CAPÍTULO XXXVI. EN CASA

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En el salón, el caos había empezado, en cuanto se escuchó la identificación de quienes habían irrumpido en el lugar. De pronto, unos estaban buscando escapar y otros intentaban enfrentarse a las fuerzas del orden, quienes, estando fuertemente preparados, no estaban dispuestos a permitir que alguien huyera.

Decir que Roy Foster estaba enojado, era decir poco. Había planeado el evento por mucho tiempo, con demasiado cuidado. Había usado sus influencias para conseguir aquel lugar y se había tomado el tiempo de preparar con sumo cuidado, el traslado de los chiquillos, muchos de ellos recién adquiridos, y que sabía le hubieran dado enormes ganancias, ya que estaba seguro que más de uno de sus clientes estaría dispuesto a ofrecer una suma por su absoluta adquisición. Y por supuesto, también se había ocupado de investigar a cada uno de los que habían asistido, así que no encontraba explicación alguna para lo que estaba sucediendo. Su ira lo llevó a tomar su arma y empezar a disparar. No le importaba a quien asesinaba, mientras daba órdenes de usar todo lo que tenía.

Evelyn escuchó la advertencia de la policía y los inmediatos disparos. Luego de un momento de duda, optó por buscar todo aquello que tenía escondido en uno de los cuartos y que incriminaba a Roy y a toda la organización de varios delitos. De ninguna manera, todo aquello podía caer en manos equivocadas. Y por supuesto, tenía que salir de allí como sea, así que también necesitaba buscar un arma, que sabía Roy tenía escondida en una caja fuerte, junto con una cantidad de dinero en su dormitorio. La habitación quedaba en el piso de arriba y sus tacones no ayudaban, así que se los sacó y los llevó en la mano, alejándose de la balacera.

Al subir vio que no había rastro de guardias, que constantemente vigilaban la gran y extravagante mansión de tres pisos y luego de volver a preguntarse cómo es que la policía estaba allí, pensó que la única forma de que se hubiesen enterado, era que hubiese alguien infiltrado. Y pensó en Larissa.

¿Era posible? Sí, lo era, y quería poder encontrarla, interrogarla; pero su prioridad era el material incriminatorio.

Al llegar al segundo piso, alguien tapó su boca, alejándola de las escaleras para meterla en un cuarto. Ella tuvo que soltar sus zapatos al intentar soltarse.

— Hey, tranquila, Evy. Soy Paul, tu amigo.

— No eres nada, Paul —protestó ella liberándose.

— Siempre eres tan arisca.

— ¿Qué es lo que quieres?

— La policía ha rodeado el lugar, alguien nos delató.

— ¿Y?

— ¿Quién fue?

— ¿Por qué me lo preguntas? No tengo idea —él la miró con agudeza.

— Sé amable conmigo y te sacaré de aquí.

— ¿Estás traicionando a Roy? ¿No serás tú el que avisó a la policía?

— De ninguna manera, querida. Hace mucho que la ley está tras su rastro, sólo por sus influencias es que ha salido siempre libre. ¿Qué dices, Evy? ¿Vienes conmigo? —él mostró su arma acomodada en su pantalón. Claramente, no le estaba dando opción.

— No.

— ¿Por qué eres tan leal a Roy? ¿Qué te ha dado él, para que quieras quedarte? ¡Va a terminar muerto! ¿No lo entiendes? ¡Soy tu salvación! —gritó embravecido —la chica aprovechó el momento para empujarlo y hacerlo trastabillar con una silla. Darle un golpe tras otro, aunque en un momento dado, él la tomó por los brazos y fácilmente la tiró a un lado, haciendo que se golpeara en la pared.

— ¡He cuidado de ti! ¿Es así como me pagas?

— Nunca me has cuidado... Sólo buscabas aprovecharte.

Corazón FragmentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora