Capri suspiro mientras se sentaba. El sol había dejado marcas de quemaduras en su cara. Estaba decidía a morir en cualquier momento. La única cosa que casi comió fue una rata medio rostizada por el sol. Pero ni morirse de hambre la haría comerse esa cosa.
-Capri –escucho una voz.
Levanto su mirada, Eber estaba en frente de ella.
-¿Qué haces aquí? –le pregunto Capri, indiferentemente.
-¿Qué haces tú aquí? ¿Por qué dejaste a Getthaway? –le pregunto poniéndose de cuclillas enfrente de ella.
-Vi cosas –contesto Capri.
Eber se paró y camino lejos de ella.
-Entonces parate –le dijo.
-¿Por qué? –contesto Capri con los ojos casi cerrados.
La voz de Capri era débil, y se hacía más débil cada segundo.
-Alguien tiene que saber que viste. Ven –Eber le tendió la mano para que ella la tomara. Sus ojos naranjas estaban clavados en los de ella.
Capri tomo su mano, y puso toda su fuerza en sus piernas. Al pararse no dejo irse de su mano, se sentía rara, casi como si no fuera real.
Los pensamientos de Capri se cortaron por el ruido de un tren que paso descontrolado rozando la espalda de Capri. Ella se quedó perpleja, entonces, Eber ya no estaba.
Se sintió desorientada un momento. Pero cuando el tren termino, ella dio vuelta y siguió avanzando. Alguien tiene que saber lo que vio, alguien tiene que explicarle lo que vio.
Camino unas horas más. <<Si hay un tren… debe de haber… una ciudad>> Hasta pensar se le hacia difícil a Capri, su mente estaba cansada, entonces miro. Un edificio considerablemente grande se veía desde las lejanías. Los músculos de su boca difícilmente mostraron una sonrisa. Y siguió caminando.
Después de aproximadamente una hora llego. Podía ver personas felizmente hablando y… carros. Edificios y casas. Parques. Niños y mascotas. Entonces cayó al suelo golpeándose la cabeza y todo su cuerpo. Su visión se hizo borrosa. Solo vio dos colores: amarillo y negro.
Capri abrió sus ojos. Su cabeza le dolía infernalmente. Estaba en una bata blanca, como la de los hospitales, pero obviamente ese no era un hospital. Intento sentarse, y para su sorpresa lo logro hacer con facilidad. Miro sus alrededores, estaba en una cama, en una clase de cuarto con una pared de cristal, en la cual podía ver su reflejo, sus marcas de quemaduras ya no estaban. Del otro lado del cristal podía notar a una señora de unos 30 años, con piel obscura hablando con un señor en traje y un ¿doctor? Vagamente podía escuchar su conversación.
-Venía con un traje de esclavo ¿Qué me quiere decir de eso? –le pregunto el doctor.
-Era su traje de Halloween –respondió la señora.
-¡Esta chica tiene aproximadamente 19 años! –le dijo el doctor.
<<16>> pensó Capri.
-Es una niña de corazón –respondió la señora.
-¡Denle a la chica pero saquen a esta mujer de sangre baja del edificio! –grito el señor en traje.
El doctor asintió, y entro al cuarto donde se encontraba Capri.
-¡Mi querida Lerona! –Grito la señora corriendo hacia Capri empujando al doctor –No te preocupes ya vamos a casa.
Capri la miro confundida.
El doctor camino hacia ella.
-Muy bien, Lerona Chessire ¿cierto?
Capri miro a la señora, que solo la miraba devuelta, y contesto.
-Cierto…
-Te pusimos suero, tenías una deshidratación horrible. Pusimos crema en las quemaduras de todo tu cuerpo. Aplicadas por una mujer, claro –dijo el doctor.
-¿Ya nos podemos retirar? –pregunto la señora tomando la mano de Capri. La cual ella quería retirar pero sintió que no debía.
-Déjeme ir por su ropa. Ya regreso –dijo el doctor caminando a la salida.
Despues de que el doctor se fue Capri hablo.
-¿Quién eres?
-Mi nombre es Rasu, querida, y tú, eres mi hija adoptiva –contesto la señora.
-¿Eh? –pregunto Capri confundida.
El doctor entro nuevamente con la ropa de Capri en mano.
-Lerona, tu ropa –dijo el doctor dándosela- esa puerta es el baño, te puedes cambiar ahí. Ya te dimos de baja así que te puedes ir con la señorita Rasu en cualquier momento.
Capri tomo la ropa y se paró. Se sentía indiscutiblemente bien ahora. El dolor de su cabeza había cesado. Camino al baño. Su traje estaba limpio. Se sentía nueva, pero… ¿Quién era esa Rasu? <<¿Irme con ella será la buena elección?>>
Salió del baño y encontró a Rasu parada frente a la puerta.
-Vamos, niña.
Capri siguió a Rasu hasta la salida, donde se encontraba un estacionamiento, y Rasu caminaba a un auto gris. Subirse a un carro con un extraño no está mal ¿verdad? Capri intento parecer relajada y entro al auto en la parte de atrás.
-Puedes subir adelante si quieres –contesto Rasu.
-No, gracias –contesto Capri. Subirse adelante a esa edad estaba prohibido en Getthway.
-Bien –contesto Rasu y encendió el carro- ¿Cómo te llamas?
-Capri… Capri Shamrock.
-Nombre original, Capri –contestó Rasu con una sonrisa.
El carro avanzo y Capri se preguntó que quería esa señora con ella.
-¿Por qué hizo eso? –pregunto Capri casi reclamándole.
-¿Salvarte la vida? Es lo que se debería hacer –contesto.
-¿Salvarme? –pregunto Capri confundida.
-¿Sabes lo que te hubieran hecho si supieran que en serio vienes de un campo de concentración?
-No sé de qué está hablando –le dijo Capri.
-Claro que no ¿Por qué les dirían que son parte de un campo de concentración?
-¡No vengo de un campo de concertación! –le dijo Capri bastante enojada.
Rasu no le dijo nada después de eso.
Llegaron a la casa de Rasu unas horas después.
-Ven. Tengo algo que decirte –le dijo Rasu abriéndole la puerta.
Capri bajo rápidamente.
-¡Harris abre! –grito Rasu.
La puerta se abrió unos segundos después. Revelando a un chico de pelo café rojizo peinado en copete, con unos ojos verdes.
-¿Ella es? –pregunto Harris.
-Ella es –contesto Rasu.
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The Mortal Experiment
Ciencia FicciónElla vive en una ciudad gobernada por 6 presidentes anónimos, que obligan a los ciudadanos a vestirse de cierta manera y peinarse de cierta manera. Cada año la generación que cumpla 16 años tiene que participar en el Sufragio, donde ciertas persona...