La noche era fría y llena de estrellas. Capri estaba sentada en su cama. Miraba de un lado a otro su cuarto buscando algo con que entretenerse, llevaba horas así, no tenía el coraje para salir de ahí. Intento bajarse de la cama con el más sigilo posible, pero la persona al otro lado del cuarto se percató.
-¿A dónde vas? –le pregunto en un susurro.
Capri mal dijo por lo bajo y le contesto a su hermana.
-Por agua, ya vuelvo –dijo Capri dirigiéndose a la puerta.
-No puedes dormir –afirmo su hermana mayor.
Capri decidió no contestar, eso no le incumbía a su hermana ni a nadie, pensaba ella.
-Puedes decirme que pasa –le dijo su hermana con la voz más amable posible.
Capri no era de esas personas que les gustara el afecto. Ella prefería arreglárselas sola, o simplemente no hablar de sus problemas en absoluto.
-Es por el Sufragio ¿cierto? –le pregunto su hermana sentándose en su cama.
Capri odiaba esa palabra, odiaba estas fechas, lo odiaba todo.
-No, déjame en paz –le dijo Capri a su hermana posiblemente bastante duro.
-Capri no creas que no me doy cuenta de cuanto te afecta todo esto, al cumplir 16 no estabas feliz en absoluto… -empezó a decir su hermana.
Capri empezó a sentir como se formaban las lágrimas en sus ojos, sentía el calor formándose en su frente y sus mejillas.
-¡Ya cállate! –le dijo Capri en un grito que se escuchó agresivo a los oídos de su hermana.
Se metió en su cama y aunque no tuviera sueño se demandó a dormir un poco. Se sentía bastante presionada, desesperada, y sobre todo angustiada, se disculparía con su hermana mañana, ahora solo quería dejar de pensar hasta que el sol saliera.
Capri despertó por su alarma que hacía sonar el ruido de un gato delirando, al principio esa alarma fue broma de su hermana, pero Capri olvido cambiarla y ahora ese ruido le resulta reconfortante. Se levantó de la cama, miro la cama de su hermana y se sorprendió de que no estuviera ahí, casi siempre se levantaban juntas. Sentía ese sentimiento de culpa justo debajo de su pecho, casi en la pansa, pero hico esos sentimientos a un lado, sacudió su cabeza y retiro las sabanas que la cubrían de pies a cintura.
Se ducho rápidamente, y se cambió a su “uniforme de ciudadano” como lo llamaba ella. Recordaba muy bien como llego a decirle de aquella manera que resultaba ofensiva.
-¿Por qué tengo que usar esto todos los días? –le había preguntado a su madre cuando tenía apenas edad para entender.
-Es lo que los presidentes nos piden que usemos –le había contestado su madre, en ese tiempo carismática y siempre con una sonrisa en su cara.
-Nos obligan, querrás decir.
-No, mi cielo –le contesto su madre mientras la peinaba con un chongo apretado.
-Todos los ciudadanos los debemos usar, es como un uniforme de ciudadano –había dicho en ese entonces la inocente Capri.
Recordaba la incomodidad de su madre cada vez que ella mencionaba esas palabras. Se hico un chongo apretado y salió de su cuarto. Entro a la cocina y vio a su madre preparándole su desayuno.
-Buenos días –dijo Capri algo desanimada.
-Buenos días –le dijo su madre sin ánimo alguno.
Noto que su madre traía un traje nuevo, ya que no parecía muy moldeado a su figura y le quedaba apretado.
-¿Uniforme de ciudadano nuevo? –pregunto Capri con una risita.
-Miltara lo consiguió para mí –le contesto su madre dándole un plato con huevos revueltos.
El traje <<uniforme de ciudadano>> consiste, para las mujeres, en un traje de elastano de una o dos piezas. Un traje muy pegado que resalta los atributos de las mujeres, pero cuando lo usas la primera vez puedes sentir incomodidades ya que en serio es apretado, y tienes que moldearlo unos días antes de salir de tu casa con él. El de una pieza es más sofisticado, y se considera más adecuado, y el de dos piezas es <<la verdad>> exactamente igual solo que se divide en dos. El de los hombres es igual también, pero ese es solo en dos piezas. Y todos los trajes <<¡uniformes de ciudadanos!>> son pantalones y blusas/camisetas de manga larga. El de una pieza no tiene la división de pantalones y blusa, es todo junto.
Solo se aceptan 4 colores: negro, rojo obscuro, azul obscuro y blanco. Cualquier otro color se considera vandalismo.
El que Capri usaba en ese momento era de una sola pieza, y era blanco con bonitas decoraciones negras, pero nada que vaya contra las reglas. El de su madre era rojo obscuro, también de una pieza. Se preguntaba cuanto le habría costado a su hermana…
Miltara.
-Mamá, sabes, por casualidad…. ¿Dónde está Miltara? –pregunto Capri tratando y fallando sonar indiferente.
Su madre la miro, preguntándose si era adecuado decirle.
-Salio a su trabajo temprano –le dijo- ¿Qué bien no? Ella tiene un trabajo y no vive de lo que su pobre madre le pueda conseguir.
<<Ahí está, tenías que decirlo>>
Su madre tiene una desaprobación hacia ella, ya que debería de trabajar y aportar dinero para los cuidados de la casa, ya que ya tenía edad, 16 para ser exactos.
-Me voy –dijo Capri saliendo de su casa.
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The Mortal Experiment
Fiksi IlmiahElla vive en una ciudad gobernada por 6 presidentes anónimos, que obligan a los ciudadanos a vestirse de cierta manera y peinarse de cierta manera. Cada año la generación que cumpla 16 años tiene que participar en el Sufragio, donde ciertas persona...