Capítulo 2.

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— ¡¿Le vomité encima?! —. Su cara era un poema, y no podía creer que Dayana riera de lo más feliz cuando contaba aquella anécdota. No podía creer que, la primera vez que vio a un tipo que realmente le interesara, terminara vomitándole encima. Debía ser de las peores suertes del mundo. Su rostro estaba rojo solo de imaginarlo.

—Ray tuvo que bañarse en un motel que quedaba cerca—. Habló David, quien había llegado con los cafés de los tres. Henry aún estaba rojo por aquello, no podía creer que suerte; su puta mala suerte. Quería llorar, y reír de nervios.

—Al menos no tendré que volver a verlo—. Entonces sus dos amigos se miraron.

—Eh, eso teníamos que decirte—. Habló Dayana—. Íbamos a hacer un trabajo, el de Introducción, en el apartamento de David—. Y David vivía con su tío. Que mala broma. Miró, con cara de cachorrito a sus amigos; con algo de suerte, los convencería.

—No, nada de eso. Ya que tu madre no quiere que Dayana vaya a tu casa porque piensa que es tu novia, será en la mía—. Su madre aún tenía la extraña esperanza de que fuera mentira el ser gay. Claro, ella no lo juzgaba, ella lo amaba. Pero igual, era difícil procesarlo, más cuando fuiste hetero toda la vida, o lo creíste así.

— ¿Y en tu casa? —. Miró a Dayana.

—Mis padres están de viaje y no quieren que lleve a nadie a la casa. No después del susto de la última vez—. Recordaba esa vez, cuando David casi piensa en salirse de la universidad porque pensaban que Dayana estaba embarazada. Resultaba que solo estaba enferma y por eso no le bajaba. Qué alivio ser hombre, pensó en ese momento.

— ¿Y Jasper? ¿Su casa? —. Jasper era el último miembro del grupo, pero siempre estaba trabajando en el restaurante de sus abuelos, así que apenas salían de la universidad, corría a ese lugar.

—Jasper vive con sus abuelos y sus gatos, y David es alérgico a los gatos—. Ya, no había salvación. Ese hermoso hombre iba a tratarlo como una peste, igual que en el bar. Si no fuera suficientemente humillante haberle pedido sexo y que este lo haya tratado como un infantil niño, no quería saber qué diría ahora que le vomitó encima.

Seguramente: No sabes controlar los tragos.

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Estaba realmente aliviado de que Ray Manchester, el tío de David, estuviera lo suficientemente ocupado con su trabajo en el estudio del cómodo apartamento que no se presentó en ningún momento. No sabía en qué trabajaba el hombre, David simplemente decía que era un amargado en el trabajo. El apartamento era propiedad de Ray, pero la madre de David, que vivía en el pueblo de donde eran, pagaba el arriendo de su amigo. El lugar era grande, en una zona más bien alta de la ciudad.

— ¿Me perdonan si me tengo que ausentar antes? —. Rogó Jasper, mientras tecleaba en su portátil. El trabajo era sobre la historia del país a lo largo de los años. El chico de rulos era el encargado de transcribir todo, y, al parecer, mañana debía madrugar, a pesar de ser fin de semana.

—Claro, pero nos dejas el documento—. Dayana era bastante condescendiente con Jasper, después de todo, él se esforzaba por sacar la licenciatura muy en contra con su familia. Sus abuelos insistían en que se quedara con el restaurante familiar, pero el chico se esforzaba para hacer ambas cosas.

—Sí, claro—. Henry se sentó en la mesa, muy cerca de Jasper—. ¿Pasa algo? —. El chico se puso rojo, bastante nervioso por la cercanía del rubio. Los cuatro eran bastante amigos, desde que entraron a la carrera; Henry era el mayor de todos, quienes rondaban los veinte o veintiuno.

—Ortografía—. Señaló la pantalla—. Y redacción.

—Si quieres lo revisas al final—. Dijo David, encargado de hacer las diapositivas en otra laptop. Dayana y Henry se encargaban de buscar información en libros, además de las referencias. APA y su maldita forma de joder a los estudiantes.

Ciudades de cristal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora