CAPÍTULO VI. DÍA DE ACCIÓN DE GRACIAS

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— ¿Planeamos la cena?

— ¿Qué cena? —preguntó Danny, dejando el expediente para ver a Adam.

— Día de Acción de Gracias —respondió Tani.

— Podríamos hacerla en casa de Steve —sugirió Junior— Hay espacio y será como... Como si de alguna manera él también estuviera.

— Y tenemos nuestro juego anual —recordó el capitán.

— Eso suena interesante —expresó Cole, sería su primera vez.

— ¿Danny? —preguntó el japonés al ver al hombre en silencio.

— Lo siento, sí.

— Estarás, ¿verdad? —preguntó Lou con el ceño fruncido.

— Eh... No. Quiero aprovechar que será un fin de semana largo para ir a ver a Grace.

— Creí que vendría a Hawái —dijo el capitán, de nuevo frunciendo el ceño.

— No, decidimos que nos reuniremos en Nueva Jersey y pasar el día con sus abuelos así que, Rachel, Charlie, Eric y yo la alcanzaremos allá —todo ánimo desapareció— Tani, Adam, confío en que retendrán el trofeo —recomendó alejándose, los demás se miraron entre sí.

En Los Ángeles, Mary Ann McGarrett se preparó para ir de compras. Joan finalmente estaba lista y la madre agarró su cartera y las llaves, cuando inesperadamente alguien llamó a su puerta.

— ¡Hola, Mary!

— ¡Hermano! ¡Qué sorpresa! —dijo abrazándole— ¿Dije sorpresa? ¡Es un milagro!

— Hola —saludó una mujer de pelo oscuro tras él.

— Tú eres...

— Catherine, se llama Catherine —respondió Steve.

— Sí, la recuerdo, hace unos años, en la casa de mis padres. No dejaba de escuchar tu voz a través de las paredes delgadas —la morena puso cara avergonzada, no es algo que quiere que la hermana de Steve siguiera recordando, pues estaba segura que se habían visto después, en mejores momentos que en la puerta del baño.

— ¿Vas a salir?

— Voy a hacer unas compras, y como supongo pasarán Acción de Gracias aquí, pues...

— ¿Compras? ¿No es algo tarde?

— Esto no es una isla, Steve. Voy a dejarte a Joan, así que más te vale que no te distraigas y la cuides o te mataré, ¿entiendes? —se agachó ante la niña para darle un beso— Ya vuelvo, cariño. Vigila a tu tío, ¿sí? —la pequeña afirmó y saltó a los brazos del hombre.

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Casi todos se habían marchado, únicamente Danny seguía en la computadora central, cuando Lou se aproximó en actitud sospechosamente casual.

— Oye, amigo.

— ¿Qué pasa, Lou? —preguntó sin levantar la mirada de aquellos papeles con los que comparaba ciertos datos.

— No quiero entrometerme ni nada; pero acaso..., ¿tú y Rachel están...? Ya sabes, de nuevo...

— Eh... ¡No! No. Después de la última vez, ya no quiero ganarme otro dolor de cabeza o una úlcera, por meterme en algo que rotundamente jamás va a funcionar.

— ¿Entonces?

— Ella sigue siendo la madre de mis hijos —el otro siguió esperando— Sólo hemos pasado un par de noches. Ni ella, ni yo tenemos a nadie a quien serle fiel, así que... A veces uno requiere cierta compañía, una cena... Sí me comprendes, ¿no?

Corazón FragmentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora