24: Un paso hacia las sombras

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Era muy entrada la noche cuando Sasuke y yo decidimos ir a dormir. Nos habíamos quedado en el balcón tomando té hasta que mi cabello se secó. Entramos a casa y cerré el ventanal.

Desde el mes de preparación que tuvimos para la tercera prueba del examen chunin que Sasuke tenía su frazada designada para cuando se quedaba a dormir en mi casa. Se acostó en el sofá y yo me acosté en mi cama.

—Buenas noches, Sasuke, que duermas bien.

—Igual.

Sonreí por su usual respuesta corta y me tapé hasta la coronilla. Estaba tan cansada que solo bastaron unos segundos de relajo con los ojos cerrados para caer dormida.

Tuve una pesadilla terrible, donde Orochimaru no solo mataba al Viejo, sino que también destruía la aldea entera. Y yo no podía hacer nada más que mirar mientras lloraba sin consuelo. Mi cuerpo no se movía y la gente moría frente a mí. Todos los rostros que alguna vez había visto en Konoha, se ponían pálidos y perdían el brillo de la vida, incluso los niños eran víctimas atroces. Y Sasuke estaba con Orochimaru, en mis sueños le pedía a los gritos que me ayudara a hacer algo, pero la marca maldita se activaba y no lo dejaba moverse.

Desperté de un salto. Entre la oscuridad, pude divisar el rostro de Sasuke. Me miraba preocupado y tenía una mano sobre mi brazo. Sentí mi rostro húmedo y me limpié los ojos con la sábana. Tenía mi nariz llena de mocos y hasta mi almohada estaba mojada.

—¿Lloré muy fuerte? ¿Te desperté? —pregunté mientras me incorporaba en mi cama.

Sasuke se sentó en el colchón y suspiró.

—Eso no es lo preocupante ahora.

Me puse de pie y fui al baño a oscuras. Me soné la nariz varias veces y volví a mi cama. Sasuke aún estaba sentado ahí.

—No puedo dejar de pensar en lo que pasó —reconocí, acostándome.

Sasuke me tapó hasta los codos y tomó una de mis manos. Me tembló el labio inferior y por unos segundos cerré mis ojos con fuerza, recordando súbitamente cómo él había estado del lado de Orochimaru en mi sueño.

Apreté su mano entre las mías y luego me la llevé al rostro. Sasuke siempre tenía sus dedos muy helados. Mi piel caliente cosquilleó bajo su mano. Pasó su pulgar por mi mejilla y luego se inclinó hacia mí. Por la oscuridad de la noche y las luces apagadas, apenas podía distinguir sus facciones.

Sentí su frente tocar la mía y relamí mis labios. Con mis ojos entreabiertos, me estiré hacia él y mis labios tocaron la comisura de los suyos. Con lentitud, Sasuke giró su rostro y sentí la piel suave de sus labios con los míos. Me ardió la garganta y mi corazón dio un vuelco. Apenas había sido un roce, pero fue suficiente para alterar toda mi temperatura corporal y respiración.

Sasuke se irguió en su lugar, separándose de mí. No quitó su mano de mi mejilla. Volvió a hacerme cariño con su pulgar y acurruqué mi rostro en su palma.

—¿Recuerdas tu pesadilla?

—Sí, pero no quiero hablar de ella, quiero dormir. —Sasuke hizo amago de levantarse, pero sujeté su mano con fuerza. —No te dije que te fueras.

Escuché su risa floja. —Me estás dando muchas órdenes últimamente.

—Claro, por soy una dictadora dueña de todas tus acciones, ¿huh? —dije con diversión— Eres libre de hacer lo que quieras.

Sasuke de nuevo soltó esa risa de pocas ganas. Me decepcioné un poco cuando retiró su mano con lentitud de mi mejilla, pero luego mi respiración se hizo aún más irregular cuando, entre la poca claridad que entraba a mi casa por las ventanas, fui capaz de divisar cómo se acostaba. Sentí el peso de su cuerpo junto al mío.

La última UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora