Supongo que sí

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Terminé olvidando por qué me ofendió tanto el comentario de Asier, y comencé a amar cada segundo que pasábamos juntos, Y se nota que Mirtsa y Josías también lo amaban, los 4 no dejabamos de sonreir, y hablar de las caídas y malas jugadas que hicimos en el campo. 

Lisenda nos escuchaba atenta, mientras servía en el plato que nos correspondía a cada un una buena porción de ensalada, seguidamente Eire ponía en cada plato un trozo de carne, y él también estaba atento a los relatos sobre nuestro desastroso juego de baloncesto. 

Antonío estaba sentado en la punta de la mesa, y no disimulaba las carcajadas y las expresiones de sorpresa cuando terminábamos de comentar cada proeza. 

— Para ser honesto— Dice Antonio, —No me había reído tanto desde que Eire calló en el jardín y se embarró de lodo por andar de distraido, y eso fue la semana pasada. —Vuelve a reir y se agarra la barriga y eso me parece muy gracioso— Me alegra saber que pasaron una buena tarde, y lejos de los videojuegos y la televisión. 

—¡Ay Antonio! Si lo dices así, me arepiento de haber dejado mi serie por la mitad—Mirtsa habla mientras se ataja la cabeza con los brazos que lleva apoyados a la mesa. 

—La serie seguirá en Netflix—Agrega Asier mientras bebe un vaso de refresco y le guiña un ojo a mi hermana— Pero una tarde de juegos con el gran Asier, hay que valorarla.

—La verdad hicimos un gran equipo— Mi hermana habla sonriendo de oreja a oreja, ¡Vaya! Resulta que la chica tiene una hermosa sonrisa, ojalá la usara más. 

—¿Hicieron?—Josias ríe y yo no disimulo mi onrisa ante su reclamo—No hubo ustedes Mirtsa, Asier ganó ese juego. 

Todos rieron con el comentario de mi hermano que comenzó a cortar la carne, Mirtsa comenzó con sus justificaciones y una pequeña guerra se armó entre ellos, para ser honesta, creo que es el rato más largo que han hablado ambos. 

Me mantengo en silencio, y aprecio por completo la escena, mientras en mi mente se hace una grieta, y una pregunta se escapa de ella, como si muy al fondo de mis pensamientos hubiese encerrado mis dudas y vacíos, ¿Así se siente ser feliz de verdad? ¿Esta es una familia?

—¿Estás bien? —Pregunta Asier poniendome una mano sobre la mía, yo sacudo la cabeza, evitando que las lágrimas se me escapen, porque no quería hacer un espectáculo en medio de un momento tan feliz, se supone que debería estarlo yo también, pero por alguna razón quiero llorar. —¡Ey! ¿Quieres ir afuera? —me susurra, mientras niego y miro directo a mi plato de comida. 

—¿Señorita Gala?—Eire me habla, está sentado justo en frente, yo levanto la cabeza para ver que me ofrece una sonrisa, él me pasa una servilleta de papel muy amablemente y yo lo tomo agradecida. 

Sin pensarlo lo llevo a mi rostro, y limpio las pequeñas gotas que se me escaparon de las esquinas de los ojos. Levanto la cabeza, para darme cuenta que soy el centro de atención, por lo que vuelvo a sacudir la cabeza. 

—No se preocupen—Digo apenas, mis hermanos me observaban atentamente, y notaba algo de preocupación— Es solo que, siento algo, que me achica el corazón, y, en serio, me pone muy feliz compartir con ustedes, siento que esto es realmente bello, siento...

—Calidez...—Completa Lisenda a lo que yo afirmo de inmediato. 

—Gracias—Digo mordiendo mi labio e intentando atajar las lágrimas, ¡por Díos! no quiero ser una llorona. —Gracias por invitarnos.

—Gracias por venir Gala,—Antonio se apoya sobre sus codos y me mira directo a los ojos— Aunque ustedes no lo crean, para nosotros ustedes son como nuestros hijos, los queremos, mucho, y nos alegra que hayan venido, y que al fin levanten sus ojos para vernos a nosotros.

Harta de las alas (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora