CAPÍTULO XXXII. REVELACIONES

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Por más que lo había deseado con el alma, Steve no pudo volver a Los Ángeles, pues el trabajo no había dado tregua alguna; pero, ¿cuándo lo daba? Las labores en el Five-O siempre habían sido arduas, los villanos simplemente seguían apareciendo y causando más de un dolor de cabeza a las autoridades.

Adam continuó disparando, mientras avanzaba hacia su compañera que se hallaba tirada en el piso, luego de haber huido de una explosión que sacudió un contenedor de carga, haciéndolo volar por los aires y causando un gran estruendo. Más alejado, Junior intentaba levantarse con ayuda del capitán, mientras Steve y Tani, trataban de acertar contra los traficantes de personas, que les impedían llegar hasta un segundo contenedor, ubicado en la puerta de una bodega y que contenía a quien sabe cuántas víctimas. Los hombres malos no estaban dispuestos a rendirse; para ellos era mejor morir, que ir a prisión. Y si debían sucumbir, también se llevarían a sus víctimas. La primera explosión lo había probado.

Otros enemigos se hallaban esparcidos y ocultos tras enormes cajas y otros contenedores, disparándoles sin piedad y llevaban las de ganar.

— ¡Dónde demonios estás los refuerzos! —gritó Tani muy enojada— ¡Ya deberían estar aquí!

— Sucedió algo —respondió el comandante, ocultándose para recargar su arma— Nos esperaban y seguramente, también tiene que ver con la tardanza de la policía y el SWAT.

— ¡Si no llegan, mi dulce esposa se quedará viuda en menos de diez minutos! —gritó Lou.

— Eso sí que no, —gruñó Steve— además, Danny no me perdonaría si muero ahora o dejo que alguno lo haga.

— ¡Por favor, McGarrett! —gritó el capitán, viendo al hombre correr buscando acercarse— ¡Oye! ¿A dónde vas?

— Dice que Danny no lo perdonará si muere y lo primero que hace, es intentar acercarse solo, a esa bodega —bufó Quinn, tratando de recuperarse luego del golpe. Adam seguía cuidándola. Los otros siguieron disparando, cubriendo a McGarrett.

— Quiere evitar que hagan volar el otro contenedor, o perderemos a todas las víctimas —entendió Adam.

— Pues no queda otra que seguirlo —dijo Junior avanzando, al igual que los demás, en correcta formación.

Por supuesto, los otros respondieron con agresividad, siempre buscando frenar cualquier avance del Five-O, obligándolos a esconderse tras turriles u otros contenedores.

— ¡Ir de frente no está funcionando, Steve! —protestó Tani y el mencionado sabía que ella tenía razón. Los otros empezaron a acercárseles, buscando rodearlos, así que el moreno tomó su teléfono, ante la vista atónita de todos.

— ¡Duke! Los necesitamos, ¿dónde están?

— ¡Diablos! Steve, sí quiere vivir —susurró Lou.

Estamos en camino, Steve; pero no sabíamos del operativo, no recibimos el aviso.

— Bien, sólo apúrense, ¿sí? No aguantaremos mucho.

Dos helicópteros están cerca, resistan.

— Ya vienen —Steve tiró su teléfono y continuó disparando.

En lo que fueron minutos eternos, el equipo continuó peleando y sólo cuando el ruido de los helicópteros, más los disparos de los que estaban en ellos se hicieron escuchar, es que el Five-O pudo respirar. Las patrullas y los camiones del SWAT llegaron poco después y los hostiles se vieron obligados a retroceder y ese fue el momento oportuno, para que Steve y los otros avanzaran y fueran eliminándolos uno a uno.

Corazón FragmentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora