Extra #1

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Daniela odiaba llegar tarde a clases, a menos que no fuera su clase favorita, la de inglés.

No había dormido muy bien ayer, le costaba pegar ojo por la noche y terminó leyendo sentada en su cama, despertándose más tarde de lo acostumbrado.

Cruzó la entrada esquivando ágilmente a los estudiantes en al pasillo para llegar al salón. Un pequeño pensamiento le llegó.

¿Dónde estaría María José Garzón?

Hizo una mueca sin entender muy bien el por qué debía pensar en ella. Desde el inicio de clases le sucedía. De vez en cuando la morena de ojos aceituna acudía a sus pensamientos.

Era absurdo, ella no se implicaba directamente con la chica, simplemente observaba a Manuela fastidiarla a ella y sus amigas. Nunca intervenía, sólo le sonreía a su mejor amiga. Además, Garzón, era de cierta manera... irritante para Daniela, su presencia la alteraba. Por eso no la defendía de las constantes burlas que recibía, igual la morena podía defenderse. Y, también, no quería perderse el adorable rostro que hacía Por cada vez que peleaba con Manuela.

Se detuvo en pleno pasillo.

¿Qué acababa de pensar?

Sacudió la cabeza, debía de ser el sueño.

Retomó su camino a clase, ahora rezando para no cruzarse a la perdedora de Garzón en todo el día. Pero la mala suerte le dio una patada mental. Al entrar por la puerta y pedir disculpas por su retraso, allí estaba.

Suspiró fastidiada, no entendía el por qué, pero en verdad no quería ver a Poché. El único asiento libre era uno junto a la morena, la castaña estaba pensando en simplemente dejarlo ser, ni que fuera a hablarle. Sólo la tendría que soportar esta clase, al parecer era la única que compartirían hoy.

Mientras caminaba varios chicos la miraban embobados, ella sonrió coquetamente, ya que, en secreto, disfrutaba un poco al saber que la encontraban linda.

Se fijó brevemente, no quería darle importancia. La morena estaba con el rostro escondido tras un libro alzado. Daniela arqueó una ceja. ¿Qué pretendía?

Tomó asiento mirando al frente, captando todas las explicaciones de la profesora Mabel. Anotaba los apuntes limpiamente en su cuaderno.

Después de unos veinte minutos, por la vista periférica, observó un pequeño movimiento a su izquierda. El asiento donde estaba Poché.

Sin querer parecer interesada le lanzó una mirada de reojo, abrió los labios sorpresivamente al verla. El libro que cubría el rostro de Poché había resbalado en la mesa, dejando ver a una morena dormida. Daniela se sorprendía. ¿Quién podría dormir en Inglés? Si la materia era maravillosa. Daniela no podría.

Aún sabiendo que Poché no le veía le lanzó una mirada de reproche, se sentía indignada, lo demostró apartando el rostro y mirando la clase. Pero una pequeña curiosidad le hizo volver a verla, quería asegurarse que en verdad la chica dormía.

La morena había cambiado de posición entre sueños, estaba con los brazos cruzados sobre la mesa y la cabeza recostada en ellos, con el rostro hacia Daniela. La castaña la observaba sin darse cuenta, aún con parte de su atención en la clase. Poché dormía con los labios entreabiertos y su cabello ligeramente revuelto por el movimiento, un mechón peli negro cubría su frente. Respiraba lentamente y parecía muy tranquila.

Después de una hora, toda la atención de Daniela se la había ganado la imagen durmiente de la morena, ni ella misma se había percatado de aquello. De lanzarle miradas fugaces había pasado a observarle fijamente, con la barbilla apoyada en su mano.

Un pensamiento tonto llegó a la castaña: María José Garzón era muy linda. Al menos al dormir, Daniela se justificó.

La observaba descaradamente; su rostro, cejas, labios y ese adorable mechón de pelo cruzándole el rostro.

Detuvo su respiración rápidamente al ver a Poché arrugando la nariz, sintió un incómodo cosquilleo en su estómago al pensar que la ojioliva la pillaría mirándola, pero se removió un poco hasta que finalmente cambió de posición escondiendo la cara entre sus brazos. Inconscientemente la castaña frunció el ceño, rápidamente frustrada, por no tener más la visión del rostro de Poché dormido.

Después se dio cuenta de lo tonto que era aquello y decidió volver a ver la clase, un poco confundida por su actitud.

Abrió los ojos al ver la pizarra repleta de oraciones y conjugaciones que no entendía muy bien, había perdido el hilo de la clase y por ello no comprendía que tema estaban viendo. Maldijo interiormente e intentó guiarse por su libro de texto.

—Señorita Calle —le llamó la profesora, sonriendo. Daniela era una de sus mejores estudiantes y necesitaba que diera el ejemplo—. ¿Podría pasar a la pizarra para completar la siguiente oración?

Daniela tragó fuertemente, mirando lo que decía en la pizarra sin tener idea alguna.

—Yo... disculpe, profesora. No... entendí muy bien, no sabría cómo. ¿Podría volver a explicarlo, por favor? —dijo con el rostro ardiendo, todos la observaban sorprendidos y la profesora Mabel se mostraba igual.

—Por supuesto, veamos si esta vez puede lograr comprender, señorita Calle —dijo amablemente dirigiéndose a explicar la conjugación en la pizarra nuevamente.

Daniela asintió, copiando todo y queriendo dejar de sentir vergüenza por lo ocurrido. A su lado Poché hizo un pequeño ruidito entre sueños, Daniela se obligó a sí misma a no voltear a verla.

Ya, a pocos minutos de terminar la hora de inglés, la peor clase que había tenido hasta ahora, volvió a ver a Poché que, increíblemente, seguía dormida. Daniela le fulminó con los ojos, recogiendo sus cosas y queriendo salir lo más pronto posible culpando a Poché de lo sucedido en clases. Todo era culpa de ella, por ello la ojioliva le caía tan mal.

Al escucharse la campana, salió de primera sin importarle ver si la morena despertó, estaba enojadísima con ella. Todo era su culpa, idiota Garzón.

Aquel pensamiento la acompañó todo el día, incluso aquella noche minutos antes de dormir. Le fue mal en su clase de inglés todo por culpa de María José Garzón y su tierna forma de dormir, arrugando la nariz y haciendo ruiditos adorables. ¿Qué estudiante dormía durante clases?

Si la morena hubiera estado despierta en la clase, nada de eso hubiera sucedido. Sí, todo era culpa de ella.

Lo que Daniela no comprendía era que no tenía sentido echarle la culpa a Poché. Era de ella misma por lo que, sin ser consciente, comenzaba a sentir por la ojioliva. De todas formas, Daniela empeoraría con el pasar de los días, sólo quedaba desearle suerte.

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¡Hola!

Ya no sé qué más decir cuando llego aquí, así que sólo diré: ¡votad! 😀

Adeu :)

Rivales | Caché Adaptación | Corrigiendo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora