CAPITULO 37

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Se despertó entre jadeos.

Hacía mucho tiempo que no tenía pesadillas con Bowell. Incluso había creído que habían desaparecido para siempre. No es que no pensara aún en él, por supuesto que lo hacía. Pero la pesadilla que había vivido se había ido difuminando con el paso de las semanas.

- Tranquila, estoy aquí.

Se volvió hacia Morgan con la mano en el pecho, tratando de contener el latido de su corazón. La luz de la luna se colaba por la ventana, creando luces entre las sombras, de modo que podía distinguir perfectamente su expresión inquieta

- No te preocupes. Sólo ha sido una pesadilla. Ni siquiera lo recuerdo con claridad...- Se incorporó despacio e instintivamente llevó una mano a su vientre, cuyo abultamiento comenzaba a hacerse evidente. Tenía algo más de cuatro meses de embarazo y pronto tendría que empezar a usar ropa premamá. Si era sincera consigo mismo, le hacía ilusión hacerlo.- Voy a la cocina a beber un poco de agua.

Derek estuvo a punto de ofrecerse a ir en su lugar, pero en el último momento se contuvo. Su tendencia a cuidar en exceso de ella, solía terminar en algún tipo de reprimenda por parte de Emily, y teniendo en cuenta que la última había sido justo el día anterior cuando Morgan había puesto el grito en el cielo al sorprenderla pintando la habitación del bebé, consideró que en aquella ocasión la prudencia lo beneficiaría.

Esperó su vuelta con cierta impaciencia. Cuando pasaron unos minutos- Demasiados en su escala de las mil cosas diferentes que podrían ocurrirle a Emily- decidió que definitivamente, se arriesgaría a soportar otro sermón. Se levantó de la cama y se dirigió a la cocina, solo para comprobar que no estaba allí. Recorrió la estancia hasta llegar a la terraza, donde Emily se había acurrucado, sentada, en el pequeño asiento- columpio que Morgan había instalado para ella.

- Vas a congelarte- Le advirtió uniéndose a ella. La rodeó con el brazo y ella dejó caer su cabeza sobre su hombro- ¿Qué te ocurre? ¿Es por esa pesadilla?

Tardó un rato en contestar.

- ¿Harías algo por mí?

¿Qué si haría algo por ella?, pensó Morgan. ¿Acaso aún tenía dudas de que haría cualquier cosa por ella?

- ¿Quieres otra vez helado de pistacho con virutas de chocolate?- Bromeó Derek. Ese había sido su último antojo nocturno, hacía apenas una semana. Derek no había dudado en conducir su camioneta a las dos de la madrugada y traérselo.

La escuchó reír suavemente.

- Diría que estoy muy arrepentida de haberte pedido eso... Pero estaría mintiendo, la pequeña Gracie quería realmente ese helado.

Ahora el que rió fue Morgan. La excusa del bebé había sido recurrente cada vez que a Emily le apetecía comer algo extraño a horas más extrañas aún.

- No estás ni un poco avergonzada de culpar a nuestra hija de tus caprichos, ¿Cierto?

Los ojos de Emily se encontraron con los de Morgan en una mirada traviesa, lo que hizo reír a éste con más fuerza.

- Está bien, princesa, asumiendo que no se trata de un antojo, ¿qué es lo que quieres que haga por ti?- Morgan esperó el tiempo suficiente como para estar seguro de que no, no se trataba de un capricho nocturno. Emily se había quedado en silencio- ¿Em?

Notó cómo su respiración se detenía un par de segundos y dejaba escapar un suspiro.

- Quiero que me acompañes a la prisión.

Aquello fue como un mazazo. Ni en sus más estrafalarios pensamientos se le habría ocurrido que Emily hubiera querido hablar de Bowell. Ni tan siquiera pronunciaba su nombre en alto.

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