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Hugo

Los últimos cuatro meses me  había pasado casi día y noche en el estudio, no tan solo por trabajo, la relación con Anaju cada día era más insostenible. Luche con todo lo que pude para recomponerla y juntar todas sus partes rotas, me apoyé en sus más cercanos para que me ayudaran pero casi nada ayudó...ni siquiera nuestro amor. Sigo tan enamorado de ella como desde aquel 29 de febrero cuando me di cuenta de mis sentimientos, nada en mi ha cambiado pero no quiero estar dentro de esta situación. La gira mundial comienza en unos pocos días y las últimas discusiones se han tratado acerca de eso, insiste en que me quede, en que no la deje y me he estado replanteando el cancelarla para quedarme a su lado, mentiría si dijera que no me estoy comiendo la cabeza por una elección y yo le he pedido incansablemente que vaya junto a mí.

Las puertas del ascensor se abren y giro la manilla para entrar a nuestro departamento, la busco entre las cuatro paredes y no hay rastro de ella. La cama está estirada y hay un plato sucio en el lavaplatos.
Me alegra saber que esta comiendo
Camino hasta nuestra habitación y desempolvo mi maleta desde el fondo del armario.
Comienzo a guardar cada prenda que necesito para los próximos conciertos, es cierto estaré fuera durante casi un año y se que esto va a generar un quiebre en nuestra relación pero más tarde me encargaré de preparar nuestra cena para poder hablar con mi señorita y espero que lo entienda sin significar el término de nuestra relación.
Termino de guardar lo necesario y voy hasta la cocina, me encargué de hacer la compra y dejar mucha comida por si la necesita, sé que solo esta comiendo para subsistir, lo noto en sus costillas que se marcan cada vez que se recuesta.
Miro el reloj, las 6 de la tarde y aún no aparece por la puerta, la cena está en el horno a punto de estar lista y yo preparo la mesa, coloco un pequeño arreglo de flores en el centro y velas para darle un ambiente más romántico.
La alarma de mi teléfono suena indicando que debo sacar la lasaña del horno al mismo tiempo que la puerta se abre.
Anaju me mira con el ceño fruncido, le asombra mi presencia luego de estar ausente los dos últimos días. Sus ojeras me dicen que no ha dormido bien. Sus pasos suaves se acercan hasta la mesa y levanta las cejas sin decir nada, va hasta el baño y escucho como lava sus manos para después aparecer frente a mi.
- ¿Recordaste que vivías acá? - pregunta sarcástica y se que esta enojada.
- Siempre he vivido acá -digo mientras sirvo la lasaña en dos platos - quiero arreglar las cosas.
Caminamos hasta la mesa y me mira sin decir nada, su mirada sigue apagada desde el día que nuestra pequeña Eleanor se fue.
- Espero que te guste
- Sabes que la lasaña es uno de mis platos favoritos.
Veo como sonríe por primera vez desde que entro por la puerta, toma el tenedor con su delicada mano y prueba el primer bocado, cierra sus ojos negros y sé que esta disfrutando la comida.
- Me alegra que te guste.
- Difícilmente podría no hacerlo.
Sonrío por su respuesta. Nos quedamos cenando en silencio, después de todo los silencios a su lado no son incómodos y jamás lo han sido.
- No has llegado - dice con la vista fija en su plato.
- Estuve trabajando.
-¿ Día y noche? - sus ojos se clavan en mi.
- No...supongo que estaba evitando esta conversación.
- ¿ A qué te refieres? - abre ligeramente su boca - ¿ Me va a dejar?
- No te voy a dejar Anaju.
Me siento a su lado y tomo su mano entrelazandola a la mía.
- ¿Podemos hablar esto mañana? Quiero tener un tiempo contigo, te extraño demasiado.
Apega su frente a la mía y siento su respiración chocar en mis labios. Acaricio su mejilla y mi boca se va casi como un imán a su cuello, cierro mis ojos e inhalo su perfume

Quiero poder llevarla conmigo pero sé que su respuesta es negativa.

Mis labios se acoplan perfectamente a su cuello y me deja el camino libre, la tomo de sus caderas y la siento sobre mi mientras no me despego de su piel, sus labios me reclaman y la beso, enreda sus dedos en mi cabello y tira de él haciendo que se me escape un gemido. La tomo en el aire y camino con ella hasta el sofá para sentarme con sus piernas ambos lados de mi cadera. Comienza a moverse lento sobre mi y la tomo del cuello para apegarnos su frente a la mía, sus ojos sostienen mi mirada y sus gemidos son silenciados con un beso desesperado. Muerde mi labio con fuerza pero sin dañarme. Desabotono muy lento su blusa y la deslizo por sus brazos para tirarla al piso, lleva ropa interior negra de encaje. Con mis manos masajea su pecho mientras echa su cabeza hacia atrás sin dejar de rozarse contra mi...me tiene duro en pocos minutos.
Sus manos rápidamente me quitan la camisa gris y sus labios atrapan mi cuello, pasa su lengua tibia por mi pecho subiendo a mis clavículas y volviendo a mis labios. En un movimiento rápido la acuesto sobre el sofá y ella ríe sorprendida, enrolla sus piernas en mi cadera y deslizó mi mano por encima de su pantalón acariciando su entrepierna, cierra los ojos y la toco un poco más fuerte.
Sus manos se van al broche del pantalón para quitarlo pero la detengo.
- Ese es mi trabajo - susurro con mi voz ronca a causa de la excitación.
- Estas tardando -dice sin perder el papel de controladora.
Tiro de su pantalón junto con la ropa interior y beso cada centímetro de sus piernas hasta llegar a su punto de excitación. Esta húmeda...muy húmeda y me encanta. Paso mi lengua por alrededor para acariciarla suavemente con mis dedos que luego los llevo a mi boca sin dejar de mirarla, se que eso le excita y su mordida de labio me lo confirma.
Vuelvo a besarla ahí abajo y sus piernas se abren un poco más para dejarme el espacio suficiente, sus gemidos son más fuertes y se que esta disfrutando. Me quito lo que me queda de ropa y aguantando mi peso en mis brazos me acomodo encima de ella.

Anaju

El poder que tenía Hugo sobre mi no lo tenía con nadie.
Su cuerpo tibio sobre el mío me hacía temblar. Con su bulto me rozo mi entrepierna y me besa en la boca de una manera desesperada, tiré de su pelo y sin previo aviso entró en mi. Un pequeño grito se escapó de mi boca. En pocos segundos encontramos nuestro ritmo y en cada embestida yo gemía en su oído. Sus gruñidos me despertaban mi lado más salvaje, con mis piernas en sus caderas lo apegaba más a mi para que su penetración fuera mas profunda. El ritmo cada vez aumentaba y con ello el deseo del uno por el otro. Me atrevo a decir que estamos pisando el infierno.

SOMOS NOCHEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora