CAPITULO 9

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Se despertó entre jadeos.

Tardó unos segundos en darse cuenta de dónde estaba. Lo primero que reconoció fue la butaca que había frente a la cama. Le había llamado la atención el día en que Rossi le había mostrado el dormitorio de invitados. Resultaba inusual que hubiera colocado allí aquella pieza artesanal que había traído de Italia, en lugar de dejarla en su propia habitación.

Suspiró lentamente, tratando de calmarse. Las pesadillas la asaltaban de forma más asidua de lo que había previsto, pero hasta el momento había conseguido evitar despertar a su anfitrión.

Se levantó y, descalza, se dirigió hacia la cocina. Se sirvió un vaso de agua y se quedó de pie, apoyada en la encimera de la cocina. Cerró los ojos intentado distraerse de las imágenes que la perseguían durante la noche.

Estaba a punto de dejar el vaso en el lavavajillas cuando unos pasos a sus espaldas la sobresaltaron de tal manera que incluso Rossi se quedó petrificado cuando Emily se volvió hacia él en posición defensiva y el terror dibujado en su rostro.

- Tranquila- Dijo el italiano, con las manos en alto- Sólo soy yo.

Emily aún tardó un rato en recuperar el aliento. Dejó el vaso, que tenía aún aprisionado en su mano, sobre la mesa, y se llevó la otra mano al pecho.

- Lo siento...- Se disculpó – Me sorprendiste...

Rossi la estudió con la mirada. Estaba pálida y tenía el cansancio reflejado en su rostro. Dio un paso hacia ella y se colocó a su lado, tomándole la mano suavemente.

- Las pesadillas desaparecerán...

Ella asintió con tristeza. ¿Para qué ocultarlo? Era el mejor perfilador que había conocido.

- Lo sé... Estaré bien, de veras.

A Rossi no le pasó desapercibido el uso del tiempo futuro. Era bastante más de lo que podía esperar de ella. ¿Tal vez estuviera más receptiva?

- Morgan no parecía contento cuando se fue...

Se había marchado entre frustrado y abatido sin dar demasiadas explicaciones a lo ocurrido.

- Le he dicho que me iba a Italia con mi madre- Le confesó un poco avergonzada. Por un momento temió recibir una regañina. Obvió aposta su conversación, o mejor dicho, su nula conversación sobre el bebé.

Rossi frunció el ceño. Ni en mil años se habría imaginado que aquella sería una opción para ella.

- Pero no es cierto...

Emily sonrió. Era aún más astuto de lo que creía.

- Más o menos... Me voy, pero no con ella...- Admitió- Simplemente necesito desaparecer un tiempo. Necesito replantearme algunas cosas... Y no quiero que él se preocupe si no contacto. Pensé que si le decía que estaba con mi madre, le tranquilizaría saber que estoy en un sitio seguro.

Rossi se echó a reír.

- ¿Un sitio seguro? Nunca pensé que te escucharía decir que estar con tu madre resultaba seguro.

Emily sonrió a su vez. Sí, tenía razón, pero al mismo tiempo de algún modo era seguro porque estaría con alguien que él conocía.

- No se lo dirás, ¿Verdad?

- Sabes que García podría localizarte en un instante...- Le recordó con un guiño.

- Sabes que sé cómo esquivarla...- Le replicó ella encogiéndose de hombros. Suspiró de nuevo y se acercó a él. Lo abrazó con fuerza, y pronto sintió su amor casi paternal, devolviéndole el gesto.- Necesito irme...- Le susurró – De verdad que necesito irme.

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