AÇAI

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El ruido de la puerta de mi habitación me me delata que alguien ingresó, yo sigo en mi baño, alistandome para recibir a mi visita.

—¿Quién anda allí?—Pregunto mientras me coloco crema en las piernas.

—Yooo—La voz de Mirsa es inconfundible, sólo pongo los ojos en blanco.

—¿Qué haces en mi habitación?

—Llegó el petrolero—Dice y su voz suena a que está tocando mis cosas ¡Dios esa niña! —,Creo que te gusta.

—¿Disculpaaaaa?—Grito mientras me visto. Esa niña ya no sabe qué es lo que dice.

—Hasta aquí huelo la crema que te pones...

—Siempre me pongo cremas, tonta.

—¡Vamos Gala! Mamá se pelea contigo para que vayas al salón de bellezas, no digas que te cuidas, tienes suerte de ser bonita sin cuidarte.

Salgo del baño con el cabello ya recogido en una coleta, me encojo de hombros y hago de cuenta que no la escuche y que lo que dice no tiene sentido alguno.

Ya mientras me coloco los calzados deportivos me percato de lo que está haciendo mi hermana en mi armario.

—¿Por qué estas quitando mi ropa de diseñador?

—Lo voy a feriar...

—¿Te volviste loca? ¿Para qué quieres feriar ropa? Y peor aún ¿por qué  mi ropa?

—¡Vamos nisiquiera lo usas!

Hago un gesto de incomprensión mientras me siento en mi tocador y me pongo algo de polvo en el rostro.

—Ahora, dame una buena razón para que te de esos vestidos—le digo mirandola desde el espejo.

—Necesito el dinero...

—Te lo paso a tu tarjeta, ¿cuánto?

—No lo entiendes...

Mirsa se tira en el suelo, con sus apenas 12 años es aveces un poco extraña, y tiene más dramas que yo a mis 15, a veces quisiera que sufriera menos y viviera más su dia a dia, pero ella parece no ser tan fuerte como lo somos Josias y yo.

—Explica...

—Diana Reverni, dijo que... todo lo que tengo no es mio, que no debería decir mi celular, mis plumones, mis libros, porque realmente es papá el que lo compra con su dinero, y quiero hacer yo dinero... y que mejor que vendiéndolo todo.

—No puedo creer que lo que diga ella te afecte—Me volte y muerdo mi labio—Por sobretodo cuando ella tampoco se ha comprado nada, es obvio que lo que tiene se lo compró también su padre, me sorprende que caigas.

>>Pero sabes qué... te voy a dar todo lo que está en el armario de la derecha, con la condición de que me des un 30 %.

Mirsa rio con lo que le dije y se acercó a mi, puso una mano sobre mi frente y con ello un gesto de burla.

—¿Estás enferma hermana? ¿Porqué me darás los mejores vestidos? Yo con estos 3 ya hago una fortuna y tendrás un buen 30%

Me levanto y pongo mis manos en mi cintura mientras me hamaca sobre mis pies.

—Y ¿Para qué quieres el 30%? Tienes millones.

—Cierto, pero si toco ese dinero...

—Sabrán en qué lo gastaste... ¡Ih! ¡Quieres hacer algo ilegal!

—¡No! Todo lo contrario, quiero ayudar a unos niños, pero no quiero encontrarme con la perorata de papá y mamá, pero más allá de eso, quiero hacerlo yo, y no usar el dinero que me dieron, así que me quedo con el concepto.

Harta de las alas (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora