CAPITULO 30

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El viaje de regreso a Quántico en el jet transcurrió en relativa calma. Emily se había sentado en silencio un poco apartada de Reid y Rossi, que por su parte, habían decidido respetar su necesidad de privacidad. Ya habría tiempo para reproches y preguntas incómodas una vez que se reunieran con el resto del equipo. Aunque era evidente que ella trataba de mantenerse firme, a ninguno de los dos perfiladores se le escapaba que aquella había sido una experiencia traumática para ella. Aún no se explicaban cómo se le había ocurrido hacer algo así, a espaldas del equipo. ¿Cómo era posible que no hubiera calculado el riesgo de sus decisiones ni las consecuencias que tendrían para ella? Sólo había una explicación. Emily Prentiss no estaba acostumbrada a pedir ayuda. Era tan autosuficiente que solía olvidar que no estaba sola.

Por supuesto, ella nunca lo admitiría en voz alta.

El avión aterrizó sin contratiempos en el aeródromo, donde ya les esperaba uno de los SUV del FBI. Rossi se sentó en el asiento del copiloto, mientras que Emily y Reid se acomodaban en el asiento trasero y pronto se dirigieron hacia las oficinas. Emily comprobó la hora. La jornada laboral ordinaria ya había terminado. En la planta donde estaba la sede de la Unidad, posiblemente sólo quedaría el resto del equipo, esperándola a ella y a sus explicaciones. Se le hizo un nudo en el estómago. Lo último que necesitaba en aquel momento, era un interrogatorio.

- ¿Te encuentras bien?

Se volvió hacia Reid, ofreciéndole una sonrisa apagada. En cierto modo le enternecía su preocupación hacia ella. Tenía que reconocer que su actitud había sido discreta desde que se habían reunido en el hospital. Lo había visto cuchichear con Rossi y hablar varias veces con Hotch por teléfono, pero había evitado presionarla directamente, dejándole el espacio que precisaba.

Por un momento Emily no supo si preguntaba por su estado físico o su estado mental.

- Me duele un poco la cabeza, eso es todo.

En realidad, hablar de su estado físico resultaba más sencillo que confesarle que no estaba precisamente en su mejor momento anímico. Aun no acababa de asimilar que había tenido frente a frente al hombre que la había agredido de una forma tan brutal, por no decir que era plenamente consciente de que si hubiera querido la habría matado antes de huir.

Reid asintió, como si comprendiera cada uno de sus miedos. No podía ser de otra manera. Él también había vivido su propia experiencia terrorífica a manos de un asesino en serie.

- Llegaremos pronto... Nos están esperando.

El viaje continuó en silencio, y poco después Emily se encontró frente a las puertas de cristal que daban a la zona de las oficinas. Desde allí ya podía ver a Hotch y a J.J. hablando con Morgan. García se encontraba al lado de Derek, en actitud protectora. Flanqueada por Rossi y Reid, siguió su camino en dirección al grupo. Instintivamente, dejó caer parte de su cabello sobre la pequeña venda que cubría la herida en su sien, ocultándola.

Los pasos de los recién llegados alertaron al resto, que se volvieron hacia ellos en una coordinación perfecta. Sin embargo, Emily sólo tenía ojos para Derek. A medida que se acercaba, su corazón comenzó a latir más deprisa mientras que en su mente trataba articular una disculpa plausible; pero justo cuando sus ojos se encontraron, Morgan le dirigió una mirada cargada de decepción, y se alejó de allí sin dirigirle la palabra.

Emily se detuvo en seco, sin poder creer que realmente su grado de enojo hacia ella le impidiera siquiera compartir el mismo espacio.

Se volvió hacia Rossi, que la observaba con la misma expresión compasiva que el resto de los allí presentes.

- Y decías que estaba demasiado preocupado como para estar enfadado conmigo....

El italiano asintió, admitiendo su pequeño error.

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