27: ¿Qué pasará con nosotros?

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Las preguntas de la Hokage me llegaron como dagas.

Luché por mantener regulada mi expresión, pero sentí mis facciones tensarse y deseé tener la máscara ANBU puesta para ocultarme tras ella. Mi corazón se aceleró y tan solo pensar que Ibiki estaba fuera de la sala junto a sus ninjas sensores, hizo que casi perdiera todos los estribos. Me concentré en mi chakra y en mantenerlo en un flujo normal.

Tragué saliva en seco; la sentí ácida y mi boca quedó con una sensación extraña, casi como si tuviera arena en la lengua.

El silencio se extendió por la sala, pesado y abrumador para mí, por otro lado, la Hokage me miró con gesto vencedor. Apreté mis puños con rabia. Ella no sabía en lo que se estaba metiendo.

—¡Vamos Hanako, responde! —Gritó Sasuke— ¡Dinos la verdad!

Le miré, Sasuke tenía los ojos inyectados en sangre, estaba a punto de llorar por todo lo que había soltado y deducido la Hokage. Me miraba con odio, como sabiendo ya la respuesta a las preguntas que me habían hecho.

Qué ridículo. Hace tiempo atrás rogaba al Tercero para decirle la verdad a Sasuke, y en ese momento, lo último que quería era decirle algo sobre Itachi o la noche de la masacre. Me mordí el labio inferior y sin deseos de seguir viendo sus ojos cristalizados y rostro crispado en rabia, volví mi rostro hacia la Hokage. Suspiré hondo. El ambiente había quedado tan pesado que nadie hablaba y hasta parecía que nuestras respiraciones se habían pausado.

Abrí mi boca, buscando palabras que me dieran licencia a evadir las preguntas de la Hokage, pero ninguna frase coherente se formó en mi cabeza, por ende, nada salió de entre mis labios. Cerré la boca y apreté mis dientes.

—Hanako-chan... ¿por qué no dices nada...?

—¿Realmente no tienes nada para decir, Hanako? —preguntó Kakashi.

La decepción estaba dibuja en los ojos de aquellos dos. El rostro de Sasuke seguía lleno de ira dirigida hacia mí y Sakura lucía al borde del llanto, tan triste como nunca antes la había visto.

Y de repente yo también quise llorar, con el sentimiento de estar sola y acorralada presionando mi garganta, pero antes de que ese sentimiento se siguiese expandiendo, un dolor terrible me llegó a las sienes, se propagó por mis ojos y el lado frontal de mi cabeza. Me llevé las manos a la frente y recién me di cuenta de lo mucho que estaba sudando y cómo mi temperatura había seguido subiendo: ya no era una fiebre leve.

Las ganas de vomitar volvieron como oleadas hacia mí y me mareé. No había escapatoria que me dejara bien parada y que zanjara las dudas de la Hokage, que para ese momento ya se habían expandido hacia mi anterior equipo.

La puerta de la oficina de la Hokage se abrió de golpe. Volteé a ver, agradeciendo a todas las fuerzas del universo por la interrupción. Cuando vi que era Danzo-sama, dejé salir todo el aire que había estado reteniendo sin darme cuenta. Fue un descuido enorme. Traté de retomar la compostura, pero me sentía tan enferma que me fue casi imposible.

—¿Entrevistando a los nuevos miembros de ANBU sin mí, Tsunade? —preguntó Danzo-sama, dándole un golpecito al suelo con el fin de su bastón—. Veo que tu apariencia no es lo único que conservas de cuando eras joven, también tu imprudencia.

¡¿Tsunade?! ¡Es la otra legendaria sannin! 

El gesto victorioso se borró por completo del rostro de Tsunade, y le dio paso a uno de enojo total.

—¿Imprudente por qué? —espetó, con voz dura— Soy la Hokage ahora, no le debo explicaciones a nadie.

—De hecho, con un cargo tan importante le debes explicaciones a mucha gente de tus acciones, pues toda esta aldea ahora depende de ti. Así que, ¿qué tipo de preguntas estabas haciendo, Tsunade, y por qué sin mí ni los consejeros?

La última UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora