Capítulo 19.

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El lunes llegó duramente, lo principal fue debido a llegar tarde a su casa, lo que provocó que durmiera tarde, y se levantara igual de cogido por el tiempo para ir a la universidad. Por si fuera poco, parecía que su celular se había echado a perder, en definitiva. Lo vio reiniciarse una y otra vez, la pantalla dejó de ser blanca a ser amarilla.

—Mierda—. Mientras ponía música en su cuarto, vistiéndose, trataba de revivir el celular desde el computador. Pero nadie en internet decía qué le pasaba. Lo más cercano era que se había quemado la batería—. No me dejes, imbécil—. Y cuando le dijo eso, el cable que conectaba a su enchufe el celular, chispó, haciéndolo brincar. Dio un grito, estaba oliendo a quemado.

— ¡¿Qué pasó, Henry?! —. Su mamá entró asustada por el grito—. ¿Por qué huele a quemado? —. Carolina vio el cable del celular, bastante añejo, echando chispas—. Mierda, ¿qué le hiciste ahora a ese pobre celular? —. Se acercó con cuidado, y con ayuda de una regla de plástico, desconectó el celular. Este cayó al piso. Si no había muerto antes, definitivamente ya le había llegado la hora.

— ¡Nada! Estaba así cuando desperté. Te dije que es muy viejo—. Se acercó al celular. Al menos debería salvar su tarjeta de allí. Estaba caliente la tapa de aluminio.

—No te voy a comprar otro celular—. Henry rodó los ojos. Se sentó en el piso, y con ayuda de sus uñas, le quitó la tapa trasera al bicho. La batería echaba un poco de humo, y olía a plástico echado a perder. Vio la bandeja de tarjetas sim, y la sacó con las uñas para no quemarse los dedos.

—Debió caerse en la ducha—. Murmuró, recordando que se bañó en la bañera con Ray. Este tenía un celular con IP68, el cual resistía en el agua, por lo cual no tuvo problemas para responder mensajes en la bañera. Henry, en cambio, no tenía un gran iPhone gama alta como Raymond, sino un simple redmi de hacía más de cuatro años.

— ¡¿Te bañaste con el celular?! ¿Y tú por qué llevas el celular a la bañera? —. Su mamá se cruzó de brazos. Carajo, pensó. Pues no era que se hubiese bañado con el celular, sino que le llegó un mensaje de la operadora móvil, y con las manos húmedas cayó en el agua.

—Para escuchar música—. Mintió.

—Pues le salió bien cara ese capricho.

—Ya estaba viejo igual, ma'.

—Pues tendrás que ahorrar—. Entonces su madre se quedó en silencio unos minutos—. Cariño, debo decirte algo... —. Esa voz compasiva después de que se dañara su celular no significaba nada bueno. Se levantó del suelo, sentándose en la silla frente a su computador.

Entró a Telegram, que podía tenerlo del computador sin celular, y le escribió a Jasper que le avisara a David que no tenía celular, para que este le dijera a Ray. Después de que desapareció casi un mes sin avisar, su novio se preocupaba bastante.

— ¿Todavía tenemos el viejo celular de teclas? —. Se sabía el número de Ray, porque dudaba que ese celular viejo tuviese para restablecer contactos de Google.

—Eh, sí, abajo. Pero, hijo, escúchame—. Henry giró, mirándola.

—Dime.

—Vino Sasha—. Henry tembló al oír el nombre.

— ¿Qué quiere? —. Carolina se quedó en silencio, buscando las palabras.

—Julian te dejó todo a ti—. Su corazón subió a su garganta, cerrándola. Sintió su mundo dar vueltas. ¿Por qué ese hombre no lo dejaba en paz? Si quería morirse, que se fuera con su cochino dinero, él no quería nada.

—No lo quiero. Dile que lo done a algún tipo de ONG para víctimas de abuso sexual intrafamiliar—. Carolina se quedó de piedra. Su hijo no tendía a hablar tan claro sobre los problemas.

Ciudades de cristal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora