Reino del Trébol
- Mmm que contrariedad, ¿ qué debería hacer?- decía un rey un tanto preocupado a causa del revuelo de algunos molestos vecinos que intentaban apoderarse de parte de sus territorios. Era normal, ya que hacía poco este mismo había derrocado al anterior rey, por lo que en cierta forma los otros países sabían que esto significaba caos dentro de la misma política del país. A los ojos de los demás podían verse débiles, pero no era un enemigo fácilmente abatible, es lo había estado demostrando el actual rey Julius Novachrono.
- Su majestad, ha llegado una carta para usted. -
- Marx-kun gracias como siempre. - Una pequeña gota de sudor recorría su frente, ya que intentó escapar de sus obligaciones como siempre, pero fue pillado en el acto.
- Su majestad... debería terminar cuanto antes con el papeleo... - Una mirada asesina acompañaba a la frase. El rey bien sabía lo estricto que su fiel mano derecha era, por lo que no pudo escabullirse, tan solo mostrar una risa nerviosa.
Marx era consciente de que al rey le gustaba ir y venir de distintos lugares, para así mantenerse informado personalmente. Él prefería obtener su propio juicio a partir de su misma visión, y no de las palabras dadas por alguien más. Esto se debía a que sabía muy bien que dependiendo de la persona en cuestión, dichas palabras estarían o no sometidas al pensamiento del mismo.
- Bueno, ¿ tienes alguna ocurrencia para el problema con los vecinos ?- aunque sonara frívolo era en verdad una prioridad, puesto que en breve se llegaría a un punto de no retorno. Si esto no se solucionaba pronto podría provocar la guerra, cosa que el actual gobernante quería evitar a toda costa, ya que tal acto solo lo tendría en mente como último recurso.
Todos tenían presente, que aquello solo traía desgracias y sufrimiento, nada que realmente mereciera la pena, puesto que en la gloria que daba la victoria, no existía realmente ese sentimiento, sino más bien el contrario. Por ello, y para que se evitara todo esto, se debía llevar a cabo algunos pactos que beneficiaran a ambas partes, ya que tampoco permitiría que su pueblo tuviera que someterse a la voluntad de un mal soberano. Ya habían pasado por ello y lo único que obtuvieron fueron maltrato, hambre, y penurias.
Cuando por fin volvió en si, tomó la carta entre sus manos, la abrió y comenzó a leerla. En ella se podía leer cierta petición de parte del Rey Dragón.
" Cuánto tiempo sin saber de ti, mi querido Julius:
Supongo que te extrañará recibir una carta mía después de tantos años, pero la situación lo requería mi viejo amigo.
No se si recordarás, aquello que una vez te conté sobre cierto sacerdote de mi corte. Como ya te comenté sospechaba de esa persona, y ahora temo que esas sospechas se hagan realidad. No he podido contactarme antes, ya que estoy siendo vigilado y no se en qué momento podrían descubrirme.
Se que estás pasado por dificultades, debido a los repetidos intentos de conquista por parte de cierto reino, por ello me disculpo, y te pido que hagas lo que esté en tu mano para ayudarme. Soy consciente de que no es fácil debido a la situación, pero agradecería enormemente tu apoyo.
Por cierto, ¿sabes que mi hijo pronto cumplirá la mayoría de edad?, se que no lo ves desde que era muy pequeño y quizás apenas lo recuerdes, pero me encantaría que pudieras verlo y darle algún consejo, ya que estoy seguro de que una persona como tú, sabrá darle mejores palabras de aliento.
Un abrazo...
R. D. "
- Siempre supo como tocarme la fibra. (suspiro) Supongo que no tengo elección. - Su ayudante lo miraba sorprendido, siempre lo vio tomando cartas en el asunto, aun así siempre le sorprendía como aquel hombre que tantas veces se escabullía, nunca dejaba de lado los asuntos importantes. Aunque costara admitirlo, debido al comportamiento que mostraba el mismo, la persona ante él era en verdad confiable. Un soberano que ojalá hubiera aparecido antes.
El rey decidió llamar a varios consejeros, los cuales estaban dispersos por distintos lugares del reino, estos eran sus más fieles y leales seguidores, los cuales se encargaban de ayudarlo a gobernar. Daba igual si eran nobles, o gente más humilde, pues él había demostrado que incluso sin ser de la realeza, estaba más que cualificado para estar al frente del reino. Era por ello que las personas que puso al frente eran respetadas. Ciertamente la gente se quejaba de algunas cosas que no terminarían de cuajar, pero como en todo, siempre hay algo que mejorar.
Días después...
- Oh, cuanto tiempo chicos, espero que ninguno tuviera diarrea debido a la reunión, -
- Llegas tarde Sukehiro, y no podrías ser más vulgar aunque lo intentaras. - Contestaba un Silva un tanto impaciente debido a la espera.
- En eso tienes razón, pero el rey aún no ha llegado así que no se puede hacer nada. - Recalcaba Charlotte quién se mostraba serena como acostumbraba.
- Siento la espera chicos. - Por fin entraba en escena el rey, a quien retrasó unos papeles de última hora. - Los temas a tratar, serán los siguientes. - algunos se extrañaron, otros agradecieron que fuera al grano para variar. - Debemos terminar con los incesantes ataques por parte de nuestros molestos vecinos, y además los más importante, - la cara de este mostraba una seriedad que hasta el aire se tensó de tal manera que si usaran un cuchillo, podría cortarse aquel ambiente en un solo movimiento. - tengo petición de un viejo amigo para que hagamos la fiesta de cumpleaños para su hijo... - sonrió, su expresión lo mostraba todo, su cara de tonto no tenía precio. Estaba totalmente emocionado, lo que descolocó totalmente a aquellos de máscara estoica, seguido de un sudor frio cuando entendieron lo que eso conllevaba. Mucho más trabajo les sería dado, si no tenían suficiente con su carga actual, esto les multiplicaba aquella cantidad por tres o más. Tenían miedo a preguntar.
- Muy listo, una fiesta será provechosa como punto de partida para futuros pactos y negociaciones.- Manifestaba en voz alta William quien se decía tenía un gran juicio. - El único problema será el lugar y el hacer que los distintos reinos accedan a dicho evento. Supongo que si negociamos de manera astuta, podríamos beneficiarnos de la situación. - Tal como le precedía su fama dio totalmente en el clavo.
- Y ahí es donde entráis vosotros, y algunos de mis contactos. Será complicado que todos accedan, pero debemos intentarlo, el tiempo no corre precisamente a nuestro favor. -
- Así que hay algo más, en lugar de darle tantas vueltas por qué no nos explicas el objetivo principal de todo esto. - Se quejaba un perezoso Sukehiro que poco o nada quería continuar en el lugar. El rey tan solo quedó en silencio mientras sonreía derrotado. Aunque no quisiera mostrar sus intenciones era inútil, quienes antes fueron sus protegidos ahora eran sus personas de confianza y bastante lo conocían como para adivinar cuando se traía algo entre manos.
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Brillo destinado
Fanfiction¿Qué pasaría si el color de tus ojos decidiera tu destino? En distintas parte de los territorios se ponen en marcha varios jóvenes, los cuales cumplirán sus objetivos, ya sea para bien o mal de algunos, estos descubrirán la verdad que oculta su pasa...