Capítulo 28. [FINAL]

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— ¿En serio no te molesta? —. Carolina, a pesar de su renuencia, seguía empacando ropa en su maleta de viaje, mientras Henry estaba recostado en la cama buscando una película en Netflix. Su madre estaba más nerviosa que él, se notaba bastante por la forma en que decidía qué llevar—. Es tu primera navidad con Ray.

—Su familia nos invitó—. Comentó él—. A ti y a mis tías—. Dos, en realidad, y su prima menor. Ciertamente era la primera navidad que pasaba con él, puesto que el año pasado ninguno de los dos sentía que lo que tenían era tan serio como para pasar navidades juntos. Ahora, Ray lo había invitado al pueblo, donde vivían los padres y la hermana del mayor; también le dijo que podía ir su familia, pues, aparentemente, la casa era grande.

—Sigue dándome vergüenza, Henry—. Lo que decía no iba acorde a su rostro de felicidad mientras empacaba. La familia del mayor vivía en un pueblo cómodo y bonito, bastante turístico al parecer, cerca de una playa. Eso era lo que más emocionaba a su madre, que habían ido a la playa hacía mucho tiempo.

—Tienen piscina—. Comentó el chico al ver a su mamá tomar un vestido de baño y alejarlo. Carolina lo miró, sorprendida—. ¿Qué? Ray me dijo que lleváramos vestido de baño.

— ¿Qué clase de familia tiene? —. Siendo honesto, no sabía.

A los días, el viaje se dio por medio de avión. Iban también Dayana y David, pues ambos pasaban navidades juntas porque los padres de la chica trabajaban en el extranjero. Jasper lo despidió en el aeropuerto, entristecido de no ir a visitarlo con un regalo a las doce de la noche del veinticuatro.

A ellos se colaron dos de sus tías: Jessie y Erika. Erika tenía una hija, la cual simplemente los ignoró por estar en el celular durante todo el viaje.

Henry estaba bastante nervioso, si era honesto. Sería la primera vez que iba a conocer a sus suegros. ¿Les caería bien a ellos? ¿No sería demasiado infantil? Tenía tatuajes, ¡demonios! No podía verse desordenado. Estaba ansioso.

— ¿Estás bien? —. Recogiendo sus maletas en el aeropuerto, Ray lo interceptó cuando estaba solo. Carolina estaba con sus hermanas hablando de tomar un taxi, mientras Dayana tomaba fotos a David en cada lugar que veía.

—Algo ansioso—. Le sonrió. Ray le acarició el hombro, con una mirada llena de amor.

—Te amarán—. Sus padres no eran estrictos ni malas personas.

—Chicos—. Carolina se acercó a ellos, y Ray separó la mano de su hombro. Aún era gracioso verlo tan aversivo cuando su madre estaba cerca; tal vez le daba miedo que se incomodara. Pero Carolina ya había aceptado que era gay, después de todo, ya llevaban dos años de relación; sería imposible seguir negándolo—. Pensábamos tomar dos taxis.

— ¿Taxi? No, tranquila, señora Carolina. Mis padres enviarán un auto—. Henry y su madre lo miraron con claras muestras de sorpresa—. Eh, es que mi padre es el ex alcalde del pueblo. Ahora trabaja como juez, creo—. Henry parpadeó varias veces.

—A-ah. Q-qué vergüenza con tus padres, Ray.

—Nada de eso—. Carolina fue rápido donde sus hermanas para hablarles de eso.

— ¿Tu padre fue alcalde y ahora es juez? —. Ahora entendía un poco que Ray no era precisamente un chico de clase media. El mayor solo se encogió de hombros, tomándolo por los brazos para comenzar a caminar a la salida del aeropuerto.

Ciertamente, una enorme camioneta blindada sin placa los estaba esperando fuera. Sus tías y su madre estaban sin aire, mientras dejaban que el chofer tomara sus maletas y las metiera en el baúl. David estaba acostumbrado a las ostentosidades de sus abuelos. Dayana también sabía un poco de esa vida de ricos que tenían los Manchester. Su prima dejó por primera vez el celular para acercarse a su madre, intimidada.

Ciudades de cristal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora