Aldea Hage, Reino del Trébol.
Un Izuku despertaba como era costumbre, rodeado por niños pequeños a los que ayudaba a cuidar. Por suerte últimamente no habían sido muchos los casos de abandono de niños en aquel lugar, por lo que se podía estar tranquilo.
Mientras el mayor se encargaba de despertar a los demás, el sacerdote y la monja encargada de ayudar en la iglesia preparaban el desayuno para todos.
- Hermana Lili, Padre, buenos días. - Saludaba Izuku con amplia sonrisa mientras sentaba a la mesa a los demás niños y el terminaba de ayudar a poner la misma para que todos tomaran asiento.
- Buenos días Izuku-chan, tengo entendido que hoy ayudarás con la recolección de nomobatatas. - Este asentía y seguía desayunando.
- Tengo que hacer algo para ayudar, además ellos siempre nos dan algunas, es lo menos que podía hacer. -
- Cierto, mi pequeño Izu-chan se ha vuelto todo un hombre. - Comenzaban a caer las lágrimas del sacerdote quien era realmente dramático. Cada vez que los chicos cumplían años o mostraban signos de madurez, estas atacaban, por lo que ya era costumbre así que simplemente lo ignoraban.
Izuku tomó el zurrón que le había dejado listo con algo de comida la hermana, y se dirigió hasta los campos donde lo esperaban los demás campesinos. Estos agradecían tener manos extras, ya que de esta forma el trabajo terminaría mucho antes, y así poder comerciar con las mismas.
Ese día terminaron muy cansados, pero el pequeño de cabello verde, fue citado para otra tarea más, que consistiría en ayudar con la venta de las mismas, ya que habría que cargarlas en carretas para su distribución y algunos de los adultos no podrían al día siguiente. Este sin dudarlo accedió de buena gana. No sería el mejor trabajador, pero ganas no le faltaban cuando de ayudar se trataba.
Tal como se acordó, el mismo joven se presentó a la mañana siguiente. Ayudó a cargar las carretas con la mitad del cultivo para su distribución a los puntos acordados, y cuando se suponía que su labor estaba echa, llegó un comerciante acompañado de un joven de cabello rubio y ojos azules.
- Hola mucho gusto, pasábamos por aquí y estábamos buscando un lugar para hospedarnos. - Decía el hombre.
- Oh, ya veo son forasteros, perdón pero si quieren por qué no esperan un momento, los llevaré al lugar yo mismo. -
- Si no es inconveniente, os puedo acompañar yo. - Decía Izuku, quién ya había terminado con su labor y sabía que el otro aún debía continuar.
- ¿ Estás seguro Izuku?, no es necesario que.. -
- No te preocupes, yo ya he terminado y tu todavía tienes trabajo, yo los guiaré. -
Tras la corta conversación se dirigieron a la posada. Allí se instalaron y se decidió que mientras el hombre salía a hacer un par de recados, Izuku se encargaría de enseñar la aldea a Naruto, ya que parecían haber congeniado bastante bien.
Comenzaron a conversar sobre cosas sin importancia. Tras llegar a un lugar tranquilo la tertulia se torno algo más personal. Tanto uno como otro contaban que era de su vida, y al parecer tenían algunas cosas en común, ninguno conoció a sus padres, ambos fueron adoptados en cierta forma y además, ninguno pertenecía originalmente al lugar donde se criaron. Era algo triste pero, ese par se alegraba de haber conocido a la gente a su alrededor.
- Tengo una idea, Izuku ¿por qué no vienes conmigo?, quizás en algún lugar encuentres pistas sobre el paradero de tu familia. - Naruto miró emocionado con la idea al otro, sin embargo, Izuku nunca lo había pensado. No había ninguna pista que lo llevara hasta sus orígenes, y tampoco pensó que fuera posible, así que perdió toda esperanza en un principio. Pero para su sorpresa, la persona frente a sus ojos quería ayudarlo a encontrar ese pedazo de él que fingió nunca necesitar.
- No lo se, ¿te importa si lo pienso un poco? - No estaba seguro. Allí se encontraba su familia o al menos las personas con las que se había criado y que tanto lo apreciaban. Pero su familia biológica, ¿ qué pasaría si no quisieran verlo?, ¿estarían vivos aún?... estas y otras preguntas pasaban por su cabeza.
- Se lo que piensas, y... yo al menos quiero saber que fue de ellos. En caso de que ya no estén aquí al menos tendré la certeza de saber donde están. - Decía serio mientras miraba al cielo. Sabía que era uno de los riesgos a correr, pero no sufriría por ello, no hasta que no encontrara la evidencia y viera las tumbas de sus padres con sus propios ojos. - Por eso... - volvió la vista hacia Izuku quien lo observaba aún indeciso - no voy a rendirme.- Esto sorprendió al joven de cabello verde, quien se levantó y marchó de vuelta al orfanato donde los demás lo esperaban. Pero antes de que se alejara el rubio termino por decir. - Tomes la decisión que tomes, al menos no te arrepientas de ella. Estaremos hasta mañana por la mañana. -
Esa noche Izuku no podía concentrarse en la cena, no tenía hambre según decía, y terminó por marcharse temprano a dormir. La hermana Lili quien lo conocía muy bien, fue a verlo y hablar con él a solas. Cuando ésta llegó a la habitación, tan solo se sentó en un lado de la cama, y comenzó a acariciar su cabello.
- Izuku-chan, ¿ qué te preocupa? -
- No es...
- No me digas que no es nada importante, te conozco bien y se que no quieres preocuparnos, pero también sé que te aflige y si puedo ayudarte, sabes que lo haré...-
- No se... qué debería hacer... Yo nunca quise saber de mis orígenes por miedo a que mis padres me hubieran abandonado sin razón, o eso es lo que me decía, pero hoy he hablado con alguien que me ha dicho que lo acompañe para buscar a su familia. Que quizás así encontremos alguna pista de ellos... No se si debería... - La hermana Lili se sorprendió, sabía que aquello podría pasar en cualquier momento, no sería la primera persona que lo llevara a cabo y suponía que tampoco la última. Suspiró preocupada, ya que sabía de las penurias que le podrían acechar, pero a su vez estaba convencida de que al menos no se lamentaría por no obtener la oportunidad.
- Izuku, escúchame bien. Estés donde estés, no importará si encuentras las respuestas que buscas o no, lo que importa es que siempre tendrás un lugar al que volver. Si en algún momento sientes que te faltan las fuerzas, recuerda que siempre estaremos contigo. - El joven la abrazó llorando, asentía ante aquellas palabras. De esta forma tomó su decisión, así que para no ver a los pequeños en llanto, cosa que le partiría el corazón, recogió sus cosas a toda prisa y se marchó dejándole una carta a la hermana para el padre, y saliendo para encontrarse antes de lo previsto con Naruto y compañía.
Por fin comenzaría su viaje que estaría repleto de anécdotas que contar cuando volvieran.
YOU ARE READING
Brillo destinado
Fanfiction¿Qué pasaría si el color de tus ojos decidiera tu destino? En distintas parte de los territorios se ponen en marcha varios jóvenes, los cuales cumplirán sus objetivos, ya sea para bien o mal de algunos, estos descubrirán la verdad que oculta su pasa...