CAPITULO 32

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La reunión había sido agotadora, pero por fortuna, había terminado y se dirigían de nuevo a casa.

Morgan conducía su camioneta concentrado en la carretera y las señales de tráfico. Junto a él, y con la cabeza apoyada en el cristal, una silenciosa Emily, observaba las luces de la ciudad perdida en sus pensamientos.

El día había sido intenso. Habían terminado de perfilar al sudes – Bowell- y establecido una estrategia de coordinación con las diferentes policías. No podían hacer mucho más por el momento. La casa de la esposa de Bowell, que aún conservaba en DC, estaba vacía y no había más propiedades a su nombre. Todos asumían que tal vez tardaran meses en localizarlo, y estaban de acuerdo, especialmente Emily, que no podían detener sus vidas por aquello. Había más sudes que atrapar, y más víctimas que salvar.

En cierto modo, Emily se sentía aliviada, no en el sentido de que Bowell siguiera suelto, sino por el hecho de que regresar a su vida normal era justo lo que necesitaba. Y por el momento, su relación con Morgan permanecería dentro de las paredes del equipo. Nadie tenía intención de informar a Strauss de ello, y todos se alegraban de que hubieran decidido darse una segunda oportunidad.

Suspiró suavemente y entrecerró los ojos, dejándose adormecer.

Estaba agotada, y sólo quería llegar a casa, darse una ducha y meterse en la cama.

El viaje transcurrió de forma apacible y sólo cuando el coche se detuvo, Emily se desperezó. No se dio cuenta de su nivel de cansancio hasta que sintió el roce de la mano de Derek en su mejilla.

- Ey, princesa, despierta... Ya hemos llegado.

Emily sonrió incluso antes de abrir los ojos.

- Lo siento...- Se disculpó tímidamente- No pretendía quedarme dormida.

En lugar de contestar, Morgan simplemente se inclinó y posó un beso en su frente.

- Vamos, es tarde y necesitas descansar. Ha sido un día intenso.

Juntos cruzaron el umbral de la casa de Derek y, mientras éste preparaba en la cocina una cena ligera, Emily aprovechó para apropiarse del baño. Se metió en la ducha y dejó que el agua caliente recorriera su cuerpo, aún magullado. Se sentía bien allí, rodeada por el vapor de agua como si se hubiera trasportado a otra dimensión donde podía imaginar una realidad totalmente distinta. Una vida con Morgan, con sus amigos... Tal vez hijos... Una familia, como Morgan le había ofrecido.

No sabía si algún día ese deseo se cumpliría, pero en aquel instante, mientras se dejaba envolver por el calor del agua, era sencillo creerlo.

Salió de la ducha cuando sus dedos comenzaban ya a arrugarse, y entró en el dormitorio envuelta únicamente en una toalla. Su intención inicial era ponerse un pijama, pero tan pronto vio la cama, se dejó caer en ella, y se acurrucó entre las mantas que olían a la colonia que Morgan usaba.

Ni siquiera se percató de cuándo se volvió a quedar dormida.

Sin embargo, esta vez, nadie fue a despertarla.

Lo hizo la luz de la mañana, varias horas después. Más de las que había sospechado en un principio. Abrió los ojos y se encontró sola. Sintió un poco de anhelo, por la ausencia de Derek. ¿Dónde habría ido? La respuesta la obtuvo cuando comprobó el reloj. Eran casi las doce del mediodía. Había dormido más de once horas seguidas. Dedujo que Derek habría ido a la Unidad y que había optado por dejarla descansar.

Sólo cuando se vistió, y bajó las escaleras, se dio cuenta de que sólo la mitad de aquella suposición había sido cierta.

Morgan estaba abajo, en la sala, afanado en ordenar una librería.

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