Mamá estaba regañandome mientras Lisenda traía las papas francesa y las ponía en medio de la gigantesca mesa, seguida de ella comenzaba el desfile de las chicas que para no ver más alterada a mamá trajeron los cubiertos más vistosos, el agua Fiji y todas las banalidades que se pueda uno imaginar.
Papá y mis hermanos estaban más metidos en sus celulares antes que en la perorata de mi madre que no dejaba de resonar en mis tímpanos con su voz chillona.
—Entonces, vas por la vida repartiendo golpes, tienes suerte de que Alanis esté de tu lado, por que tu comportamiento podría ser de expulsión ¡Dios! con sólo imaginarme que te podía suspender me da una especie de escalofrios.
—Martsa, no seas exagerada—Papá al fin baja el celular sobre la mesa y decide unirse a la conversasión—.Apenas tiene 15 años, no esperes que tenga la madurez suficiente como para no comportarse de forma compulsiva.
—O sea que yo fui la irracional y no el idiota de Federico que me cosifico a un par de senos—Digo indignada mientras mamá y papá quedan boquiabiertos, obvio, acabo de decir algo indecoroso, me imagino lo trágico que debe ser para ellos.
—Hija—Papá intenta calmarse, pero increíblemente te sorprende que salga a mi favor—. Él fue un idiota...
—Sea o no un idiota... no da derecho a que te comportes de formas indecorosas—Añade mamá matando a papá con la mirada.
—La violencia no tiene justificación es verdad, pero, tampoco lo golpee, así que estoy libre de pecados.
—En tus sueños—Mamá se sirve un vaso de agua, mientras le sirven su plato de comida—.Estás castigada...
—WOW—Río como loca, causando que mis hermanitos al fin presten atención al mundo real.— ¿No podré ir a algún coctel este fin de semana?
—Al contrario... irás a todos los eventos conmigo.
¡Carajo! esa posibilidad si no la tenia contemplada, estoy por protestar cuando papá hace un gesto con las manos, lo que quiere decir que debemos dar las gracias.
Hago un gesto de desagrado, pero finalmente bajo la cabeza, cierro los ojos y oigo la plegria hipócrita de mis padres.
Soy creyente, de verdad, Dios es una parte importante de mi vida, pero, debo ser realista, yo tengo todo, nunca en la vida voy a pasar hambre, o necesidad alguna, estoy rodeada da lujos, muchos de ellos innecesarios, y esa es la razón por la que las plegarias de mi padre se me hacen hipócritas, nunca lo vi levantando un dedo por los necesitados.
No presté atención a las palabras vacias hasta que fue pronunciado el "Amén" alli, me puse bien y miré a mis padres con algo de rabia.
—Hice un amigo— mamá quedó con el tenedor a medio viaje.
—¿Amigo?—pregunta entrecerrando sus ojos.
—Se llama Asier Maluf...
—Petrolero...—Acusa papá con indignación—No puedes juntarte con ese muchacho.
—¿Pooor? no entiendo qué tienen contra los petroleros ¿Tiene que ver con que ellos tienen más dinero?
—Contaminan...—Mamá habla con asco.
—Ahhh ¡Claro, y las cosntructoras de edificios corporativos no lo hace, pero derriban hectareas de bosques, y el auto electrico que tienen es menos contaminante, pero usamos aire acondicionado y compramos agua fiji... para tirar las botellas y que los vecinos vean los gustos finos de la familia, perdón, lo tenía muy olvidado.
—Me tienes harta, ¿En qué momento te volviste una irreverente? ¿Dónde está mi niña?—Mamá baja su cuchara y me reprocha con la mirada.
—Nuestro ángel ya no es un ángel.
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Harta de las alas (LIBRO 1)
Novela JuvenilGala De la Sierra Kempre, es la hija de Martsa Kempre De la Sierra y Danico De la Sierra, dueños de la más grande constructora de toda Latino América. Su vida y la de sus hermanos fue planificada y diseñada para alcanzar la perfección. Sin embargo...