-Eber… -llamo Capri con silencio.
-¿Mande? –le pregunto Eber levantado la vista.
Ambos estaban sentados en la sala de la casa de Eber, se parecía a la de Capri, solo que la de Eber era un poco más… acogedora.
-¿Por casualidad tu mama tiene guardados sus trajes de cuando era joven? –pregunto Capri mirándolo con nerviosismo.
-Creo que tiene unos cuantos guardados en unas cajas… ¿Por qué?
Capri solto una risa nerviosa.
-Veras… mi traje esta… ¿cómo se dice? –empezó Capri dando rodeos.
-¿Roto? –dijo Eber levantando las cejas.
-Roto –afirmo Capri en un susurro.
-¿Quieres que mi madre te preste un traje? –pregunto Eber.
-Si no le molesta, claro –dijo Capri nerviosa.
-Por supuesto que no, ella te ama, supongo que no le molestara que tomes uno de sus uniformes de ciudadana –bromeo Eber y ambos rieron.
Capri tomaba eso como un halago. Nadie que ella conociera, incluyendo a Kayla, llamaba a los trajes “uniformes de ciudadanos”. Era algo que solo ella decía, después, también Eber.
Siguió a Eber hasta el cuarto de su madre y sacaron unas cajas de su armario. Eber abrió la primera y saco numerosos trajes.
-¿Qué tal este? –pregunto Eber dándole uno negro con costuras azules.
-Paso –dijo Capri sinceramente.
Capri inspeccionaba todos los trajes delicadamente.
-¿Este? –pregunto Eber enseñándole uno azul obscuro con líneas en los codos blancas.
-Te estas acercando a lo que estoy buscando –río Capri.
Capri seguía buscando hasta que Eber grito.
-¡Este!
Eber levanto la vista y miro a Capri esperanzado. En sus manos se encontraba un traje rojo obscuro con parches naranjas obscuras. El naranja es un color aceptado, pero no se hacen muchos trajes con él.
-¿Rojo? –pregunto Capri pensando que era una broma.
-Siempre usas blanco, nunca te he visto con un traje Rojo.
-Es por que no me gustan –dijo Capri.
-Te verás sensacional. Ademas, tiene naranja ¿de dónde crees que Kayla sacara un traje con naranja? –le pregunto Eber.
-Kayla no buscaría un traje naranja solo porque yo lo uso –la defendió Capri.
-Oh ¿en serio? Hace unos días llamo a mi mamá para preguntarle si le prestaba dinero para comprarse un traje blanco con negro como… ¡oh! El que traes ahora –dijo Eber fingiendo asombro.
-Aunque suene tentadora la oferta no tengo zapatos que combinen con este traje.
-Claro que sí –dijo Eber.
Husmeo en el armario y saco unos tenis naranjas obscuros con cintas rojas y costuras y suela negra.
-¿Tenis?
-Dale un descanso a tus pies de esos tacones de 20 centímetros –bromeo Eber.
Capri lo pensó un momento y tomo el traje. Se volteo para ir al baño pero, dio una vuelta para quedar cara a cara con Eber de nuevo.
-¿Seguro que no eres gay? –pregunto Capri y luego volvió a su camino hacia el baño.
-pregúntale eso a mí virginidad –le grito Eber.
-¡Lo hare! –le grito Capri saliendo del baño.
-Uh lala –le dijo Miltara cuando abrió la puerta.
-Cállate y vayamos a casa –bromeo Capri después de despedirse de Eber y saliendo de su casa.
-Lamento que haya salido tan tarde del trabajo.
-No hay problema pero… ¿mamá no llega a casa a las 4 de la tarde?
-Trabajando en un bar a veces llegas un poco más tarde –dijo Miltara.
Capri asintió.
-¿Cómo le va a Eber con ese tema del Sufragio? –pregunto Miltara.
-¡Rayos!... Olvide preguntarle –dijo Capri maldiciéndose.
-Es pasado mañana ¿nerviosa? –pregunto Miltara.
-¿Tu lo estabas? –le pregunto Capri.
-Nah –le contesto Miltara.
Llegaron a casa y para la sorpresa de ambas, su madre no estaba ahí <<¿trabajando de prostituta o fuiste a apostar unas barajas, madre?>>
-Tad va a venir ¿no te importa? –le pregunto Miltara.
-No tengo elección –dijo Capri repentinamente defensiva.
-Exacto –le contesto Miltara enojada.
Capri le sonrió sínicamente y camino a su cuarto. A veces Capri odiaba que tuvieran el mismo cuarto, cuando peleaban, y vaya que lo hacía ¿A dónde iba? Kayla siempre estaba trabajando y Eber no era el mejor confortador del mundo. Su cuarto, no era suyo, era compartido. Varias veces le había pedido a su madre que le diera un nuevo cuarto, pero su respuesta siempre era “si trabajaras podrías hacerte ese nuevo cuarto con tu dinero” Asi que Capri abandono el tema. Se cambió y se puso si pijama. No iba a cenar hoy, pero eso no le importaba. Solo quería cantarse a sí misma hasta que se durmiera. Y así lo hizo.
Capri despertó con su alarma de gato delirando y lo primero que pensó fue que hoy pasaría un día con Kayla y Eber. Sabía que hoy sería el último día donde ella sería ella. Estaba segura de que el Sufragio la cambiaria, para bien o para mal, pero ya no sería ella. Seria “lo que el examen le hizo a Capri”
Se ducho y se cambió a su traje naranja, se hizo su chongo y salió disparada de su casa. No habló con Miltara que seguía durmiendo y no encontró a su madre en ningún lugar.
Capri noto que tan cómodos eran los tenis y pensó en usarlos siempre, ya quería ver la cara de Kayla cuando la viera en su nuevo traje.
ESTÁS LEYENDO
The Mortal Experiment
Science FictionElla vive en una ciudad gobernada por 6 presidentes anónimos, que obligan a los ciudadanos a vestirse de cierta manera y peinarse de cierta manera. Cada año la generación que cumpla 16 años tiene que participar en el Sufragio, donde ciertas persona...