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Un año de acontecimientos, con buena suerte decían algunos. A las casas reales llegaban sus sucesores repletos de buenos deseos y voluntad, sin embargo no solo en las casas reales se daba este feliz acontecimiento.

En una pequeña casa humilde, situada en el reino de Teyvat, nacía un pequeño rubio, que traería muchas alegrías y preocupaciones a sus padres. Por alguna razón, días después de su nacimiento, cosa rara en un bebé, este comenzó a reír. Los padres se miraron extrañados al escuchar a su bebé de tan solo unos días hacer tal cosa, pero no era algo malo, simplemente sucedió, tan solo se abrazaron y sonrieron con ternura mientras su pequeño volvía a quedarse dormido momentos después.

Tras algunos meses, el padre del pequeño tuvo que hacer un viaje, en el cual se encontraría con cierta mujer de cabello cenizo, la cual estaba cercana al parto. Por suerte para ella, el hombre cuyo corazón era bondadoso, decidió ayudarla cuando nadie más lo hizo, pues ambos se encontraban en una de las aldeas más alejadas del reino de Dragón.

Al escuchar aquello, ese hombre quedó indignado. Cómo podían tratar así a una persona solo por nacer con aquellos ojos, ojos que su propio hijo y esposa poseían, los cuales solo le trajeron felicidad, muy contrario a lo que aquellos horribles rumores proclamaban.

No hubo mucho que pensar, tan solo tomó a la mujer, y se la llevó del lugar. Viajaron de vuelta al reino de Teyvat, cuando en cierto punto del camino esta se puso de parto, cosa que se complicaba un poco ya que no había ninguna matrona para asistirla, pero gracias a Dios encontraron una aldea cercana, donde algunos de sus habitantes fueron de gran ayuda.

Gracias a la labor de muchos, consiguieron traer al mundo a un pequeño muy enérgico de cabello cenizo y ojos color verde como el olivino. La madre lloraba de emoción al ver su carita durmiente.

Al final viajaron hasta Mondstad, hogar del hombre y su familia, y se le dio alojamiento a la joven y su bebé. Decidieron que se quedarían con ellos y así criarían juntos a los dos pequeños torbellinos.

Su crianza como todo en esta vida no fue fácil, tal y como se esperaba de ellos, fueron unos auténticos rabillos de lagartija. Tan inquietos como alegres, a los que nadie les reprochaba el que quisieran juguetear por cualquier rincón. Aunque un día...

- ¡ Asta, espérame ! - Gritaba un Bennet que no era capaz de seguirle totalmente el ritmo.

- ¡ Date prisa, sino se las comerán todas ! - había encontrado una zona donde crecían tanto lucetas como bayas, con las cuales harían un regalo a sus madres. Las flores las darían como un ramo, mientras que las bayas, pedirían ayuda para convertirlas en mermelada. El problema de su plan era que precisamente sus madres les habían prohibido ir muy lejos, pero estos no se detendrían ya que deseaban ver las sonrisas en aquellos lindos rostros.

Sin pensarlo dos veces se encaminaron al Bosque Susurrante, donde rápidamente encontraron su objetivo, pero sin percatarse de que algunos jabalíes salvajes andaban por allí. Para su mala suerte, los animales se descontrolaron e iban a embestirlos, pero afortunadamente una joven llamada Jean (que posteriormente se convertiría en la Gran Maestra Intendente de los Caballeros de Favonius), atrapó a los pequeños y los puso a salvo antes de que se hicieran daño.

- Suerte que me encontraba de vuelta de una misión, no puedo creer que estéis tan alejados de casa. - No les gritó, ya que no acostumbraba a ello, sin embargo si les dio un sermón ya que estaba segura de que no habían avisado a sus madres, y que estas estarían muy preocupadas cuando lo descubrieran. - De todas maneras, os acompañaré a casa, pero no volváis a hacerlo por vuestra cuenta, aun sois niños y es peligroso ir solos. La próxima vez avisadme y os acompañaré. - Los pequeños sonrieron abrazando y dando las gracias por ello.

A partir de ese día, decidieron que se unirían a los Caballeros de Favonius cuando fueran mayores, estos se encargaban de velar por la seguridad y el bienestar de todo Mondstad, y se prometieron a si mismos que protegerían y ayudarían en lo pudieran.

Brillo destinadoWhere stories live. Discover now