22: Una razón para luchar

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Bueno, hay que intentarlo al menos.

Naruto gritaba mi nombre desde la arena y movía su mano en mi dirección, haciéndome gestos para que bajase junto a él. Giré hacia atrás en dirección a los ninjas de la arena: Temari y Kankuro se miraban preocupados e indecisos.

Esos dos hace rato que se están portando raro.

Miré a Gaara y sentí que realmente ningún entrenamiento que pude haber recibido durante el mes anterior al torneo podría ayudarme a vencerlo. No por tema de habilidades, era algo más que no podía descifrar.

Gaara tenía una expresión terrorífica. Sus ojos estaban abiertos de par en par y su rostro se había ensombrecido de tal manera que las marcas negras alrededor de sus ojos se acentuaron. Sus labios temblaban y él parecía no caber en sí mismo de la emoción.

Miré hacia abajo en la arena de combate, dónde Naruto todavía me llamaba. Me subí a la baranda y de un salto fui hacia él.

—Naruto —me acerqué a él—, no sé si deba pelear con ese sujeto...

Naruto carcajeó y casi le pego.

—¡¿De qué hablas, Hanako-chan?! ¡Seguro que pones en problemas a es-!

—No me entiendes —lo agarré por los hombros y me acerqué aún más. Naruto dejó su expresión sonriente y me miró con preocupación. —Allá arriba... —le di un corto vistazo a las gradas— las cosas se pusieron raras. Incluso Temari y Kankuro parecían aterrados.

Naruto puso sus manos sobre las mías, que seguían en sus hombros.

—¿Qué pasó, Hanako-chan? De verdad estás asustada...

—Luchadores, a reunirse. Los demás, allá arriba —dijo el censor, señalando las gradas—. El combate tiene que empezar.

Miré al censor y me mordí el interior de la mejilla. Él detendría el combate antes de que pudiese pasar algo que pudiese lamentarse. Seguro que sí. Y de todas formas, si yo veía mi vida amenazada, me retiraría del combate. No era tan cabezota como para seguir adelante sin importar qué.

Solté a Naruto por completo y respiré hondo, pero él siguió mirándome con preocupación.

—No es nada, solo me acobardé por un segundo.

—Espera —Shikamaru, que seguía al lado de Naruto, me habló—, ¿qué quieres decir con que las cosas se pusieron raras allá arriba? ¿Gaara hizo algo? Con Naruto lo pillamos en el hospital el otro día...

Ellos dos se miraron asustados y Naruto volteó de golpe hacia mí.

—Mierda, Hanako-chan, ¿ese rarito sin cejas te hizo algo? —preguntó Naruto, ésta vez él poniendo sus manos en mis hombros.

—No, no me hizo nada. ¿Por qué? ¿Ustedes lo vieron hacer algo en el hospital?

—Luchadores en la arena de combate y los demás a las gradas —repitió el censor, con apremio.

—Váyanse, estaré bien.

Cuando Naruto estaba sacando sus manos de mis hombros, un pequeño remolino de viento y hojas se formó a escasos metros de nosotros. Las hojas se dispersaron, el viento volvió a la normalidad y un suspiro de alivio salió de mis labios, para luego volver a preocuparme.

Ahora Sasuke tendrá que pelear con ese maniático.

¡¡Pero Sasuke quería pelear con Gaara desde un inicio!! Sasuke es otro maniático más, están todos locos aquí.

—Perdón —se disculpó Kakashi-sensei con un nerviosismo que me supo fingido—, ¿llegamos tarde? No me digan que...

No lo dejé terminar ya que caminé hacia él, lo tiré de la oreja y comencé a arrastrarlo hacia las gradas.

La última UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora