Capítulo 15.

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Se sentía cálido, suave, el cuerpo de Ray lo envolvía como si se tratara de un oso, y para nada le molestaba el peso de este encima de su cuerpo. Él seguía durmiendo, tenía un sueño pesado, y decidió inspeccionarlo en ese momento. Las largas pestañas negras, las leves arrugas que se formaban en su entrecejo, los brazos de este aferrándose a él. Se sentía seguro y feliz.

Enredó sus brazos por los hombros del mayor, pegándolo más a su cuerpo. Le acarició el cabello, y este se hundió más en su pecho, ronroneando. Olía a leves rastros de loción y sudor; era cálido, era pesado, pero, sobre todo, era seguro.

Su mente, por muy extraño que le pareciera, empezó a pensar en cosas que jamás se le ocurrieron con otras personas: Sexo. Pensaba en el cuerpo del mayor pegándose al propio, desnudo. Pensó en los labios delgados de este besándole el cuello. Pensó en agarrar esos músculos con sus uñas mientras gemía.

Se sintió sucio pero excitado al imaginar todo ello. No es que no pudiese, ¿verdad? Era su novio. Pero... Jamás sintió esa inmensa necesidad de intimar con otra persona. Si bien, por obvias razones, no era virgen; seguía siéndolo de alguna forma, porque nunca lo había hecho a voluntad. Ahora más que nunca, después de quitar ese peso de encima que su padre lo hizo cargar; sentía que podía darse el gusto de disfrutar el sexo.

Pero...

—Ray... —. Movió un poco el hombro de este. Necesitaba salir de ahí, o en cualquier momento, el mayor notaría como su 'amiguito' le estaba golpeando el muslo. Ray solo gimió, y Henry dio un salto al sentir la pierna de su pareja apresar su creciente erección. Se puso rojo, tirando la cabeza hacía atrás—. P-pesas... —. Pero no era por eso.

Empezó a temblar, el muslo de Ray acariciando su entrepierna, el olor de este, los brazos enrollándolo. Soltó un suave gemido cuando la pierna apretó aún más su erección, temblando. Estaba seguro de que terminaría por eyacular, y eso sería muy vergonzoso.

—Ray—. Trató de nuevo, con más fuerza. Pareció funcionar, pero el mayor dio un golpe suave en su pene erecto, y saltó de un gemido—. ¡Ah! —. Se tapó de inmediato la boca. Ray se despertó demasiado rápido, notando lo que pasaba.

Henry, de la vergüenza, tiró con increíble fuerza el cuerpo de su novio al suelo. Se levantó rápido, y sin decir nada, huyó al baño de su cuarto. Se inclinó en el lavado, al borde de las lágrimas. Qué humillante fue eso, pensó, viendo como su pantalón estaba mojado.

—Cariño... —. Ray estaba afuera del baño. Lo había notado, era imposible no hacerlo. Pero... No lo veía raro, porque eran pareja, ¿no? En algún momento debían ocurrir esas cosas. A él también le pasaba, porque quería a Henry—. ¿Estás bien?

—Déjame solo... —. Suspiró. Debía ser duro para Henry, el cual no había vivido una sexualidad agradable en su vida.

—Es normal, amor... No tienes qué avergonzarte—. Henry apretó los labios, con algunas lágrimas en sus ojos. Claro que era vergonzoso, se había venido en la pierna de Ray—. Es normal que las parejas sientan eso—. ¿Lo era? ¿Realmente lo era? La sexualidad seguía siendo algo demasiado extraño en su vida. Nunca la vivió con ojos agradable; y cuando por fin podía, estaba ese miedo a ser un asco.

—Perdón...

— ¿Te sentirías mejor si supieras que también me pasa cuando dormimos juntos? —. Henry rio.

—Qué sucio.

—Me gustas mucho, Henry. Y parte de ese gusto, incluye el excitarme contigo—. Hablaba tan claro que le daba miedo. Sin pelos en la lengua. Le gustaría ser menos cohibido en ese tipo de temas.

— ¿No te da... asco?

— ¿Por qué lo haría? —. Porque soy asqueroso, pensó—. Siempre te he dicho que cuándo quieras, daremos ese paso, ¿bien? Mientras tanto, puedes saber qué te gusta.

Ciudades de cristal. |Henray|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora