CAPITULO 29

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Tic tac, tic tac

El golpeteo de las agujas del reloj de pared era lo único que alcanzaba a escuchar mientras luchaba por recuperar la consciencia.

¿Cómo había sido tan estúpida?

Unas horas antes.

Boston.

Convencer a Morgan de que estaría perfectamente sola mientras él iba a trabajar, no fue tan difícil como había supuesto en un primer momento. Cierto era que él no se sentía cómodo con dejarla sola ni siquiera en su casa, a pesar de las medidas de seguridad que había añadido hasta convertirla prácticamente en una fortaleza.

Tan pronto él se había marchado, Emily había pedido un taxi que la llevaría al aeropuerto, donde poco después tomó un vuelo directamente hacia Boston. Aún no era media mañana cuando el avión aterrizó, y Emily se apresuró a comprobar los mensajes de Derek. Como había imaginado, durante el vuelo le había enviado un mensaje para asegurarse de que estaba bien. No era el primero del día, pero sí el único que no le había respondido. Le contestó con un escueto "Todo bien, estaba dormida" y se subió a otro taxi indicándole al conductor el lugar hacia dónde debía dirigirse.

A la casa de Lionel Bowell.

Afortunadamente no estaba muy lejos. En menos de quince minutos, estaba frente a su puerta. Cierto era que no tenía garantía alguna de que realmente estuviera allí. Lo más probable es que estuviera trabajando. Se regañó por no haberlo llamado para avisarlo de que iría hasta allí, pero quería evitar que pudiera devolver la llamada por cualquier motivo y alertara a alguien del equipo.

Tocó el timbre y esperó unos segundos.

Poco después escuchó unos pasos tras la puerta.

Era su día de suerte, después de todo.

- Sr. Bowell...

Aquello fue todo lo que alcanzó a decir justo antes de darse cuenta de que el rostro de aquel hombre le era familiar.

Tan familiar como la descripción que Charlie había hecho del sudes.

De pronto se encontró allí, frente al hombre que la había golpeado, la había intentado violar, y había matado a su bebé. Y por si le quedaba alguna duda, la forma en que se ampliaron sus pupilas al verla, fue lo único que ella necesitaba para estar segura de que definitivamente aquel no sería su día de suerte.

Fue en aquellos escasos segundos de reconocimiento mutuo cuando todo sucedió.

Tan pronto Emily intentó desenfundar su glock, se vio arrastrada violentamente hacia el interior de la casa. Los recuerdos de su primera agresión regresaron a su mente con furia, y una sensación de terror absoluto la inundó. Sin embargo, ahora tenía su arma al alcance de su mano y luchó por zafarse de él con todas sus fuerzas. Justo cuando consiguió hacerse con ella, sintió un fuerte golpe en la cabeza, y luego sólo escuchó un disparo antes de desvanecerse en la más completa oscuridad.

Virginia

Derek Morgan no estaba tranquilo. Al parecer Emily había aprovechado la mañana para dormir, cosa que estaba bastante seguro que necesitaba. A pesar de ello, tenía aquella sensación, aquel presentimiento que no podía explicar y que atribuyó a su excesiva preocupación por ella, hasta el punto de que cualquiera lo habría calificado como irracional.

Comprobó su reloj. Ya era más de mediodía. Por muy cansada que estuviera, no era normal que Emily durmiera tanto tiempo, ¿Tal vez había empeorado en las últimas horas? No tenía fiebre, no tenía mala cara en realidad, y si era sincero consigo mismo, ni siquiera parecía enferma más allá de lo que ella misma le había dicho.

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