Miltara había podido coser bien el traje de Capri, pero aún se notaba que era una cocedura. Capri logro que nadie lo notara mientras caminaba hacia el terreno donde tendría que hacer la limpieza. Se recargo en una pared que habían derribado hace tiempo, y respiro cerrando los ojos, sintiendo las gotas de sudor que corrían por su cuerpo. El camino a pie de su casa a ese terreno baldío llamado “Zona E” era de 40 minutos. Suficientemente largo como para agotar las energías de Capri. Abrió los ojos levemente y conto a las personas que se encontraban ahí, en su grupo había 30, faltaban 14 de llegar. <<Tardense lo que quieran>> pensaba Capri mientras su pecho subía y bajaba lentamente. En momentos como ese Capri se preguntaba porque no podía darse el lujo de un carro.
Alguien enfrente de ella soltó un grito de sorpresa, y ella abrió los ojos con ganas de matar a esa persona. Pero al notar que era Eber volvió a cerrar los ojos y a relajarse.
-¿estás bien? –le pregunto su amigo.
-No –contesto Capri cortante- este es el terreno más lejos al que me han hecho caminar.
-Pues al menos no tienes que caminar de regreso, mi tía vendrá por mí en el carro de mi mamá ¿quieres que te lleve?
Capri abrió los ojos y camino lentamente hacía él, cuando lo alcanzo dejo caer su peso sobre él en un amistoso abrazo. La cara de Eber era de asco en ese momento.
-Gracias –le dijo Cpri agotada.
Su cuerpo estaba pegado al de Eber, y los brazo de ella alrededor del cuello de él. Eber sentía el busto de Capri presionada contra su pecho, pero eso no era lo que le importaba ahora.
-Ugh… Capri ¿es necesario recordarte que estas bañada en sudor? –le pregunto Eber con un pequeño tono de disgusto.
-Eres el peor amigo que pude haber deseado ¿sabes? –le dijo Capri aun agotada reusándose a soltarlo.
Eber sintió el aliento de Capri en su cuello cuando ella pronuncio esas palabras.
Eber era un chico de la edad de Capri, que siempre usaba su pelo despeinado. Él era una persona tal vez grosera, pero Capri había comprobado varias veces que él tenía un buen corazón. El cabello de él era castaño rubio, y sus ojos eran naranjas, algo que les encantaba a todas las chicas, empezando por Capri.
-Chicos ¿pueden empezar a limpiar? –les pregunto el coordinador Shaur.
-Claro –grito Eber alejándose de Capri.
Capri se sorpendio por la repentina falta de tacto con alguien, luego recordó donde se encontraba y tomo una bolsa negra y empezó a meter la basura que estaba bajo sus pies. El servicio comunitario terminaba a las 5 de la tarde, “demasiado tiempo para dejar este lugar impecable” como decía Shaur.
Ella tomaba cosas y las metía sin mirarlas antes. Posiblemente ya había metido a la bolsa como 6 ratas muertas. Capri camino a otro lado esperando que hubiera menos ratas muertas. Pero mientras caminaba su bolsa se pescó con un pico de una lata y la rompió, dejando escapar toda la basura.
-Genial –susurro Capri.
A Capri se le dio otra bolsa y se le obligo a limpiar el doble por su “tronques”. Pero aun así acabo antes que la mitad de sus compañeros.
-Vamos –le dijo Eber poniendo su mano en la espalda de ella.
Capri logro visualizar un lindo carrito rojo. Ella se sentó en la parte de atrás, junto con Eber, ya que menores de 18 no podían ir al frente.
-Hola, Eber ¡Capri! Que sorpresa –dijo la señora Wisteria.
-Hola, Tía –dijo Eber
-Hola, Señora Wisteria ¿Cómo esta Kayla? –pregunto Capri.
-Muy bien, al igual que Tiki –dijo la señora Wisteria.
Capri suponía que el amor que Kyla sentía hacia los gatos lo había heredado de su madre.
-Oye, Capri, no hay nadie en tu casa, te llevaría a mi casa pero Kayla trabajara hasta tarde, tal vez quieras quedarte con Eber –dijo la señora Wisteria.
-Sí, está bien –contesto Capri.
-Oye, Eber pero no creas que es toda tuya eh –dijo la señora Wisteria empezando a reír- No te la vayas a comer.
Capri miro a Eber, y ambos empezaron a reír. Se podía sentir la leve incomodidad entre ambos, pero llevaban tiempo de ser amigos, y si a algo estaba acostumbrados, era a ser emparejados por todo el mundo. Pero con el tiempo se acostumbraron. Aparte, Eber era de buen ver, podía conseguir a cualquier chica de Getthaway, entonces ¿Por qué conformarse con Capri? Tal vez porque Capri es la única chica que lo soporta con su actitud.
Tal vez.
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The Mortal Experiment
Science FictionElla vive en una ciudad gobernada por 6 presidentes anónimos, que obligan a los ciudadanos a vestirse de cierta manera y peinarse de cierta manera. Cada año la generación que cumpla 16 años tiene que participar en el Sufragio, donde ciertas persona...