendo torrencialmente, por lo que puedo escuchar, y por ello es que decidiste llamar o de otro modo, no lo hubieras hecho, ¿acerté?

...Te echo de menos, socio. Aún tengo tanto que pensar, Danny.

— ¿Y estás consiguiendo algo? Me refiero a que, si en verdad este viaje te está ayudando, sí... te sientes bien donde sea que estés.

Corazón FragmentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora