Capítulo 18

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El primer día habían hecho muchas actividades: aprendieron a hacer fogatas, manualidades, pescar e hicieron un círculo alrededor de una fogata.

Poché había pasado todo el día con Daniela, para la alegría de ella, ya que le habían colocado en su grupo de expedición, junto con Diana, otra vez. Así que mientras las tres andaban por el sendero, estaban dando una caminata con el resto del grupo, podía observarla todo el tiempo que quisiera.

Diana charlaba con ella, pero Poché no le prestaba la gran atención, y cada vez que Diana parecía querer tocar a Poché, la castaña llamaba a la chica para que fuera adelante con ella. Poché pensaba que era debido a que Daniela no quería estar con ella, eso la deprimió, pero volvió a estar feliz cuando tuvieron que agarrarse de la mano, para cruzar el río sin caerse. La mano de Daniela era cálida y su piel extremadamente suave, sintió un choque eléctrico recorrerle todo el cuerpo cuando la tomó, fue una lástima que tuvieran que soltarse al llegar a la orilla.

—Me duelen los pies —dijo Diana al rato, los otros grupos estaban unos pasos más adelante.

Poché había notado las miradas desaprobadoras de sus amigas, cada vez que la pillaban mirando a Daniela. Había intentado evadirlas cuando tuvieron que cruzar el río, ya que sospechaba que más tarde la reñirían por mostrarse como una boba al agarrar la mano de Alison.

—Podría cargarte —ofreció Poché y por un momento la castaña delante de ellas les prestó atención, ladeando la cabeza para escuchar mejor. Diana sonrió a la morena—. Pero ya que a mí también me duelen las piernas, no lo haré.

—¡Oh, vamos! —dijo dándole un golpecito juguetón en el hombro, Daniela bufó.

—Dejen de hacer el tonto. El grupo nos está dejando atrás, fenómeno —dijo y se fue unos pasos lejos de ellas, avanzando, y las dos chicas se apresuraron a alcanzarla.

Al llegar a la cascada todos quedaron impresionados, caía sobre unas rocas enormes y el agua parecía transparente. El profesor pidió a los estudiantes no perderse entre el bosque y que nadaran con precaución.

Poché recordó haber visto el bañador celeste de Daniela, por debajo de su camiseta blanca. El corazón se le aceleró, la vería casi desnuda pero, sintió como las manos de su amiga la jalaban y la llevaban a un lugar más apartado.

—Ni creas que vamos a dejar que pases el ridículo allí, mientras miras a esa perra —le dijo Laura, y Kim asintió.

—¿De-de qué hablan? —preguntó, nerviosa.

—Hablamos de que aún no se ha quitado la ropa y ya estabas babeando —le retó su amiga rubia y Poché se impresionó, le habían dado justo en el clavo.

—Yo no estaba haciendo eso.

—¡Claro! No planeabas quedártele mirando mientras se desvestía, ¿verdad? —preguntó Laura, sarcásticamente, y Poché se sonrojó.

—¡Sí lo ibas a hacer! —la acusó Kim, muy exasperada.

—Yo soy un ser humano, perdonen —dijo apartándose malhumorada de sus amigas.

—Ahora, vamos nosotras a bañarnos.

Kim y Laura la siguieron, aún enumerando las razones por las cual Poché era una idiota, y se encontraron a Nora con un bañador verde en la orilla del claro.

Las chicas ya se habían quitado la ropa, Poché llevaba un bañador con la parte superior de color blanco y la inferior negra. Nora silbó a verlas.

—Vaya, Garzón. Quien diría que estuvieses tan buena —se burló su amiga y Poché le dio un empujón, haciendo que cayera al agua.

Las tres empezaron a reír al ver el cabello empapado de la pelirroja, parecía un perro mojado. Poché intentó no gritar tan alto cuando Laura la tumbó a ella también. Al hundirse en el agua su piel se erizó, estaba fría, muy fría. Se cubrió los brazos con sus manos y comenzó a frotarlos, miró a Laura con ojos amenazantes.

Rivales | Caché Adaptación | Corrigiendo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora