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Hugo

Hace días que ya estaba en Madrid, sin duda la visita de Nía había mejorado el ánimo de Anaju, ya no pasaba todo el día en la cama y sus llantos a media noche habían cesado, de a poco comenzaba a salir nuevamente a la calle y a retomar el contacto con su familia.
Caminaba por la calle casi a oscuras cuando vi un pequeño puesto de flores que aún seguía abierto, pensé en llevarle un ramo de girasoles a Anaju, sus flores favoritas. Hace tiempo que ya no teníamos detalles de conquista el uno por el otro.
Abrí la puerta con dificultad mientras escondía el ramo de flores en mi espalda.
- Ya llegué cariño - grité para que apareciera pero no fue así.
Camine hasta la habitación y la cama seguía revuelta sin rastros de ella, escuche el agua correr en nel baño y supuse que estaría en la ducha.
- ¿ Anaju? Ya llegué -dije asomando mi cabeza por la puerta.
No podía creer lo que estaba viendo, lo único que hice fue correr para sacarla debajo del chorro de agua que caía sobre ella que estaba acurrucada en el piso de la ducha llorando mientras el agua fría cubría su cuerpo.
La tomé entre mis brazos y la acune en mi pecho abrazandola fuerte para calmar sus temblores a causa del frío, sus llantos ahogados en mi pecho me partían el corazón y nunca en mi vida la había visto tan vulnerable.
Mi camisa blanca estaba empapada por el contacto con su cuerpo desnudo, la tome entre mis brazos y la lleve hasta la cama, pisando en el camino el ramo de flores que se había caído de mis manos al verla.
Con una toalla cubrí su cuerpo mientras no la soltaba de mi agarre. Sus temblores poco a poco iban disminuyendo al igual que su llanto.
- Calma...estoy aquí - repetí una y mil veces en su oído mientras me mecia a un ritmo lento con ella en mi regazo.
Sus manos enrolladas en mi camisa mojada tiraban de mi con fuerza, Anaju era incapaz de pronunciar algo pero me hacía saber que no quería que la dejara sola y no lo haría.
Cuando logre que se relajara la vestí y seque su cabello, la acoste a mi lado y no la deje en ningún momento hasta que se durmió.
Me cambié por ropa seca y salí al balcón por necesidad de tabaco, la noche estaba más cálida que días anteriores y era indicio que entrábamos a la primavera.
De vez en cuando me acercaba hasta el ventanal que daba a la habitación para poder asegurarme que estaba bien, seguía en la misma posición que la había dejado con su respiración más tranquila.
Me había descolocado el verla así, nunca se había mostrado tan frágil ante mí y esta noche cuando pensé que todo mejoraba la encontré con un ataque de pánico bajo el chorro de agua de la ducha.
Camine hasta el baño y seque el piso mojado, recogí los pétalos amarillos esparcidos por la alfombra y salve algunos girasoles que seguían intactos, en el camino hasta la habitación encontré los pequeños zapatitos amarillos que le habían regalado a Anaju en una firma de discos y creo haber encontrado la razón que la había roto nuevamente.

Preparé cafe a primera hora de la mañana para mantenerme despierto, me había pasado la noche en vela cuidando el sueño de mi pequeña, entre a la habitación con una taza en mi manos y la encuentro abriendo sus ojos buscándome por la habitación.
-  Estoy aquí - digo sentandome a su lado y dejando una vara de girasol frente a ella.
La toma con sus delicadas manos y recorre cada pétalo con sus dedos como si nunca hubiera tenido una en sus manos.
-Perdon por lo de ayer - dice en un tono apenas audible.
- No tienes que pedirme perdón por eso...pensé que ibas mejor - acarició su pelo y levantó su rostro desde su mentón para poder observarla.
- Me quebré- dice con sus ojos hinchados y aún rojos.
- No pasa nada.
La acuno una vez más en mis brazos y nos dormimos.

Anaju
Me despierto y Hugo no está, el girasol está sobre la mesita de noche junto a la taza de café de esta mañana.
Camino hasta el living y esta medio dormitando con la T.V encendida en un noticiero. Son las 2 de la tarde y me siento cansada como si no hubiese dormido en varias noches.
Encontrar esos zapatitos me habían roto en mil pedazos y se había abierto lo que comenzaba a cicatrizar.
Perdí en control de mí misma y me avergüenza saber que Hugo me vio de esa forma.
Lo veo dormir con si respiración tranquila sobre el sofá y lo cubro con una manta que desdobla a sus pies. Está cansado, se que no durmió durante la noche para asegurarse que me encontraba bien.

SOMOS NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora