CAPITULO 12

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En un par de horas Emily ya se encontraba totalmente absorta en los informes que tenía sobre la mesa. No eran más que casos antiguos pendientes de resolver o consultas de las policías locales de otros Estados solicitando ayuda para elaborar un perfil. En una época anterior, habría aborrecido aquel trabajo, pero ahora era justo lo que necesitaba para retomar su vida.

Si era eso lo que realmente quería.

No le costó demasiado esquivar a Morgan durante aquellas primeras horas. No se había cruzado con él al llegar a la oficina, ni al regresar a su escritorio después de tantos meses. J.J. y Reid, sentados a sólo un par de metros de ella, parecían haberse puesto de acuerdo para no presionarla. García, por su parte, había contenido su entusiasmo lo suficiente como para que se sintiera cómoda. Rossi la había saludado aquella mañana con un abrazo paternal, ofreciéndole su casa para quedarse; ofrecimiento que ella había rechazado cortésmente. Finalmente había decidido hacer una llamada a Charlie para que lo ayudara con el tema de la limpieza del apartamento. Había recordado que tenía una hija que estudiaba en la universidad, y de vez en cuando limpiaba casas como ayuda para pagar parte de la carrera. Antes de viajar a Francia, le había dado una copia de la llave de su apartamento por si surgía alguna urgencia, y confiaba plenamente en él como para que se la entregara a su hija. Le había prometido que se pasaría por allí aquella misma mañana y que todo estaría nuevamente "habitable" para cuando volviera del trabajo.

De Morgan no había visto más que su silueta a través de las rendijas de la persiana de su oficina. No tenía prisa por encontrárselo, especialmente si eso sucedía a solas, aunque sabía que sería inevitable más tarde o más temprano. No estaba muy segura de en qué términos debía producirse esa conversación. Básicamente había huido de él el día anterior, y no creía que pudiera hacerlo de nuevo tan fácilmente. Sin duda, él estaría más preparado. Durante los primeros minutos en que estuvo allí sentada, esperó con cierto nerviosismo a que él saliera de su oficina y se dirigiera a ella. Sin embargo, cuando eso no ocurrió, asumió simplemente que tal vez él también había decidido darle algo de tiempo.

Perdida en sus pensamientos, se sobresaltó cuando sintió el roce inesperado de una mano sobre su hombro. Y no había sido simplemente una pequeña reacción producto de la sorpresa. Desde que todo había ocurrido, había tenido que aprender de nuevo a relacionarse con la gente, especialmente con los desconocidos. Sentía miedo a caminar sola en la oscuridad, o a cualquier hombre que la mirara de un modo que ella considerara inadecuado. Por eso, aunque apenas transcurrieron un par de segundos hasta que se dio cuenta de que no había sido más que Rossi, el terror la invadió de tal modo que saltó de su silla y se giró bruscamente hacia él con los ojos invadidos por la angustia y su mano aferrada al bolígrafo que aún sostenía, ahora en posición defensiva.

El italiano no necesitó más para comprender exactamente qué le ocurría. Levantó las manos frente a ella, tratando de calmarla.

- Oye, tranquila, sólo soy yo...

Inmediatamente Emily sintió los ojos de Reid y J.J. sobre ella. Se obligó a mostrar una sonrisa forzada y a suspirar con demasiada vehemencia como para que no se dieran cuenta de que trataba de ocultar el motivo real de su reacción.

- Lo siento... Estaba tan abstraída que me olvidé por completo de dónde estaba.

En parte era cierto.

Ignoró el cruce de miradas entre J.J. y Reid. Esa parte fue fácil. Sabía que no harían preguntas incómodas. Lo que no fue tan fácil fue esquivar el modo en que Derek la observaba desde la puerta de su oficina. Emily ni siquiera se había dado cuenta de que estaba allí. ¿Acababa de salir de su despacho? ¿O llevaba un buen rato contemplándola mientras ella se perdía entre los informes que Hotch le había asignado?

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