Página 8.

7 1 0
                                    

Reino de La Hoja.

Unos hermanos entrenaban, ya fuera la espada o cuerpo a cuerpo, ambos eran diestros. Poco a poco el más joven intentaba propasar al mayor pero sin éxito, como en cada enfrentamiento que tenían, la experiencia ganaba a la juventud.

- (suspiro) Jamás conseguiré ganarte - decía mientras se tumbaba boca arriba cansado.

- No digas eso, sabes que algún momento lo harás, yo confío en ello. Además, no es necesario o importante el ganar, sino...-

- Ya lo se, decidir la batalla. - Esas palabras las había repetido una y mil veces, y para el joven aún no habían cobrado su verdadero sentido. - Pero... ¿ cómo sabré si debo o no luchar?, siempre me dices que evite el conflicto, sin embargo es más probable que el mismo me busque. -

- Cuando llegue ese momento sabrás que es lo mejor. Deja de preocuparte Sasuke. - Se levantó y tendió su mano para ayudar a su pequeño hermano. Lo había estado ayudando a entrenar desde que tenía memoria. Lo había visto crecer y había crecido con él. Siempre fueron muy unidos, incluso después de obtener a su pareja, seguían teniendo la misma cercanía. Sabía que tarde o temprano tendría que tomar el lugar de su padre, por ello aprovechaba aquellos momentos para despreocuparse de sus obligaciones.

Por lo general en su familia, el compañero que debía estar al lado del jefe, era escogido entre parte de la misma, ya que se debía conservar el linaje de sangre según la tradición, aunque, claro que los tiempos cambiaban y ya no se llevaba tan a rajatabla como antaño, pero por otro lado, si se procuraba obtener a alguien fuerte para que compartiera el destino del cabeza de familia.

Ciertamente no a todos los implicados agradaba este echo, pero desde pequeños los familiarizaban con ello para que no se convirtiera en una carga tan pesada.

Y ahora le tocaba a Itachi tomar este rol, pronto tendría que desposarse y tener descendencia, por suerte para él, la persona que compartiría su vida era alguien con quien no se llevaba mal y a quien apreciaba. Incluso aunque no lo amara al principio, se dijo a si mismo que no había mejor compañero que Shisui, quien era calmado y cariñoso. Con el tiempo los sentimientos fueron a mayor y a ambos ya no les importaba el hecho de que fuera una obligación, estaban bien con ello.

- Sinceramente, aunque pasaran mil años, aun no entendería por qué lo aceptáis sin rechistar. - Decía Sasuke mientras tomaba la mano de su hermano que lo ayudaba a levantarse.

- Míralo por el lado positivo, tendrás a alguien a quien amar y una familia. -

- Creo que no estoy interesado. - Miraba hacia un lado con indiferencia. Esa mirada daba a entender que realmente no le importaba demasiado, pero eso se debía a que no había conocido a nadie a quien amara. Siempre fue un pequeño muy apegado a su hermano, y no tuvo muchos niños de su edad a su alrededor, por lo que era normal que no hubiera encontrado aquella persona todavía.

- Supongo que es una manera de verlo, aunque en algún momento esas palabras desaparecerán, y darán paso a las de un adulto. - Reía, la reacción de su pequeño hermano seguía siendo la de ese niño que no podía dormir solo por las noches, y que a tantas cosas temía, pero que con el tiempo pasó a madurar o eso es lo que trataba de mostrar. Solo se comportaba así en aquellos momentos, cosa de lo que Itachi era muy consciente, y de lo que se aprovechaba para ver sus lindas expresiones. Que decir, tenía un poco de complejo de hermano mayor, pero es normal a quién no le gusta molestar un poco a un niño pequeño para que haga puchero.

Entre tanto cierta mujer se adentró a la sala de entrenamiento donde ambos se encontraban. Su madre, quien había terminado sus quehaceres había ido a buscarlos para la cena, y se encontró con una escena totalmente enternecedora.

- Tal y como cuando eráis niños, no habéis cambiado nada. - Reía divertida mientras veía a sus hijos pelear como antaño.

- Madre, ocurre algo. -

- No, no os preocupéis, solo he venido para avisaros que en breve estará la cena. Así que daos prisa e id a prepararos. Además parece que vuestro padre quiere hablar con ambos, no lo hagáis esperar demasiado. - Asintieron y se encaminaron cada uno a su habitación para asearse y alistarse rápidamente.

En poco tiempo ya estaban listo, y en camino al lugar indicado. Se trataba de una amplia sala en cuyo centro se hallaba una mesa alargada. En uno de los extremos se encontraba el rey, que los esperaba impaciente.

- Ya era hora de que aparecierais. - se veía un tanto molesto.

- Lo sentimos padre, la lección de hoy se alargó un poco. - Se disculpaba Itachi, sabía que su padre siempre los perdonaba, es más, realmente nunca se molestaba por esto pero, le gustaba mantener cierta imagen estricta y a la vez serena ante sus hombres.

- Madre dijo que tenía algo que hablar con nosotros, ¿a qué se debe? - Preguntaba Sasuke un tanto impaciente.

- Si, cierto, ha llegado una carta del reino del Trébol acompañada por una invitación. En misma acentúan que les gustaría que formáramos parte en un encuentro entre distintos territorios. Al parecer se hará una gran fiesta. Pensaba no asistir ya que su anterior rey no era más que un ególatra y un déspota, pero según ha llegado a mis oídos el actual lo está haciendo bien. Sin embargo para esa fecha ya tengo un asunto que atender de suma importancia, por lo que he decidido que la decisión recaiga sobre vosotros. Hablé con el consejo, y tanto ellos como yo coincidimos en que puede ser buen momento para entablar amistad y quizás sopesar la idea de firmar un tratado en función de como vayan las negociaciones. Pero para ello primero deberemos conocer mejor la situación del país en cuestión. - Itachi se quedó pensativo, un viaje en ese momento era problemático, ya que tenía asuntos importantes que atender, pero por otro lado no podía oponerse al pedido de su padre.

- Si mi hermano no puede ir, entonces yo lo haré. - Todos se sorprendieron al escuchar las palabras del mismo, - Siempre decís que debo tomar ciertas responsabilidades y ayudar más, creo que es el momento oportuno, ¿no lo creéis?, además no iría solo, estaré bien. - Tanto su padre como su madre lo miraban no muy convencidos. Era cierto que le pedían lo dicho, pero enviarlo lejos a cumplir con su deber, era algo que no habían contemplado.

- Puede que esta sea una buena oportunidad, eso si padre lo aprueba, por supuesto. Se que os preocupa, sin embargo creo que no será un obstáculo, además como ha dicho no iría solo, así que no es un problema.

Mientras la conversación se llevaba a cabo, en cierto lugar alejado del castillo, podíamos observar como cierto rubio estaba tumbado en una cama. Era un figura conocida, ojos azules como el cielo, y cabellos rubios al cual se acercaba cierto hombre con no muy buenas intenciones.

Cuando el último comenzó acariciar esos cabellos, la persona tumbada se levantó, apartando de un golpe la mano del anterior, dando a entender que no quería que lo tocara.

- Hasta cuando vas a rechazarme. No te das cuenta de que no volverán. -

- ... -

- Ya veo, incluso aunque no quieras serás mío. - Tomó la cara del rubio por su barbilla haciendo que lo mirara de frente. La expresión de este era desafiante, nunca se entregaría a él. Su corazón perteneció y pertenecía a la que una vez fue su esposa, a aquella que había estado a su lado hacía mucho, pero que en su interior todavía se encontraba con él. Jamás le daría el gusto a aquel cobarde de tenerlo por voluntad propia.

- Si tan solo esa maldita mujer no se hubiera interpuesto...- Un golpe fue lanzado a su cara sin tener que esperar mucho, pero lo detuvo sin mayor problema.

- No te atrevas a hablar de Kushina, no voy a p... - Aun sosteniendo el brazo de este en el momento en que pronunció el nombre de esa mujer, lo tumbó sobre la cama y besó de manera agresiva. La respuesta por parte de Minato fue la de morderlo para que se apartara de él, cosa que consiguió y por lo que terminó escupiendo su sangre para posteriormente ser golpeado por el otro.

- Cuantas veces tengo que decirte que no hagas eso. Me obligarás a tomar medidas al respecto. - Tras esto, tan solo lo ató y violó como tantas otras veces. El rubio no gritó, no dijo una palabra. En su cabeza solo existía el sentimiento de odio y asco que este le generaba. Como siempre al terminar, Minato tan solo se desmayaba debido al cansancio.

Brillo destinadoWhere stories live. Discover now