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Corría el año 1500. En esta época el territorio se dividía en reinos, los cuales se extendían en función de sus conquistas o tratados. En cierto punto incluso se llevó a cabo la unificación de algunos y la desaparición de otros. Tampoco eran raras las ocasiones en que algún que otro trono, fuera usurpado por alguna de las familias más influyentes, ya fuera por traición o justicia debido al tirano de turno, algunas familias de la realeza desaparecieron sin dejar rastro.

En la mayoría de territorios, la sociedad se dividía por clases, siendo estas:

+ realeza: tiene los mayores privilegios y más altas responsabilidades. Están encargados de gobernar e impartir justicia.

+ nobleza: soldados, médicos, curas y profesores.

+ proletariado: los campesinos y pequeños comerciantes.

Reino de la hoja, 15 años atrás.

- ¡ Ha nacido, su majestad! - Gritaba con euforia uno de los sirvientes que fue mandado en busca del rey.

- Por fin - se apresuraba a la habitación donde su esposa e hijo recién nacido se encontraban. - seguro Kushina quiere matarme en este momento por no estar allí durante el parto. - suspiraba, en realidad estaba triste por perderse aquello, sin embargo la reunión que terminó momentos antes era importante. En ella se trató temas relacionados con algunos tratados de paz, y muy a su pesar con cierta conspiración en su contra. - Kushina, cariño, ¿ estás bien? - preguntaba mientras accedía al lugar. Allí se podía observar a una mujer de largos cabellos rojos, acostada al lado de un bebé que recién había conciliado el sueño tras comer.

- Shh. Lo vas a despertar. - Estaba cansada, pero incluso así su tierna sonrisa no desaparecía. Su amado hijo estaba ahora junto a ella, y poco o nada le importaba lo demás. Minato entre tanto se acercó hasta su esposa, acarició su cabello y besó su frente. Agradecía lo mucho que esta se había esforzado durante el parto, no era fácil pero si hermoso.

- ¿ Crees que de mayor será un buen rey? - Minato se comenzó a preocupar, - Se que quizás me estoy precipitando, pero...

- Lo se, estas preocupado. - Como si leyera su mente, ella ya sabía lo que quería expresar. - No te preocupes, para eso aún falta tiempo, y además tiene a un buen padre que le enseñará. Siempre estaremos a su lado. - Hermosas palabras que en cierto modo tranquilizaban a su majestad, pero que poco durarían.

Desgraciadamente como toda historia, la suya llegó a su fin cuando su hijo cumplía apenas nueve meses. Poco después del parto, Kushina enfermó de gravedad. Los médicos poco o nada podían hacer, su estado la hacía marchitar poco a poco. Triste miraba a su hijo y esposo, dejarlos solos sería cruel, pero desgraciadamente el tiempo jugaba en su contra. Lo único que pudo hacer fue pedirle a Minato que cuidara a su hermoso tesoro, ya que era la joya más valiosa que ambos tenían.

El día en que ella definitivamente partió, Minato abrazó a su hijo y lloró de manera silenciosa ante la tumba de su esposa. Nadie le reprochó aquello, incluso en algún momento el pequeño entre sus brazos comenzó a acariciar su cabeza como si entendiera su dolor. Sonrió y miró a su hijo.

- Gracias, Naruto. - Por un instante quedó pasmado con los ojos de su pequeño, había heredado los hermosos ojos zafiro de su esposa, de los que no se había percatado hasta ahora. Era feliz, cada vez que mirara esos ojos, recordaría a la mujer que tanto amó, y que tanta dicha trajo a su vida. Sospechaba que con el tiempo se opacarían, al igual que los de ella, pero que resurgirían aún mas brillantes y hermosos cuando encontrara a su persona destinada. Estaba seguro de que Kushina lo cuidaba desde algún lugar, y esos ojos eran la prueba, ellos le traerían la felicidad.

Poco después, como se llevaba temiendo hacía más de un año, unos enemigos se adentraron en el castillo. Uno de los sirvientes de confianza del rey puso al pequeño Naruto a salvo lejos del lugar, desgraciadamente la persona en cuestión fue abatida después de tener éxito en su misión, de esta forma el paradero del pequeño príncipe quedó totalmente en el anonimato. En cuanto a Minato, fue llevado lejos del castillo para su supuesto asesinato, sin embargo lejos de aquello, el hombre que se encargó de llevar a cabo aquel crimen lo encerró en un lugar aislado de todo y de todos.

De esta manera, la familia que se encargaba de dirigir el ejercito junto con el rey, tomó el mando y a partir de ese momento gobernaron aquel reino. Muchos rumores se extendieron debido a ello, pero a diferencia de lo que algunos pensaran llevaron a cabo un buen papel con respecto al gobierno del reino. Con el tiempo aquellos rumores se hicieron un pequeño hilo que fue desapareciendo, no sin dejar rastro, pero si restando su importancia.

Brillo destinadoWhere stories live. Discover now