Hundirme

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Al terminar el concierto, los chicos estaban encantados con lo que acabábamos de vivir, pero la verdad es que en mi cabeza no dejaba de repetirse una pregunta ¿Qué se supone que hace papá aquí?

Salí de la sala, ignorando a Zelaia y a Aron que querían decirme algo, sin embargo sólo les hice un gesto. Cuando por fin estoy fuera de la sala, que ya me estaba sofocado por el olor a gente, me encuentro con mi padre que está mirando su celular y mientras habla con Claudia, ella señala algunas cosas en una carpeta que tiene.

Decido caminar hasta ellos, pero las manos de Asier me toman de la muñeca derecha, por lo que detengo mi marcha y lo miro con algo de enojo.

—Gala, ¿Qué sucede?

—Necesito hablar con mi padre... —me suelto del agarre de Asier, en lo que en medio del pasillo se aparece Federico y Giorgio, quien tiene una banda en la nariz.

—¿A dónde vas Gala? ¿Vas junto a papi?—Federico se acerca incomodamente a mi, y lo unico que pienso es en cómo mi padre nisiquiera levanta los ojos del celular para ver a su hija.

Pero decido que no es momento de indignarme  por la incompetencia suya, simplemente  sonrío, para finalmente poner mi mano sobre el rostro del chico.

—No... yo no necesito a papi para romperle la nariz a nadie Federico.

—¿Qué mierda está pasando?—Asier pregunta entre dientes mientras yo suelto el rostro de Federico quién no dejaba de verme directo a los ojos. —¿No tienen otra cosa que hacer más que molestar a una chica?

—Definitivamente Maluf—Habla Giorgio— No tienes idea de que clase de maraña es la que defiendes, ella no es una chica, es una perra.

—¡Oye!—Asier se pone delante mío, pero yo lo tomo de la mano y lo estiro antes de que monte un espectáculo frente a tantas personas.

—Tranquilo Asier...—Digo sin dejar de mirar a mis enemigos, cuando papá al fin mira en mi dirección — Los caballeros están en lo cierto, soy una perra... y mientras más me provoquen, más fuerte les voy a morder, así que... si no quieren otro incidente... —levanto la mano y saludo a papá con una sonrisa—o quemarse social mente, más vale que se comporten, porque les juro, que haré que su vida sea nada, si me ponen un dedo sobre un milímetro mio, o si le llega a pasar algo a Gladys... ¿Quedó claro?

—Buenas, caballeros,—Saluda papá, y los chicos le dan un sonrisa.

Sé como funciona la hipocresía social, nos sonreímos, mientras nos mordemos la lengua, podremos odiar al más rico, pero jamás  decírselo, porque dependemos tanto del otro.

La imagen está primero, y si quemo a estos niños con mi padre, quemo a sus familias, y lo saben.

—Señor De la Sierra, nosotros ya nos íbamos, un gusto saludarlo— Federico le pasa la mano a papá y sin despegar la vista de mi  hace un gesto—Hasta el lunes Gala, supongo que seguiremos hablando en el colegio.

— ¡Oh! No hace falta, a mi me quedó claro lo que estuvimos hablando ¿A ti Asier?

—¡Sin dudas! Para mi todo estuvo claro.

Federico y Giorgio se largan al fin, y mi corazon vuelve a latir con normalidad. A decir verdad si tenia miedo de que dijecen algo.

—¡Genial! ¿Nos vamos Gala?

Papá ni saluda a Asier, y eso la verdad me enoja bastante, así que no contesto, y me quedo mirando largo rato a mi padre.

—¡Oh! ¡Hola Asier! ¿Cómo has estado?

—Muy bien señor, a decir verdad, gracias por preguntar... bien, supongo que yo también debo irme. Adiós Gala.

Cuando dice eso lo sostengo, le doy un abrazo, que aunque su verdadero origen es molestar a papá, realmente, necesitaba hacer eso, necesitaba refugiarme en alguien.

—¿Nos vemos a la tarde?—le murmuro.

—¿Vas a volver a abrazarme?—Pregunta entre risillas.

—Quizas...—Lo suelto y me ofrece una sonrisa que ¡Ufff! ¡Dios! ¿cómo se puede ver tan bien?

—Bien, pero mejor salgamos, vamos al cine...

Miro a papá quien tiene levantada una ceja, pero no dice más nada.

—¿Puedes convencer a mamá que no vaya a ese cóctel? En verdad quiero hacer cosas normales, de adolescentes... ¡Por favor!

—Está bien, pero... Maluf, vas a mi casa, los lleva Antonio de allí ¿Estamos?

—Sí señor, gracias. 

Vuelvo a dar otro abrazo a Asier, pero esta vez cargado de alegría, doy pequeños saltitos y me despido de él con un enérgico movimiento de brazos.

—¡Gracias!—Casi grito a mi papá de emoción. —Pero te quiero pedir otro favor.

—Creo que ya te estoy haciendo muchos el día de hoy, pero a ver.

—Necesito que apadrines a este colegio.

Él se lleva las manos a los bolsillos, y me niega con la cabeza, en eso mi corazón se hace añicos, no tuvo piedad alguna de tirarme esa negativa.

—Hija...  ven—Me rodea con el brazo y en silencio salimos del pasillo para ir directo hasta el auto, no me dió tiempo ni de despedirme de ninguno de la escuela.

Mi enojo era tan grande, que sólo cerré la puerta con fuerza, me senté, cruce mis brazos y esperé la magistral explicación, porque sé que de eso se trata.

—Habla—ordeno a mi padre quien toma el volante con fuerza.

—Gala, este lugar... no puede recibir mi ayuda... ya recibe la del colegio.

—¿A caso estás ciego? ¿No ves las condiciones en la que se encuentra esta pocilga? Esos niños no se merecen...

—Gala, no lo entenderías nunca... y eso por eso mismo que vine a negociar con el colegio, para que esta sea tu última sesión, lejos de este lugar, tú no puedes estar en un basurero cómo este, una De la Sierra, ya cumpliste, y les diste algo, ahora, es momento de volver a tus clases, a tu vida.

—¿Qué?— pregunto indignada —¿En verdad eso piensas? ¿Qué es un basurero? Padre, no voy a aceptar que me quites de este lugar, no, yo voyba seguir con esto, incluso cuando se acabe el castigo, yo no voy a abandonar a estos niños.

—Si esta es una manifestación rebelde Gala, te pido que busques otra forma de hacer berrinches, y no con esto, ¡Vamos! Hija, tú misma lo dijiste es una pocilga, no deberías ni siquiera...

—Respirar la humedad, sentarme en sus sillas llenas de polvo, ¿compadecerme de ellos? Sabes padre, el problema real, es que no quieres que esté en este lugar, por que te recuerda a cómo vivian nuestros abuelos.

>>¿Sabes? Sí, este es un maldito berrinche, y puedes hacer lo que quieras, pero no me vas a alejar de este lugar, y si tú no lo vas a apadrinar, lo haré yo.

—¡Gala! NO puedes... no debes meterte con esta gente.

—¿Porque son pobres?

—¡No! Por que es peligrosa.

—Son sólo niños.

—No son ellos el problema... Sabes, eres demasiado niña aún, por el momento, tienes prohibido volver aquí, y cuando seas más grande, te lo voy a explicar... algún día.

—¡No puedes alejarme de aquí!

—¿Quieres apostarle Gala?—papá amenaza y arranca el auto de una buena vez—¡No volverás a este lugar! Está decidido.

Mi corazón quería explotar de enojo, no podía creer que mi padre fuera un idiota insensibles, y que me estuviera alejando de algo que claramente me importa.

Respiré profundo, me puse el cinturón y decidí hundirme profundamente en mi odio y rabia ¿Qué se creía mi padre para arrancarme de este lugar?

Harta de las alas (LIBRO 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora