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Maratón 2/3

Busco ropa limpia para poder ducharme pero siento unos golpes insistentemente en mi puerta que me hacen sobresaltar, corro hasta la entrada pensando que algo le pudo ocurrir a Alfred, giro la llave y la puerta se abre de un golpe y lo veo, mi corazón  late tan rápido que creo que se me va a salir en cualquier momento, mis piernas y manos tiemblan y tengo miedo de no poder sostenerme.
Hugo está frente a mi puerta, su cabello un poco más rubio y desordenado lo hacen parecer más pálido, sus ojos color nacar están oscurecidos y sus manos están formando un puño apretando con fuerza.

- ¡No puedo creer que estés con ese imbecil ! - me grita.
- Hugo...¿que...que haces acá? - trato de hilar las palabras que salen de mi boca pero lo logro con dificultad.
- ¿ Hace cuánto estás con él? Te vi hoy en la mañana entrando en su puta casa Anaju, pensé que aún teníamos una oportunidad.

Entonces entendí que él era quien me había estado siguiendo en aquel auto negro. ¡Maldición Hugo! Siempre llegas como un huracán.

- ¡No puedes venir hasta mi departamento gritando de esa manera! - mis fuerzas vuelven para enfrentarlo - ¡Tú me dejaste...tú tienes a alguien ahora! ...¿Cuándo volviste?

Se acerca peligrosamente hacia mi cerrando de un fuerte golpe la puerta, mis pies me llevan por inercia hacia atrás provocando que choque con la pared que está a mi espalda.

- Jamás te dejé Anaju, siempre esperé por ti, quería que fueras conmigo.
La distancia cada vez era más corta entre nosotros, su perfume amaderado mezclado con tabaco volvía a inundar mis fosas nasales y cerré mis ojos de forma inconsciente para guardarlo una vez más por si lo volvía a perder.
- ¡Me dejaste cuando más te necesitaba a mi lado! - lo empujo con mis manos en su pecho y siento que me electrizo con su toque - Ahora no puedes venir aquí por verme con Alfred, tu tienes novia y deberías respetarla.
- ¡No puedo dejarte ir ! - golpea la pared haciéndome dar un pequeño saltito.
- No te acerques Hugo - su respiración tibia choca en mi piel.
Siento un nudo en mi garganta y no soy capaz de contener mis lágrimas, Hugo acaricia mi mejilla suavemente y luego recorre mis labios con la yema de sus dedos, veo como cierra sus ojos y junta su frente con la mía.
- Perdón- susurra - no debí dejarte, jamás te quise perder.
- Hugo por favor... - suplico con mis manos en su pecho - no lo hagas más difícil.
- Necesitaba perderte para darme cuenta que te necesito.
Su mano baja a mi cuello rozandome tan lentamente que parece una tortura, mis manos temblorosas se enredan en su cabello, cierra los ojos y se muerde el labio de una forma muy provocativa. Tengo miedo de no poder controlarme.
- Hugo no sigas - susurro.
- Desearía causar el mismo efecto que tu causas en mi - su mano libre se apoya en la pared dejándome sin salida.

Y son esas palabras que hacen un click en mi, me lanzo sobre sus labios tibios, una electricidad recorre nuestros cuerpos y es tan excitante como doloroso. Sus manos se ubican en mi cuello y cintura y me acercan hasta él, siento su cuerpo tibio reaccionar por mi como antes lo hacía , enreda su mano en mi pelo y tira de él suavemente dejando mi cuello libre para devorarlo cual vampiro dando pequeños mordisquitos, nuestras lenguas se sincronizan fácilmente como si nunca nos hubiésemos separado, me levanta de mis caderas haciendo que enrolle mis piernas en su cuerpo apoyando mi espalda en la pared, un gemido se escapa de mis labios.
Me toma de forma brusca del mentón y me observa detenidamente por varios segundos antes de volver a besarme desesperadamente.
Nos reclamamos los meses que no estuvimos, necesitando apagar la sed por el otro y pidiendo por la droga que nos hacía adictos.

Mete sus manos por debajo de mi camiseta y recorre mis pechos suavemente para que la prenda termine en el suelo segundos más tarde. Su lengua toca mi piel desnuda y me eriza mis pezones, los lame por sobre la tela
De mi ropa interior y no aguanto mis gemidos, sus ojos oscurecidos me miran disfrutar como si el depredador observa a su presa, con mis manos me quito lo que me queda y tiene paso libre para poder sentirme.
Me baja y se quita rápidamente su camiseta, aprovechó para desabrochar su pantalón y bajarlo hasta los tobillos, con mi mano tocó su parte más íntima y me doy cuenta de lo excitado que esta. Sus labios me reclaman nuevamente y con su mano libre me toma la mía y guía mi recorrido por su cuerpo, la mete por debajo de su boxer haciéndome sentir lo duro que esta, en un movimiento rápido baja mis calzas junto con mi ropa interior y me aprisiona nuevamente contra la pared, me gira rápido pasando tortuosamente lento su lengua por mi cuello, mi piel se eriza y él lo nota.

- Tu cuerpo nunca miente ante mi toque - dice pasando sus dedos por mis caderas.

Enrolla mi largo y ondulado cabello en su mano y lo tira hacia atrás otra vez, es un dolor agradable que me gusta sentir. Entierra sus dedos en mis caderas y me guía hasta la mesa haciéndome apegar mi espalda en la madera fría.

- Pídemelo - susurra en mi oído.
- Te deseo...por favor - susurro al mismo tiempo que le muerdo el lóbulo de la oreja y apoya su erección en mi entrada.
Se roza suavemente contra mi provocándome, me besa y sin previo aviso entra en mi suavemente, no tardamos mucho en encontrar el ritmo adecuado, estamos cubiertos por una capa de sudor mientras me aferro al borde de la mesa en cada una de sus bestiales embestidas, sus manos me afirman de mi cadera y ninguno es capaz de apaciguar los gemidos, temo que mis vecinos estén escuchando un gran espectáculo, pero es lo que menos me importa en este momento.
- Más fuerte - digo entre dientes y se afirma de mi cuello mientras ahoga sus gruñidos en mi piel, entierro mis uñas en su espalda sin medir mi fuerza y juntos llegamos al orgasmo haciéndome temblar mis piernas. Sin salir de mi se recuesta en mi pecho y yo lo abrazo con mis piernas.
- Eres la única que es capaz de llevarme al infierno y desear arder en él.
Besa mi pecho y mis labios y en un movimiento rápido sale de mi y siento su vacío, me toma entre sus brazos y me lleva hasta el sofá.

SOMOS NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora