CAPÍTULO VIII. INICIANDO UN NUEVO AÑO

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Apenas un par de días habían transcurrido del nuevo año, y todo seguía como siempre: trabajo constante, reuniones tediosas y el infaltable imbécil que siempre buscaba darle más problemas, especialmente a la hora de hablar con la gobernadora sobre presupuestos para la unidad.

Claro, después de todo, como tienen municiones de sobra y las armas no sufren desperfectos por el constante uso y el material de los chalecos kevlar no se desgastan ni cuando reciben un impacto, para qué necesitaría el Five-O más presupuesto, ¿no?

Danny estaba seguro que el infeliz no tenía idea de los peligros a los que la fuerza de la gobernadora se exponía o lo que hacían para mantener a salvo la isla. Tanta era su frustración con el tipo, que pensó que no estaría mal si en algún momento, ese hombre se encontraba frente a frente con algún maleante, al menos un ratito y seguro que sólo entonces, no pondría objeciones para darles el dinero que requerían.

En fin, el detective se olvidó del maldito avaro en cuanto vio a su hijo, Charlie era su remedio contra los malos días, o las malas noches de insomnio.

Pero de nuevo había pasado otra noche sin poder descansar demasiado. Odiaba noches como esa en la que su cabeza y pensamientos se negaban a darle tregua. No importó que el día anterior, él y su hijo hubieran pasado el tiempo divirtiéndose, corriendo por el jardín hasta casi caer rendidos.

De forma consciente o inconsciente, no podía dejar de pensar en sus propias dificultades y tampoco en las que habían hecho que Steve se marchara, y entre ambos dilemas, su mente solía jugarle malas pasadas.

El señor Pickels estaba hecho un ovillo durmiendo sobre la otra almohada; pero al sentir que el de ojos azules se movió, él también lo hizo; dio un bostezo, se levantó, se estiró y caminó hasta subirse en el pecho del hombre quien le rascó las orejitas y el animalito se puso a ronronear.

— Quisiera ser como tú que, con un plato de comida, un poquito de cariño y una buena almohada eres feliz —susurró, mientras el gatito se recostaba sobre su pecho gustoso de recibir toda esa atención.

La pregunta de, ¿qué hubiera pasado sí...? también daba vueltas su cabeza, como cuando de la nada, se encontraba cuestionándose que tanto hubiera sido diferente su destino, de haber llegado a conocer al padre de Steve con vida. Y sobre eso, más y más cuestiones aparecían.

Quiso ignorar esa pregunta; pero de pronto se encontraba recordando, cuando su excompañero le había hablado sobre la grabación en la que John se oía desesperado, diciendo que no podía confiar en la policía y seguir con la investigación sobre el aparente asesinato de su esposa. Y también se puso a cavilar, sobre si alguna vez se habría cruzado con él en el departamento de Policía, y simplemente había pasado de largo o, quizás, ni siquiera se hubiera dado cuenta.

Y aunque por algún motivo se hubieran conocido, seguramente no hubiera podido darle una mano, aunque hubiera querido, porque había la posibilidad de que John, sabiéndole del continente, y como todos, pensaría que Danny no tendría la capacidad de ayudarle, primero porque estaría presente la desconfianza. Y, y segundo, porque el rubio era para muchos, sólo un tipo malhumorado a quien claramente, le costaba conseguir información ya que difícilmente, los otros detectives y uniformados le brindaban ayuda de buena gana. Excepto Meka. Quizás entre él y Danny, John podría haber obtenido los datos que requería o al menos apoyo.

Y quizás, el ex policía no hubiera sido asesinado.

Y a lo mejor, jamás hubiera conocido a Steve y a Mary, más que por alguna fotografía.

¡Maldición! Quizás incluso habían estado al mismo tiempo en algún supermercado, sólo que en diferentes pasillos. O, posiblemente, coincidieron en La Mariana Tiki Bar al que antes iba con frecuencia y al que Steve había dicho que a su padre también le gustaba ir. Ahora claro, el lugar estaba distinto desde que los amigos de Magnum, a quien seguía sin conocer en persona, se habían hecho cargo.

Corazón FragmentadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora