Tomo una roca, pequeña, y la lanzo desde las sombras. Tuvo que esperar a que los amigos de Eber se fueran, lo cual tardo más de lo necesario, y no tenía idea de cuánto tiempo le quedaba.
La roca golpeo a Eber en el cuello. Perfecto. El volteo con su típico ceño de “oooh voy a matar a todos”. Capri casi llora cuando lo ve, su cabello despeinado castaño rubio, y sus ojos naranjas. Ya no le importaba lo que paso antes, y el daño que le puso haber causado. Tomo otra roca y se la lanzo, y le cayó en la frente a Eber.
Él se quedó perplejo al notar que las rocas venían de en medio de dos edificios, donde no llegaba la luz del sol. Camino hacia ahí, y Capri no pudo haberse sentido más feliz. Apenas él había entrado a la sombra y ella se lanzó hacia él. Lo rodeo en un abrazo lleno de amistad. Eber se quedó quieto, como estatua.
-¿Qué no estas feliz de verme, pedazo de ogro? –le dijo Capri soltando unas lágrimas.
-¿Capri? –pregunto Eber en un susurro.
Entonces Capri sintió unos brazos rodear su cintura, y despegarla un poco del suelo, y volviéndola a bajar.
-¿Dónde crees que estabas, Cabra? –le pregunto Eber.
Capri se despegó difícilmente de él.
-¿Dónde ustedes creen que estaba? –pregunto Capri.
-Nos dijeron que estabas desaparecida –dijo Eber- y hace poco te…. te dieron por…
-Pues no lo estoy –dijo Capri parándose firmemente- Rápido, ve por Kayla y veme en mi casa en cuanto la encuentres –le dijo Capri sonriendo.
Justo cuando ella empezó a correr Eber la llamo y tomo su mano, deteniéndola.
-Capri… -le dijo Eber.
Ella lo volteo a ver, confundida. Él le iba a decir algo, pero luego tomo su mano más fuerte, entonces la soltó, y examino su mano.
-¿Por qué tienes… hoyos en tus manos? –le pregunto Eber preocupado.
-Son las púas –contesto Capri.
-¿Púas?
-Eber –dijo ella acercándose- vamos a salir de aquí.
Eber la miraba, confundido.
-Tenemos que hacerlo rápido –le dijo Capri, soltándose del agarre de Eber y echándose a correr.
Llegar a su casa era más fácil con los callejones, al menos tenía esa ventaja. Llego al frente de su casa. La adrenalina la consumió, y toco la puerta agresivamente. Y cuando se abrió le revelo a el chico apuesto, Tad.
Capri igualmente estaba feliz de verlo, se lanzó sobre él y también lo abrazo.
-No pensé que te extrañaría tanto, Tad –dijo Capri presionándolo contra ella, al contrario de Eber que estaba a la misma altura de Capri, Tad era una cabeza más alto.
-¡¿Capri?! –pregunto Tad sorprendido.
-¿Dijiste algo? –pregunto la voz de Miltara.
Capri se despegó de él, y miro a Miltara, esta vez Capri no se contuvo, y se lanzó a llorar.
-¡Miltara! –lloro Capri mientras corría y la abrazaba.
-¡Capri! –lloro Miltara mientras la abrazaba de vuelta.
A Tad se le ilumino la cara al ver a Miltara tan feliz, así que decidió darles su espacio.
-¡¿Dónde estabas, niña súper desarrollada?! –le pregunto Miltara.
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The Mortal Experiment
Ciencia FicciónElla vive en una ciudad gobernada por 6 presidentes anónimos, que obligan a los ciudadanos a vestirse de cierta manera y peinarse de cierta manera. Cada año la generación que cumpla 16 años tiene que participar en el Sufragio, donde ciertas persona...