Capítulo 40

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El lunes, estaban en el aparcamiento de la escuela escuchando los gritos emocionados de Laura, la morena recostada del capo sólo podía sonreír.

—¡¿Comprenden?! Me invitó a una cita, una de verdad. ¡No lo puedo creer! —dijo feliz, mientras se colgaba del hombro de Nora, ella también parecía feliz por su amiga.

—Yo también tengo una cita con Michael —confesó, y las demás la felicitaron.

—Yo fui a visitar a Mireia a su casa —pero, claro que todas sabían que, en parte, estaba feliz porque había pasado tiempo con Daniela.

—Terminaré viviendo con gatos —se lamentó Kim por falta de emoción en su vida amorosa.

—No creo, chica. ¿Sabes? Un chico del club de pesas no te quita los ojos de encima —le susurró Nora, y Kim le restó importancia.

—No importa, no quiero sufrir como ustedes. Ahora estarán felices, pero hace meses lloraban como locas —dijo, y sus amigas le dieron la razón, el amor era una gran montaña rusa.

—¡Dios, Poché! Aún no me lo creo —le susurró Laura a su mejor amiga, mientras las otras dos hablaban.

—Lucía tan adorable mientras me lo pedía. Estaba nerviosa y todo —contó con la cabeza en las nubes.

—Supongo. ¿Y a donde te llevará? —preguntó, riendo por la emoción de su amiga.

—Dijo que era una sorpresa —respondió emocionada.

—Puede que te sorprenda —aclaró dejando a su amiga con la duda, pero cuando preguntó se hizo la desentendida.

Estuvieron todo el día perfectamente, sólo que Daniela estaba molesta con Poché por lo de la otra vez, y se lo demostraba ignorándola, aunque a la morena no le pasaba por alto que la viera de reojo.

Sebastián la veía con enojo, pero la ignoraba mientras iba de la mano con su novia, aunque no los había visto besarse y Poché estaba feliz.

A la quinta hora estaba en el pasillo, yendo a clases, y escuchó a alguien que la llamaba, volteó tan brusco que le dolió el brazo roto, pero intentó disimular el dolor.

—Rarita, te estaba llamando. ¿No escuchas? —le dijo Manu, aunque de una forma bromista, no había desprecio.

—Mira, señorita. Yo estaba distraída yendo hacia mi clase, creo que deberías hacer lo mismo —le dijo echando su cabello para atrás.

—Y sobre todo yo te voy hacer caso —dijo rodando los ojos y tomando a Poché del brazo, para apartarse de los estudiantes que caminaban por el pasillo—. Oye, tengo que decirte algo.

—Sí, ya vi, Laura estaba muy emocionada hoy —el rostro de Manuela pareció iluminarse.

—¿De verdad?

—No paraba de brincar. Me recuerda aquella vez que se tomó cinco litros de cafeína —dijo riendo y recordando ese día, fue muy divertido. 

—Me imagino, pero ahora el problema es que hay un rumor, que dijo uno de los de primero —sus ojos miel estaban repletos de ansiedad y preocupación—, que casi besas a Daniela. ¿Es cierto? —Poché se coloró de pies a cabeza y eso fue la respuesta—. Supongo que sí —dijo un poco cansada.

—¿Cómo... cómo... quién?

—Hasta ahora sólo poco los sabemos, pero los rumores se propagan muy rápido, Sebastián podría enterarse —dijo observando la cara pálida de la ojioliva, suspiró y estaba dispuesta a arriesgarse—. Mira, Garzón, ¿tú está enamorada de Daniela?

Rivales | Caché Adaptación | Corrigiendo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora