Apuesta

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Debería estar en el colegio, cumpliendo mi castigo, enseñando a esos niños.

Ha sido una semana horrible, por sobre todo porque cada que los imbéciles tuvieron oportunidad de fastidiarme lo hicieron, Renan y Asier ayudaron a alivianarlo, pero en verdad Federico y Giorgio son profesionales en eso de causar molestias.

La sorpresa de la semana, fue que Paola se comportó decente conmigo.

El resto. Igual, mamá y sus reglas estúpidas, papá y sus mil negocios... mentira, mis hermanos ahora juegan en el patio y preguntan por Asier cada que tienen la oportunidad.

Arrastro mis pies mientras mi cuerpo se mese a causa de columpio.

Sábado 8:30 de la mañana... mi madre olvidó cambiar las clases de piano, y no me puede obligar a ir a un cóctel por que no quiere tener a una chica escandalosa, enojada y fastidiosa, así que tengo una mañana para mi... y ese es un problema... nunca estuve libre, o sola, y la verdad se siente feo.

No me gusta pensar mucho y tampoco me gusta estar mucho tiempo con el celular en mano, se me hace un mundo tan vacío así.

Así que decidí, venir al patio, que resulta es bello y la brisa de la mañana.

A medida que me columpio arrastro más y más mis pies hasta hacer un oyo en la arena, debido a que la música se intensifica en mis oidos.

—¿Señorita Gala?

Volteo casi sin ganas, para responder al llamado, hasta que veo a Eire, y eso hace que reaccione, me quito los auriculares, como si ese acto me permitiera ver mejor al chico, sí, una tontería.

— Ya te he dicho que me llames solo Gala— sigo hamacandome cuando la brisa mañanera alborota mis cabellos.

—Perdón— su voz sale apenas y temblorosa—. Me cuesta llamarla solo Gala.

Me mira algo apenado, y se encoje los hombros al hablar.

—Quítate la vergüenza Eire.

—Lo intentaré...

Le sonrío amablemente, mientras  me pongo de pie y acomodo mi cabello.

—¿Y qué haces?—observo curiosamente las herramientas que lleva en mano.

—¿Tan aburrida estas que te interesa lo que hace el ayudante de jardinero?

—No, estoy tan aburrida, que quiero que el ayudante de jardinero me enseñe lo que hace.

—No creo que quieras...—se burla mientras lo comienzo a seguir porque empezó a caminar.

Reía y negaba con la cabeza, creo que en verdad no confía en que yo pueda hacer lo que él hace.

—Es en serio Eire... ¿Qué vas a hacer? ¡Necesito hacer algo! Me mueeeeroooooo  de aburrición.

—¡Estoy 100% seguro que esa palabra no existe! Y puedes ver lo que hago, pero no te voy a enseñar nada, no quiero que me despidan... y en serio. Una vez que veas lo que hago, te apuesto que vas a retroceder con tu supuesta ganas de hacerlo.

—¿Quieres apostar?

Eire se detiene, voltea y me observa con dudas, frunce la nariz en un gesto entre la frustración y la gracia.

—Es un tanto injusto hacer una apuesta con alguien que no tiene ni la mitad de lo que traerás en tus bolsillos ahora mismo Gala.

Eso fue un azote a mi buen espíritu, pero no me voy a dar por vencida, en verdad quiero hacer algo, y si me interesa saber qué es lo que supuestamente no sabré hacer.

Harta de las alas (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora