Dilema

56 13 46
                                    

Hay una regla, una absurda y horrible regla que se debe cumplir cuando trabajas para gente poderosa, sea cual sea el origen de su poder.

No te enredes con la hija de quién te da de comer.

Tarde.

Mis manos están en la espada de Gala, acariciando su piel bajo la blusa ajustada, la sensación de peligro, prohibido e inalcanzable hacen de este momento glorioso en verdad, mi cuerpo entero sólo quiere disfrutar de ella.

Su pequeña y esbelta figura me embriaga, al igual que su perfume mezclado con el calor de su piel.

Beso de manera apasionada sus labios mientras la traigo más a mi con las ganas de obtener todo lo que pueda de ella, mi sed es tanta, que no me detengo en simples besos, muerdo de tanto en tanto causando que el calor suba evidentemente en los dos.

Bajo hasta su cuello, plantando besos de fuego, porque es imposible menos, su piel sabe a dulce veneno, y sus suspiros a locura.

Sus manos se enredan en mi cabellera, estirando algunas hebras, causando que el dolor se convierta en placer que recorre mi sangre, provocando que todo en mi se queme y palpite al 1000.

Vuelvo a sus labios, cuando el instinto del placer la toma, pues sus manos me atraen más a ella y comienza a apretar su cuerpo contra el mío. <<¡Dios, esto se está descontrolando>>

—Gala...—Susurro apenas, y son ganas de hacer lo que voy a hacer, pero no puedo dejar que esto se complique más—, debemos parar...

—¿Por?

—¿Por qué no podemos?—pregunta en un susurro y me mata en ese ronroneo.

Tengo los ojos cerrados y la sigo besando, pero mucho más suave, más quedo, más tierno, ella hace lo mismo.

Nos separamos unos centímetros, mis manos siguen bajo su blusa acariciando la piel de su espalda, Gala acomoda mis cabellos con sus manos y vuelve a besarme, pero esta vez con delicadeza, creo que esto me vuelve mantequilla, mucho más que sus besos apasionados, y eso se me hace más peligroso.

—Porque vas a 100 en una carretera llena de baches y peligros...

—¿Y si es justo eso lo que busco?—con esa pregunta desarma toda mi estabilidad, porque ¡Dios! es tan deseable, tan... no hay definición alguna para ella ahora mismo, más que mi aparente locura, estoy hechizado por Gala.

—No somos nada Gala, y tengo ganas de serlo todo...pero te vas... y si tus besos ya queman ¿Qué sería si seguimos jugando con la llama?

—Eire... tú me haces querer tocar el fuego—Sus ojos brillan en demasía y mis manos tiemblan sobre su piel.

—¡Dios! ¿Cómo haces para ser tan deseable con sólo una mirada?

—Es un don...

El sonido del celular de la chica hizo que todo a nuestro alrededor vuelva, recordé que estamos en el depósito, sentados sobre un viejo baúl de herramientas, escondidos del mundo, bajo la penumbra.

—En el patio—Dice ella apretando sus labios—. No Mirtsa, dile que no voy a atenderlo, que estoy pensando en varias cosas y cuando lo tenga claro yo me comunico con él... tú solo di eso, ¡No, no me pidió ser su novia! Deja de decir tonterías. ¡Adiós!

Gala vuelve a guardar el celular y rodea mi cuello con sus brazos, me ofrece una sonrisa de esas que se introducen bajo la piel.

—¿Mirtsa?— pregunto acariciando su torso muy delicadamente logrando que la piel se le erice por el tacto

—Asier vino, para hablar conmigo, pero como me escondí con el jardinero, no tienen idea de donde estoy...

—¿Y no quieres hablar con él?

—No...—Mira mis labios y eso acto me trae al borde de la desesperación.

—¿Y qué vas a hacer con Asier? con todo lo que tienes de información.

— Aún no lo sé... quizás contárselo a papá... o investigar un poco más.

—Deberías dejarlo Gala, en verdad, ¿Por qué mejor no buscas cómo ayudar a esa gente y dejas pasar lo que Asier te metió en la cabeza? El mundo está lleno de jueces buscando culpables, y ningún humano capaz de solucionar los problemas.

Ella sonríe y se baja de mi regazo, y eso sólo hizo que yo me pusiera de pié y la volviera a traer hasta mi, para plantarle un beso corto.

—No es fácil Eire—responde abrazándome, y una sensación de culpa sacude mi interior—, pero me gusta tu frase, es casi poética, la voy a usar.

—¿Vas a ir al cumpleaños de Asier?

—¿Por qué lo preguntas de la nada?— mira a mis ojos y yo termino suspirando ante su belleza.

—Sólo lo quiero saber...

—Bueno, no lo sé, hay cosas que debo resolver, ahora mismo, lo único que quiero que me distraiga está frente a mí... y estoy esperando impacientemente que siga dejándome sin aire.

—Eres demasiado buena para ser real—Digo llevándola contra la pared del depósito y apretando mi cuerpo contra el suyo— ¿Quieres volverme loco no es así?

—Quiero que no me olvides... así que cuando tengas alguna novia, pienses en mi, que recuerdes nuestros besos y mi nombre se instale en tu cabeza, así, para que cuando yo regrese, te hayas dado cuenta, que a la única persona a la que amas es a mi.

—¿Quieres que te espere y me vuelva monge? por que lo hago.

—No, quiero que pruebes el mundo y sepas que al final, no hay besos como los míos.

—Eres posesiva... malcriada y caprichosa, malvada, nada de eso que decían...

—¿Tierna, educada, compasiva y buena? No, ya no quiero eso, me pierdo de lo bueno del mundo...

Vuelvo a meter mis manos bajo la blusa de Gala, y nos volvemos a enredar en los besos envenenados que cada vez saben mejor.

Ella también mete sus manos bajo mi remera y recorre mi torso, araña mi espalda y me aprieta contra ella.

La locura consume lo poco que me queda de conciencia, y aún así, aún en medio de mi aparente perdición, las alarmas están puestas, y mi trabajo comienza a apresurar y a meterme en un dilema, esto debe saber mi jefe, no puedo permitir que todo lo que mi familia ha ganado, que todo lo que nos han ayudado se vaya a mierda, por culpa del soplón de Maluf. 

Harta de las alas (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora