Capítulo 31

3K 146 11
                                    

Una semana.

Una semana desde los nuggets. Una semana desde ese beso robado. Y en ninguno de esos siete días había logrado reunir el valor suficiente para ir a casa de Daniela.

Sentía vergüenza de sí misma. Llevaba días sin hablar con la castaña, sólo observándola de lejos y con eso le bastaba. Pero ahora era diferente. Quería ver a Mire y jugar con ella. La ojioliva estaba muy encariñada con la pequeña diva.

Durante estos días no había logrado hablar con Daniela, en parte porque la evitaba entre clases y la otra razón era por Sebastián.

Pero esta vez, había algo un poco diferente que divertía mucho a Poché. Cada vez que sus ojos se encontraban con los de la castaña, Daniela la miraba un rato, luego parecía recordar algo y apartaba el rostro, ruborizada.

En los pasillos, una vez tropezaron, Daniela, al reconocerla, se apartó de un pequeño salto con el rostro rojo y siguió caminando, pero chocó la cabeza contra una puerta del salón.

En otra, Daniela se supone que estaba respondiendo una pregunta en la clase y ella lo hacía como siempre, tranquila y confiada. Pero al notar la mirada fija de Poché, confundió las palabras y comenzó a balbucear, terminando avergonzada frente a todos.

Se le hacia difícil a Poché, el no volver a robarle un beso. No entendía el comportamiento de la castaña, pero le encantaba. Era incluso hermosa siendo torpe y todo.

Aún así, Sebastián también parecía estar vigilándola, por esa razón fingía no ver a Daniela cuando el chico estaba cerca.

Pero hoy en el aparcamiento, le fue imposible, dado que la castaña se veía más hermosa de lo normal.

Tenía su cabello castaño atado en una coleta y llevaba una falda, junto con una blusa blanca manga larga con botones. Sus ojos brillaban y sólo llevaba un poco de maquillaje. Poché, al verla en la mañana, duró unos segundos con la boca abierta y sus amigas tuvieron que llevarla a rastras al salón, ya que sus piernas y cerebro no se coordinaban.

—La sigues mirando —comentó Laura, riéndose al ver a su amiga.

Estaban junto al coche de Troy, mientras el grupito de Daniela se hallaba alrededor del descapotable de Sebastián. Poché notó el buen humor de su amiga y se alegró por ella. Aún recordaba cuando le preguntó el por qué había faltado dos días seguidos, y Laura le confesó que se escapó de su casa para ver a Manuela.

Relató, toda risueña, que habían compartido la cama, con las manos entrelazadas, mientras veían películas toda la tarde y Manuela se recuperaba. Por eso su amiga estaba tan feliz.

El rostro de Poché se puso serio al ver la mano de Sebastián alrededor de la cintura de Daniela.

—A ella le encanta llamar la atención —dijo pícaramente Nora—, y más de cierta ojioliva por allí...

Sus dos amigas se rieron y Poché las miró, confundida.

—¿Qué ojioliva? ¿Le gusta una chica o algo así? ¿Quién es? —preguntó enojada, mientras sus amiga se reían más fuerte.

—Era broma, Poché —dijo Laura divertida, por lo lenta que era su amiga.

Pudieron seguir hablando, pero escucharon unos silbidos a lo lejos. Poché vió con sorpresa que la hermana de Daniela, Juli, marchaba con paso decidido por el aparcamiento, siendo el centro de atención de los chicos. Todos admiraban el contorno de sus caderas y, en general, el cuerpo atlético y bien formado de Juli.

Ella vestía unos vaqueros desgastados que hacían lucir sus curvas y una blusa negra con brillantina, llevaba una cartera en el hombro y unas gafas de sol. Sus labios rojos sonreían. Ella sabía el efecto que ocasionaba en los hombres, y algunas mujeres, así que se pavoneaba.

Rivales | Caché Adaptación | Corrigiendo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora